Capítulo 27 | Fuego con Fuego

Start from the beginning
                                    

Lo miré confundida ¿Por qué ese tono de voz? ¿Por qué esa mirada triste y molesta?

—La verdad sí. —solté provocando asombro en su mirada. —Me divertí mucho hoy.

—Me alegro por ti.

—Gracias.

Decidí retroceder ante sus encantos, sabía que a esto le gustaba jugar.

—Debo irme. —informé mientras caminaba hacia la puerta.

— ¿Por qué? —sentí como se puso de pie.

—Porque ya es tarde.

— ¿Acaso tienes otra cita con él?

Voltee para mirarlo con enojo ¿Qué insinuaba?

— ¿Cuál es tu problema si fuera así?

— ¿Problema? —Negó con burla mientras se acerca peligrosamente a mi rostro. — ¿Crees que tengo un problema con eso?

Lo miré sin poder entenderlo, sin entender con claridad su actitud, de un momento a otro, comencé a sentirme mal.

—Me voy.

Pero no pude avanzar.

Damon en un movimiento rápido, había logrado acercarse a mi cara para depositar un beso en mi mejilla y mirarme con sus tormentosos ojos.

—Que disfrutes tu noche, dulzura.

Tal acto, solo fue el detonante.

Salí de la habitación llena de confusión y molestia. ¿Por qué actuaba de esa manera? ¿Acaso estaba celoso? ¿Por qué me confundía tanto? Acaso ¿Estaba jugando conmigo?

Aunque al principio pensaba que era culpa mía, que yo me había hecho ilusiones, la verdad era que la actitud de Damon no me ayudaba en nada, me confundía cada vez, ya no sabía que sentir.

Maldito corazón ¿No pudiste elegir a alguien más?

— ¡Oye!

Un grito me trajo a la realidad, donde estuve a centímetros de caer por las escaleras.

Demonios, iba tan distraída, si no fuera por el chico que me sostenía del brazo hubiera tenido una escandalosa caída.

— ¿Estas bien? —volvió a hablar.

—Si...—me apresuré a decir. —Lo siento, iba distraída.

—No necesitas decírmelo dos veces. —oí como soltó una corta carcajada.

Él pelinegro me ayudó a recuperar la estabilidad lo cual agradecí enormemente. Pude observarlo un poco más en el momento que me sonrió. Era alto, tenía buen porte, aunque me resultaba uno más de los tantos universitarios que había en esta fiesta.

—Dios, que vergüenza. —susurré sonrojada.

—Mi mamá dice que vergüenza hay que tener cuando se roba. —se encogió de hombros, gracioso. — ¿Cómo te llamas, chica distraída?

—Uh, creo que ya tienes un nombre para mí.

—A menos que quieras llevarlo por toda la noche. —sonrió coqueto.

—Dulce. —me apresuré a decir. —Mi nombre es Dulce.

—Bueno, es un gusto conocerte, dulce.

— ¿No me dirás tú nombre?

El negó con la cabeza.

— ¿Y si eres un secuestrador?

— ¿Tengo cara de secuestradora? —pregunté fingiendo estar ofendida.

Prohibido Enamorarse de Dulce ©Where stories live. Discover now