capitulo 4

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**Con Jane y Carlos**

Carlos miraba a su novia con preocupación mientras caminaban por los pasillos de la preparatoria, todavía asimilando lo que había sucedido.

—¿No tienes idea de quién puede estar detrás de las muertes? —preguntó, intentando mantener la calma.

Jane bajó la mirada, incapaz de enfrentarse a los ojos de Carlos.

—Sí, tengo una idea —dijo, casi en un susurro.

Carlos se detuvo en seco, sorprendido.

—¿En serio? ¿Por qué no me lo dijiste antes? —preguntó, su voz llena de incredulidad.

Jane respiró hondo y comenzó a contar una historia, sus palabras pesadas con la carga del pasado.

—Había una vez una niña y un niño pequeños, ambos hijos de dos de las personas más poderosas del mundo. El niño era el hermano mayor, por lo que era lógico que heredara los poderes de ambos. Pero algo pasó, y la que heredó esos poderes fue la niña. La niña no sabía la responsabilidad que llevaba tanto poder, por eso sus padres se ocuparon de ayudarla. Pero tanto se centraron en ella que se olvidaron de él, y no se dieron cuenta de cuánto le hubiera gustado tener el poder. Los días pasaban y el niño se llenaba más y más de odio y rencor contra sus padres, y más contra su hermana. Tanto odio que un día intentó ahogarla en el lago, pero para su mala suerte sus padres lo vieron y lo echaron de casa. Lo mandaron a un internado lejos de ellos. Su nombre era Henry... era... mi hermano —terminó de decir Jane, sus ojos llenos de lágrimas.

Carlos sintió como un peso enorme caía sobre sus hombros al escuchar la historia. Se acercó y la abrazó, acariciándole el cabello en un intento de consolarla.

—Tenemos que decírselo a tu mamá —dijo Carlos con firmeza.

Jane se separó un poco del abrazo y lo miró a los ojos, su expresión determinada.

—No, solo se preocuparía. Yo puedo detenerlo —dijo con convicción.

Carlos negó con la cabeza, sus ojos reflejando una mezcla de preocupación y determinación.

—No puedes hacerlo sola. Yo te ayudaré. Todos lo haremos —dijo con suavidad, tomando sus manos.

Jane asintió, sintiendo una oleada de gratitud.

—Gracias, Carlos. No sé qué haría sin ti —dijo, inclinándose para besarlo suavemente.

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la nueva era "DESCENDIENTES"Where stories live. Discover now