Bajó su vista hacia mí y me miró divertido.

-Daría millones por verte con un vestido.

Resoplé y me incorporé teniendo enfrente a Niall.

-Voy a llevar una calabaza, a mí no me hace gracia ir.

Me miró extraño y dudé en que haya entendido a qué me refería,

-¿Es una fiesta de Halloween? Estamos a Febrero -abrió de nuevo la caja de los bombones y cogió uno al azar. Le observé masticar y comencé a reír cuando escupió-. Joder, he cogido los de almendra.

-Niall, qué asco, vas a limpiar tú eso -le dije golpeándole en el hombro-. Imagínate que se lo come Presidente Miau.

-¿Qué se lo come quién?

-Ah, mis padres se han comprado un gato. Cuando nos fuimos necesitaban algo con lo que entretenerse, y no están para tener un niño más, así que se compraron un gato. El nombre lo elegí yo.

Asintió.

-Lo he supuesto.

-¿Qué quieres decir con eso?

Negó con la cabeza y se empezó a reír. Con su mano busco la mía, y la llevo hasta su regazo. Entrelazó nuestros dedos y con su pulgar, comenzó a crear suaves caricias sobre mi extremidad. Sonreí sin darme cuenta.

-Nada, cariño. Justin Timberbieber.

Ignoré su burla.

Cariño, repetí en mi mente. Cariño. Seis letras en una palabra que había provocado que un montón de orugas se movieran en mi estómago. Cariño.

Estar con Niall era igual de lo que me había imaginado a estar con Justin. Podíamos hablar de cualquier cosa sin sentirnos mal por ello, y si había algún silencio, este no era para nada incómodo. Eran de esos silencios en los que te quedabas pensando sobre la persona con la que estás, como exactamente estaba haciendo yo ahora mismo.

La tranquilidad se esfumó cuando este mismo me dijo que me tenía una sorpresa. Enseguida la euforia me invadió y quise saber en ese instante de qué se trataba. Claramente, me negó saberlo hasta que llegáramos hasta su casa, lo cual hacía que mis ansias por ver la sorpresa aumentaran.

Nos fuimos sin despedirnos de mis padres (supongo que estarían distraídos con Presidente Miau) y nos fuimos en dirección a su casa.

No estaba muy lejos de la mía, sin embargo, tuvimos que andar durante veinte minutos hasta llegar.

Hacía años que no venía aquí. Recuerdo que con siete años mamá acompañaba a Luke a jugar con Niall. Siempre estaba junto con mi hermano, por lo tanto le pedía a mamá que me llevara con ella a dejarle, y al final nos quedábamos ambas charlando tranquilamente con Maura. Esto ocurrió hasta mis trece años, que desde entonces, sendos amigos ya comenzaron a salir por ahí con su grupo. Quedándome yo en la casa de Ashley a partir desde aquel día.

Cogió una llave que estaba escondida en la maceta de flores que descansaba colgando en la pared exterior y con ella abrió la puerta.

-Suelo olvidarme de ellas siempre.

Asentí riendo y nos encaminamos hacia dentro. Se quitó la chaqueta y la lanzó en dirección izquierda, justo donde estaba el salón. Todo estaba como hace años, bueno, menos la capa de pintura de color blanco que había sido sustituida por un tono más crema.

-Puedes dejar tu sudadera en el sofá -sugirió antes de subir un escalón y esperar apoyado en la barandilla de la escalera.

Quité la prenda por encima de mi cabeza y sin volverla a poner bien (ya que estaba del revés ahora), arreglé mi cabello alborotado y caminé hasta Niall.

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