Capítulo 1

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Ya era tarde. Los rayos del sol ya poco a poco comenzaban a desaparecer, pero a Nozomi no le importó en lo absoluto, y continuó limpiando el templo, después de todo en unos días se llevaría acabo un pequeño festival por el año nuevo.

Suspiró un poco aburrida y cansada, agachándose para tomar una gran caja del suelo. Ya no había nadie a esas horas del día y eso de cierta manera la aliviaba un poco, no tenía que fingir una sonrisa cuando en realidad estaba muy cansada.

Entró en la pequeña bodega que aquel templo tenía y dejó la pesada caja ahí. Limpió con una de sus manos la ligera capa de sudor que cubría su frente, y tomó una gran bocanada de aire.

Aburrido.

Luego de llevar aproximadamente cuatro cajas más y limpiar el piso, decidió que era momento de parar, ya no podía ver absolutamente nada, puesto que ya pasaban de las diez de la noche. Estiró sus brazos con alivio por haber acabado su trabajo del día, y se dispuso a darse un baño y dormir (como ya era costumbre) dentro del templo.

Sin embargo, unos ruidos extraños la pusieron alerta. Observó en todas direcciones forzando a sus ojos a mirar en la profunda oscuridad sin mucho éxito. Su cuerpo se estremeció al sentir a alguien cubriéndole la boca.

—Ssshhh...— musitó la persona que cubría la boca de la pelimorada. Su voz era suave y femenina.—Guarda silencio o te mataré.— amenazó con brusquedad.

Nozomi sonrió internamente y sintió su corazón latir con rapidez.

—¿Tienes vendas y medicamentos, sacerdotisa?— la pelimorada asintió con lentitud.—Tienes que ayudarme y me iré sin hacerte nada, ¿Cooperas? ¿O prefieres que lo haga por las malas?— Nozomi sintió como la persona presionaba lo que parecía ser un arma en su espalda, por lo que volvió a asentir con lentitud.—Buena chica,— dijo guardando el arma.— Vamos.— indicó, tomando a la ojiverde del brazo con fuerza, guiándola hacia el interior del templo.

Nozomi fue directo a encender la luz cuando la persona que la sujetaba soltó su brazo y se dejó caer al suelo.

La pelimorada giró su vista hacia aquella persona que la había amenazado, y se sorprendió al ver a una atractiva chica rubia de profundos ojos azules, pero su sorpresa fue mayor al ver toda la blusa de la chica cubierta de sangre.

—¿Que te pasó?— preguntó Nozomi luego de haber corrido por su botiquín de primeros auxilios.

—Me tomaron desprevenida y ese idiota me apuñaló.— reveló con una clara expresión de dolor y enojo.

—Relájate, trataré de curarte esa herida, aunque...— detuvo su habla, mientras comenzaba a levantar un poco la blusa de la rubia para poder curarla.—Vas a necesitar un doctor para que cierre esta herida, es profunda.—

—¡No!— gritó, más que de enojo de dolor al sentir como la pelimorada comenzaba a limpiar la herida.—La policía...Sí vamos a un hospital querrán saber que fue lo que pasó y llamarán a la policía para que investigue, no puedo permitir que me atrapen.— explicó cerrando los ojos con fuerza.

—¿Trabajas en algo ilegal?— inquirió, sumergiendo la pequeña manta llena de sangre en agua para luego volver a colocarla en la herida de la rubia.

—Soy una asesina a sueldo, — reveló, abriendo sus ojos para ver con seriedad a la sacerdotisa.—Así que más te vale no pasarte de lista.—

—Lo que te dije...— comenzó a decir mientras se mordía el labio inferior, mentiría si dijera que no se estaba comenzando a excitar por la forma de ser de aquella chica rubia.—Tengo una amiga que es doctora, ella podría ayudarte sin tener que ir a un hospital. —

—¿Como puedo saber que no es una trampa para entregarme?— la rubia arqueó una ceja disconforme.

—¿Mataste a alguien?— preguntó, con una clara expresión lasciva que confundió enormemente a la rubia, la cual comenzó a imaginar que estaba alucinando por la pérdida de sangre.

—Por supuesto. Es mi trabajo hacerlo.—

—Ella no dirá nada, es una amiga de confianza, además es una completa desinteresada por las cosas que hacen los demás.— continuó insistiendo.

—Esta bien, — accedió.— Pero...— Nozomi volvió a sentir nuevamente aquella arma presionando pero esta vez en su frente, algo que hizo que lograra ver el arma en cuestión, cosa que la hizo pasar saliva pesadamente por su garganta.—Si ambas tratan de pasarse de listas no dudaré en matarlas, ¿Escuchaste?—

—Te juro que no será así.— aseguró Nozomi.

La chica retiró el arma de la frente de la pelimorada y dejó caer su mano con cansancio.

—Te quitaré la blusa.— dijo Nozomi, para luego morder su labio inferior.

La rubia nuevamente quedó sorprendida por las expresiones de la ojiverde, más sin embargo asintió ante lo dicho por ésta última.

—Tienes un buen cuerpo.— no pudo evitar decir Nozomi en voz baja.

—¿Gracias?— vociferó entrecortada la rubia.

—¿Como te llamas?— trató de distraerse de sus propios pensamientos sacando un tema de conversación.

—¿Crees que soy tan tonta como para decirte mi nombre?—

—¿Honestamente?— la rubia se sorprendió ante esa respuesta. Esa sacerdotisa sin duda quería morir.

—¿Intentas jugar conmigo? ¿Acaso quieres que te mate?—

—No creo que puedas dañar a nadie en ese estado, linda.— su sonrisa fue estremecedoramente tranquila e inocente.—En cambio yo puedo dejarte morir si me apetece.—

—Tengo un arma, ¿lo recuerdas?— la rubia pensó que con eso había ganado aquella conversación.—Aún sí no tengo fuerzas solo necesito apuntar y jalar del gatillo para que mueras.—

—¿Piensas dañar a alguien con un arma que no tiene balas?— la rubia pasó saliva por su garganta con nerviosismo.

—¿Como lo sabes?— su voz sonó más temblorosa de lo que hubiera deseado.

—No soy tonta. Acabas de decirme que mataste a alguien, pero al parecer no todo salió bien y terminó apuñaladote, eres del tipo de chica que terminaría sus balas en una persona que ya ha matado solo por enfado.—  respondió Nozomi sonriendo.

—Tienes una mente bastante despiadada.— rió la rubia, evitando verse sorprendida ante la deducción de la pelimorada que, efectivamente, era correcta.—Eso no es apropiado de una sacerdotisa.—

—Puede ser.— se encogió de hombros con desinterés.

—Ayase Eli.— dijo de repente la rubia. Nozomi sonrió ante esto.—Me agradas, sacerdotisa.—

—Me halagas, Elicchi.— sonrió con dulzura, y continuó limpiando aquella herida que no paraba de sangrar.

—¿Cual es tu nombre?— preguntó con auténtica curiosidad Eli.

—Tojo Nozomi.— dijo elevando su mirada para ver directamente a los ojos a la rubia.—Es un placer.— aquella sonrisa hizo estremecer a Eli.

Literalmente será un placer...— vociferó en voz baja Nozomi, con una gran sonrisa.

Bad girl- NozoEliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora