—Será para la próxima —responde ella con las mejillas ligeramente sonrosadas.

—Vuelvo en un minuto, linda —le da un beso en los labios y se marcha hacia el baño.

Bruno es un buen chico y su relación está libre de problemas. Le agrada a sus padres, tiene buenas calificaciones, es simpático, la adora, a sus amigos les cae bien y es completamente guapo.
La pelirroja hace el pedido a una de las nuevas camareras, antes de desaparecer por la puerta de la cocina.

—Nuevo novio, ¿uh? —es Maude, una de las antiguas camareras, apoyada por el interior de la barra. La misma mujer que pensó que ella y Jason estaban mudándose juntos hace algún tiempo. Todo eso ahora parece completamente lejano y extraño—. ¿Qué pasó con el Inglés? Se veía buena persona, siempre lo atendía en las mañanas y mi jefa realmente lo adora.

—En realidad nunca fuimos novios. Éramos algo así como ¿amigos? No lo sé, es complicado —intenta explicar.

¿Cómo le dices al chico mucho mayor que tú, que también resulta ser tu maestro de literatura, al cual solías ver todo el tiempo, del cuál estás torpemente enamorada, con el que te besabas cada vez que tenían oportunidad, el mismo con el que tuviste sexo frente a la chimenea con la voz de Ed Sheeran de fondo, pero que nunca fue tu novio y mucho menos un simple ligue casual?

—Comprendo —asiente la mujer, apoyándose sobre la barra—. Tuve varios de esos "amigos" en la universidad, pero eran unos buenos para nada. Aunque debo admitir que tu amigo y tú no parecían de esas parejas casuales y disfuncionales. Créeme que he visto muchas. Es como si desfilaran frente a mí.

—Tuvimos, uh, algunos problemas. Diferencias de opiniones y ese tipo de cosas. Seguimos siendo amigos aunque ya no es lo mismo.

La mujer la mira con los ojos entre cerrados.

—Aún te gusta —declara con total seguridad.

—¡Puf! ¿Qué? ¡Claro que no! —bufa, haciendo una seña con la mano, restándole importancia—. Lo tengo completamente superado. Jason es cosa del pasado, un simple amigo.

—¿Segura? Porque viene hacia acá de la mano con esa bruja de pierna largas. Ella nunca pide por favor ni da las gracias. Es muy maleducada —su vista está fija detrás de Allie—. No te dejes intimidar, dulzura.

—¿Allison? —llama la voz de Elizabeth a sus espaldas.

¿Cómo es que siendo periodista le cuesta tanto aprenderse un nombre con apenas cinco letras?
La pelirroja se voltea con una tirante sonrisa plantada en los labios.

—Hola, Lizz —saluda con la mano—. Buenos días, señor Edwards.

—Buenos días, Henstridge —saluda él, intentando esconder su mano entrelazada con la de Elizabeth.

—¿Cómo estás, pequeña? —la joven periodista le revuelve el cabello como si fuera una niña de cinco años—. ¿Viniste sola?

La pelirroja le da una rápida mirada a Jason, quien parece interesado en la conversación, y sonríe con autosuficiencia.

—No, Bruno está en el baño. Tenemos planeada una velada romántica.

—¿Bruno Santini? —pregunta Jason con el ceño fruncido. Ella asiente.

—Un chico guapísimo y muy amable —añade Maude, pendiente de la conversación—. Es muy amable y considerado. Voy a traerles sus órdenes, linda. Creo que Amara se está tardando.

Allie le dedica una mirada de agradecimiento, antes de que desaparezca por la puerta de la cocina.

—¿Nuevo novio? —pregunta Elizabeth.

Just That Girl: Porque amar nunca fue tan prohibido ✔Where stories live. Discover now