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Ayer, fue un día demasiado y cuándo digo demasiado, es demasiado loco

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Ayer, fue un día demasiado y cuándo digo demasiado, es demasiado loco.

Mi lobo paso todo el día alterado y de no haber sido por lo supresores mi aroma no dejaría ambiente sin esparcirse.

Algo molesto, pues no puedo tomar más de dos supresores por celo, ya que me hacen muy mal, el último lo tome hace más de 14 horas y no se cuanto más logré aguantar.

—Hola —un chico castaño me sonrió y corrió la silla para sentarse a mi lado— ¿Se puede?

Aunque no me dejó responder y se sentó, igualmente asentí.

—Mi nombre es Kim Taehyung , ¿El tuyo? —su mochila cayó al suelo y me miró animado.

—Park Jimin, encantado —trate de no sonreír mucho para lograr verlo.

—Oh, vamos, deja las formalidades —extendió su mano— desde ahora en más podemos ser amigos que se hablan con confianza.

—Ok..  —abrí mi botella de agua y lo miré para pregúntale algo pero preferí que no— estaba algo nervioso pero gracias por sentarte conmigo.

—¿Si? —tomó los palillos y volvió a hablar— pregúntame lo que sea, tengo respuesta a todo y no te preocupes, siempre es bueno un nuevo amigo.

—Eh, ¿Aquí no vienen estudiantes de universidad?

—No, no es muy común, ¿Por qué preguntas?

—No por nada.

Bien, esto es incómodo.

Terminé de comer dejando la bandeja y los platos usados donde debía, mi nuevo amigo pidió que lo esperara y así lo hice.

Cuando estaba a punto de salir de la cafetería aquella alfa paso por mi lado con un grupo de chicas, quise esconderme detrás de Taehyung pero él la saludo como si nada.

—Deja de esconderte —me extendió un chupetín y lo tomé agradecido— igualmente se nota que estás ahí.

—¡¿De verdad?! —me sentí avergonzado— espera un segundo..

—Dime —entramos al salón y tomó asiento tranquilo.

—¿Conoces a esa alfa? —lo apunté con la regla que llevaba en la mochila.

—La pregunta sería ¿Quién no conoce a esa alfa? —se giró a verme divertido— es como el tipo ideal de toda la escuela, además de ser extremadamente amable para ser de su rango.

—Ah, ¿Y se llama..? —alzó una ceja un sonrió de lado.

—Te gusta —dijo terminando en un cantito.

—¿Qué? Claro que no —rasqué mi nunca— me llamó la atención no más.

—Tranquilo, mi hermano —palmeó mi hombro— todos empezamos por ahí.

Eres DulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora