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Hay noches que ni abriéndome las venas podría vaciarme de ti. Me sangran los pulmones de no poder respirarte, me va envenenando el recuerdo de tu saliva. Nada me ha dolido tanto como este silencio tuyo en que me perdonas la vida. Mejor me hubieras matado, en lugar de dejarme diciendo que me querías.
Irela Perea

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30 de agosto, Yorkshin.

Con el corazón latiendo rápidamente se hallaba preparándose para partir, revisando los preparativos para salir en cuanto le ordenaran, puntual y diligente había quedado con Senritsu en un café de la ciudad para revisar el perímetro y por qué no, así tener una visión más clara de dónde podrían estar, sabía que encontrarlos no sería cosa fácil pero confiaba en que tarde o temprano aparecerían.

-Tranquilo, llamas más la atención en ese estado de alerta – la joven bebía de su taza mirando atentamente al rubio, que con expresión vacía posaba los ojos en todo aquel que pasara por ahí.

-¿Lo crees? Solo debo estar atento a los posibles escenarios.

-El único sospechoso aquí eres tú – murmuró mientras mordía una galleta.

El teléfono sonó y rápidamente contestó, la respuesta del interlocutor no pareció agradarle pero con un mohín se puso de pie, terminando con el armonioso momento de café.

-Quieren que compremos dulces para la señorita Neon

-Ugh

Ser los guardaespaldas no era algo fácil, mucho menos placentero, pero debía seguir las órdenes si quería seguir ahí. Caminaron en dirección a las múltiples tiendas, comprando las cosas necesarias sin perder detalle de los alrededores, podrían servir de algo si planeaban rutas de escape, comprando los dulces no dudo en adquirir algunos caramelos para Gon y Killua si llegaba a verlos, pensó en Leorio, seguro le agradaría un libro…

-Anda, ve.

-¿Perdón?

-No hay prisa, y sea lo que sea que estés pensando te está dando mejores ánimos, esperaré aquí – la mujer acomodó su gorrito y se sentó en una banca sonriéndole al joven para darle más confianza, movió la mano indicándole que se fuera y negando con la cabeza el rubio comenzó a andar buscando una tienda de libros, al paso de algunas tiendas más adelante la encontró, no era muy grande pero seguro habría algo para él, entró después de un hombre no más alto que él y se dirigió a las estanterías, divisó los títulos atentamente hasta perder el objetivo de la búsqueda del libro en mente, hubo uno que llamó su atención y extendiendo la mano al mismo tiempo que otra persona.

-¡Perdón!

-Discúlpame tú a mí, tomaré el que está detrás

Kurapika asintió y tomó el libro, sin siquiera detenerse a mirar a la otra persona se adentro en las siguientes estanterías y escuchó a la misma persona preguntar si había otro tomo a un encargado, con un suspiro pesado regresó a sus pasos y mostró el libro al vendedor.

-El caballero está buscando uno de éstos – dijo levantando el tomo.

-Me temo que solo está disponible esta pieza – reconoció el vendedor.

Kurapika levantó la vista al pobre hombre que se había quedado sin el libro y lo miró, era alto y con porte, vistiendo un traje negro y una rara banda en la frente.

-Disculpa, puedes tomarlo – dijo extendiendo el libro al hombre de traje

-Oh no, no es necesario

-Descuida, quizás no tenga tiempo de leerlo y sería un desperdicio que me lo lleve

Chaînes et mensongesWhere stories live. Discover now