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Han pasado varios meses desde que nos apropiámos de la mina y la siderúrgica y puedo asegurar que las cosas han mejorado a base de bien. Los primeros días creamos varias rutas seguras de suministros hasta la mina y siempre operamos de noche.

Se propuso y adoptó un sistema de turnos para que cada día un grupo diferente cargara el metal en los camiones y ocupase el puesto del grupo anterior que eran los que traían el convoy a casa, todo ésto siempre de noche garantizando que siempre hubiese alguien en la siderúrgica asegurando que no se acercase ningún curioso ajeno a la operación de suministro y si al final llegasen a acercarse fuesen recibidos con una bala entre ceja y ceja.

No somos santos, protegemos a nuestra familia y si hay que acabar con la vida de algún infeliz para proteger a nuestra gente y nuestra forma de vida, lo hacemos.

La humanidad de los pocos que aún sobrevivimos en éste infierno se ha visto obligada a limitarse en gran medida desde la época de las guerras por el agua y el combustible.

Me pregunto cómo es que no perdí completamente la cabeza todos esos años que estuve solo...

Después de varias semanas y la cantidad de recursos que traíamos en los convoyes fortificamos el bastión, blindamos el muro que protege la entrada y los pilotos hicimos buen uso del acero mejorando las defensas de nuestros vehículos de persecución e instalamos alguna que otra mejora.

Yo por mi parte solo he usado una pequeña parte de las dos montañas de acero que guardo en mi garaje y solo le instalé al hot rod un parachoques delantero blindado, perfecto para embestir y destrozar a todos los vehículos de persecución y motos de ataque que se cruzasen en mi camino, lo mismo fue también para el parachoques trasero y por último rompellantas soldados a las llantas por si acaso se acercan demasiado tendrán una "desgarradora" sorpresa.

No está demás decir que cada dos o tres días siempre nos asaltaba algún grupo de soldados del ejército de Inmortan Joe y sus dos lugartenientes, Comehombres y el criador de balas, pero nunca volvían con sus dueños, siendo tantos los vehículos enemigos que quedaban varados en el camino que tuvimos que crear una brigada de limpieza y recolección que trajese los restos de sus máquinas al bastión para así aprovechar lo que podíamos.

El intercambio de recursos con los demás asentamientos y facciones neutrales no se hizo esperar, intercambiamos parte de nuestro valioso recurso por ejemplo por medicinas de un asentamiento ubicado a unos 130 kilómetros al Sureste, en una de las grandes chimeneas de una antigua central térmica liderados por un joven llamado Jeet, un tanto paranoico e impulsivo, pero buen comerciante.

En cuanto a la gasolina el asentamiento ideal para conseguirla fue el más próximo al Sur de la Ciudad de la Gasolina y a la vez era el viaje más peligroso, por lo que al final se optó por pedirles que nos enseñaran los secretos del combustible aprendiendo nosotros a hacer el nuestro propio.

En un principio no entendí más allá del peligro que suponía transportar la gasolina hasta nuestro bastión el porqué Clutch decidió que lo mejor sería aprender a hacerla, hasta que me mostró una de las bodegas inferiores a la que sólo tenían permitido el acceso tanto Gutgash como él mismo.

En su interior había cientos si no miles de barriles llenos de oro negro, y según me dijo Clutch teníamos otras 3 bodegas iguales a ésta. Fue entonces cuando comprendí que sabiendo hacer nuestra propia gasolina tendríamos un suministro constante de la misma, y si a ello le sumamos el intercambio de recursos, nos convertimos en un asentamiento autosuficiente.

Para paliar la sed se construyeron muchas estaciones de recolección de agua por condensación a lo largo de toda la cubierta del bastión almacenando la que usaríamos para el consumo en varios tanques distribuidos por toda la fortaleza y la que no, la usamos para nuestra higiene habilitando una zona de duchas con un intrincado sistema de tuberías.

Tales Of The WastelandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora