Capítulo 27 | Fuego con Fuego

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Era sorprendente.

—Amor...—clamó Sam en el momento que abría la puerta de un habitación de par en par —Ya llegó, vámonos.

Asomé un poco mi cabeza, encontrándome con la imagen de Damon cansado, sentado al borde de la cama donde a su lado se encontraba una Brooklyn preocupada, tratando de vendar su mano.

Ella me vio llena de esperanza, lo cual me llenó de nerviosismo.

—Llegaste. —dijo llegando frente a mí. —Gracias.

—Yo solo...

—Los vendajes están sobre la cama y el paciente está un poco gruñón pero sé que podrás con ello. —palmeó con suavidad mi hombro mientras salía de la habitación de la mano de Sam, no sin antes agregar. —Gracias por ayudarme, dulce.

—De nada. —llegue a susurrar pero ella ya se había alejado lo suficiente.

Tomando una gran bocanada de aire, di un paso adelante, cerrando la puerta detrás de mí.

Damon me miró con la cabeza acostada de lado, tratando de deducir mis movimientos o intenciones, sabía que había algo fuera de lo normal ya que su expresión no había cambiado al verme, no fue de sorpresa, en realidad, me miraba como si se esperara mi llegada.

— ¿Qué tal tú cena?

Lo miré un poco confundida, aun así me acerqué quedando frente a él, quien aún estaba sentado al borde de la cama.

—Bien, supongo. —Respondí desinteresada, tomando el vendaje que Brooklyn había dejado sobre la cama — ¿Y tú noche?

—Una locura. —respondió alzando la mano para que la vendara.

—Creí que las locuras solo pasaban cuando yo anduviera cerca. —quise bromear pero él no dijo mucho.

—La locura está por todos lados, escondida en la mayoría de casos.

Dí muchas vueltas con el vendaje en su mano, me sentía muy tonta, hace mucho que no vendaba una herida, en realidad había olvidado como hacerlo, solo esperaba que no resultara algo catastrófico justo ahora.

— ¿Mejor? —pregunté dejando caer con suavidad su mano, una vez ya acabado el vendaje.

—Sí, aunque me vendaste peor que momia. —se atrevió a decir, soltando una corta carcajada.

— ¿Está muy apretado? —Pregunté preocupada —Podría cortarte la circulación.

—Está bien, Dulce. —dijo quitándole importancia. —Por cierto...

— ¿Qué sucede?

— ¿Tú papá no te casó con algún extraño?

—Eso no se hace desde hace siglos. —respondí negando con la cabeza. — ¿Por qué mi padre haría eso?

—No lo sé, supongo que esa tercera persona fue lo suficientemente interesante como para hacerte sonreír ¿no es así?

— ¿Cómo puedes saber eso?

—Fui a tu casa.

— ¡¿Qué?! —Grité sorprendida — ¿Por qué?

—No lo sé, quise visitarte.

— ¿Cuándo te dije que tendría una cena?

—Tienes razón, es una estúpida respuesta.

Damon no dejaba de mirarme lo que me puso aún más nerviosa ¿Por qué trataba de leerme con la mirada? ¿Qué sucedía?

— ¿Por qué no tocaste la puerta?

—Lo hice pero creo que estabas lo suficientemente entretenida como para no escucharme.

Prohibido Enamorarse de Dulce ©Where stories live. Discover now