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El día había sido largo para Mark, había estado lleno de desencuentros con Valery, por algún motivo Mark mostraba menos cariño que el esperado por ella. Valery se había marchado por la noche más enfadada de lo normal. Y pospuso la conversación sobre su relación con Mark hasta que este volviese a la ciudad.

La noche no fue menos larga que el día, las horas pasaron lento y apenas pudo descansar, Valery le había dicho que se le acababa el tiempo en el pueblo, que su padre no le iba a esperar más. Él ya tenía todo apalabrado, y tan solo le faltaban los terrenos de Lucy. Debía hablar con ella, insistirle, ofrecerle algo que le interesase. Sin duda a la mañana siguiente volvería a hablar con ella.

A primera hora en la panadería estaba todo repuesto para los clientes que fuesen llegando, en la temporada de verano, coincidiendo con la fiesta, se multiplicaban por diez la cantidad de clientes diarios, en ocasiones Lucy contaba en la panadería con la ayuda de Brenda, nieta de Donald, que aprovechaba para ganar algo de dinero en verano.

Sarah estaba dentro, sacando pan del horno cuando llegó Mark, Brenda atendía a los clientes que iban llegando.

-          Buenos días, estoy buscando a Lucy, ¿Se encuentra ella por aquí?

-          Pues..

-          No – Sarah reconoció la voz de Mark enseguida y salió a atenderle. – No está, vino esta mañana, pero viendo su estado le insistí en que se marchase. No podía trabajar de esa manera.

-   Yo también se lo dije ayer. Debería estar al menos una semana descansando en su casa. ¿Sabes si fue para allá?

-          Me parece que sí.

-          Voy a pasar a verla, gracias por la información.

-          ¡De nada!

Mark salió de la tienda en dirección a la casa de Lucy, pero por el camino recordó las palabras de Donald y decidió dar la vuelta y acercarse un momento al colegio del pueblo.

Las instalaciones del colegio eran muy básicas, apenas tenía un pequeño parque delante, con unos cuantos remos, una cancha de fútbol sala y unas canastas. El material se guardaba dentro de un cuarto que estaba al lado de las canchas. Dentro tan solo había dos salones en los que se impartían clases, una para niños de entre dos y cuatro años, y la otra para niños de cinco a siete. Los cursos superiores se impartían en una escuela que estaba entre el pueblo y la ciudad, en una zona industrial. Allí iban los niños de los pueblos adyacentes, y los de la ciudad que no podían costearse los estudios privados de su zona.

A parte de las dos aulas, también estaba el despacho de la directora, que cumplía también funciones de maestra de los niños más pequeños. Hacia allí fue Mark, con la esperanza de encontrarse con la directora. Tocó en la puerta pero no contestó nadie, la limpiadora, que en ese momento estaba limpiando los pasillos le dijo que estaba en clase con los pequeños, podía esperar un poco hasta las diez y media que salían al recreo, en ese momento lo podía atender.

Allí esperó Mark sentado casi una hora, mirando como la limpiadora pasaba una y otra vez los pisos que ya estaban bastante limpios.

-          ¿Viene a apuntar a su hijo a la escuela?

-          No, no tengo hijos aún, voy a hablar con la profesora, a preguntarle unas cosas a ver si recuerda algo.

-        La directora tiene muy buena memoria, se acordará de cualquier cosa que quiera preguntarle seguro.

En ese momento sonó la sirena que anunciaba el recreo y los niños comenzaron a salir alborotados, todos se dirigieron a las instalaciones deportivas corriendo para coger los mejores lugares. Apenas duraba media hora el recreo, Mark debía aprovechar el tiempo para hablar con la directora. Por la puerta salió Delia, pero detrás de ella venía alguien.

Eternamente JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora