[Parte uno:El problema]

1K 54 18
                                    

Tu vive por mí, que yo muero por ti.

Narra el psicólogo:

Entre a mi consultorio. Allí estaba ella esperándome. Una chica de cabello rubio, se encontraba mirando curiosa al escritorio. De un momento a otro fijó su vista en mi. Tenía una mirada que se podía leer, no era complicado entender que sentía miedo, nervios e incomodidad.

Me acerqué a ella tomando asiento, teniendo una cierta distancia.

—Hola, soy tu psicólogo. —Le sonreí.

—Hola... —Dice sin mirarme.

—Julieta. ¿Verdad? —Me da a entender que si con la cabeza —¿Cómo te sientes? —Le pregunté evitando mirarla a los ojos. Dándole inicio a la terapia.

—Tengo mucho miedo. —Respondió mirando sus manos.

—¿Miedo de qué?

—A él, mi familia, amigos... —Sus ojos parecían cristal a punto de romperse. —No creo poder aguantar todo esto, no, no lo aguanto.

—¿Por qué sientes miedo? —Pregunté nuevamente tomando un cuaderno para tomar nota.

—Mi familia me hace daño.

—¿Que tipo de daño?

—Todo tipo. —Responde con la voz muy rota.

—Mm

—Mi familia está formada de cinco integrantes. Mi mamá, papá, y mis hermanos. Mis abuelos murieron en un accidente. También tenía una hermana. Pero, ella murió con tan solo cinco años... La mataron a golpes. Intente ayudarla pero era muy tarde, todavía no puedo aceptar que no esté conmigo, a mi lado, sonriendo. Lo único que puedo recordar eran sus gritos —Habla rápido —No sé exactamente, que quieren lograr con esto —Toma un descanso de diez segundos —Tengo miedo.

—Julieta. Si no te sientes incómoda, cuéntame más sobre tus abuelos. Habla sobre cómo te trataban, que hacían, qué ocurrió detalladamente.

—Ellos siempre nos defendían a mis hermanos y a mí. —Mira sus piernas mientras se hace pellizcones. —Murieron para salvarme. Es decir, me encontraba en su casa mientras ellos dormían. Me di cuenta de que la casa se estaba quemando, empecé a gritar al ver todo en llamas. De pronto entraron ambos a buscarme para escapar del incendio, pero —El cristal se rompió, una lágrima tras otra comenzaron a salir. —Ellos no pudieron escapar.

—Entiendo, puedo notar cuanto te amaban, realmente dieron su vida por ti. ¿Que sientes al respecto?

—Culpa, es lo único que puedo sentir. Odio hacia mí misma, por dejar que me salvaran, por no poder hacer nada para ayudar.

Me levanté a buscar un vaso con agua —¿Quieres agua? —Pregunté extendiendo el brazo.

—Bueno —Respondió, agarrando el vaso.

—¿Recuerdas que hace unos minutos me comentaste sobre a quiénes les tenías miedo?

—Lo recuerdo.

—Mencionaste a tus padres, amigos y a él. ¿Quién es él? ¿Qué pasa con tus amigos?

—Mis amigos se enojaron porque últimamente tengo actitudes raras. Se alejaron de mi, me insultaron y ahora estoy sola.

—No estás sola, me tienes a mi.

Me enamoré de mi psicólogo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora