Capítulo 40 Richard y Eleonor

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El fin de semana que Candy y Terry dejaron a su hijo al cuidado de los abuelos pasaron cosas importantes que llevó a que el noviazgo tuviera que convertirse en boda.

Eleonor le había dado el biberón a Alexander y lo colocó en su pecho para que el bebe botara el respectivo gas, pero el niño le vomitó en poco en la blusa, Eleonor tuvo que cambiarse y colocarse una bata y en esas encantadoras fachas la encontró R...

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Eleonor le había dado el biberón a Alexander y lo colocó en su pecho para que el bebe botara el respectivo gas, pero el niño le vomitó en poco en la blusa, Eleonor tuvo que cambiarse y colocarse una bata y en esas encantadoras fachas la encontró Richard, quién en un descuido de Eli le dijo a la nana que por ese día se podía retirar que ellos se harían cargo. Entre los dos durmieron al bebé, luego una cosa llevó a la otra, la ternura dio paso al deseo, las tantas añoranzas, el amor y  deseo acumulado por décadas se abrió paso. Richard se atrevió a acariciarle el rostro y a besarle los labios una y otra vez, Eleonor hizo lo mismo, acarició sus blancos y sedosos cabellos.

-Eli siento que te amo cada vez más,  casémonos pronto, de una vez ¿ a qué esperamos? el tiempo no retrocede, aprovechémoslo y vivamos.

-Richard, yo......

-No, no digas nada Eli, solo siente, siente mi corazón, escúchalo es tuyo. ¿Me podrías amar nuevamente?

 -Yo también te amo. Estuve muy molesta contigo, pero nunca deje de quererte Richard.

-Eso me reconforta. Tenías motivos para estar más que molesta, pero olvidemos el pasado, vivamos el presente.

Los besos se hicieron más intensos, como hacía calor y tenían las ropas ligeras, éstas fueron sobrando, estorbaban. Richard beso el cuello blanco de cisne de su amada, quien le dio paso sin protestar, eso lo animó a continuar, sus manos volaron a sus senos, ella tembló de ansiedad.

-Te amo tanto Eli, déjame demostrártelo

-Si.

Esa fue la única palabra que salió de los dulces labios de esa hermosa mujer, que lo miraba con deseo y amor. Richard la fue desnudando, era más fácil, la había encontrado en bata, luego todo fue cayendo como cascada, bajo los embelesados ojos azules del caballero que destellaban. Acostada en la cama Eleanor fue acariciada por unas manos que como plumas delicadas fueron delineando su cuerpo, sus níveos brazos, sus largas piernas, su torso :

-Eres tan bella mi amor.

-Ya no soy la misma jovencita.

-Eres perfecta Eli, eres mi amor.

Después de deleitarse con la suavidad de su cuerpo, pasó a besar cada centímetro de su rostro y fue bajando al cuello, los pechos a los que dedicó especial atención, los besó una y otra vez mientras su mujer suspiraba y ella acariciaba su cabello, con los ojos cerrados para saborear las sensaciones que le estaba haciendo sentir aquel hombre que tanto amaba. Él continuó hacia su sur haciéndole sentir aquellas cosquillas y espasmos que ya casi ni recordaba, nervios, temor, ansiedad, desesperación, lo estaba comprobando una vez más, él podía llevarla hasta el cielo. Para Richard era cumplir su sueños, sus añoranzas, sus ruegos, esperanzas, todo, todo lo que había anhelado desde su separación, se estaba cumpliendo. Incontables noches había repasado y buscado en la memoria su perfume , quería disfrutar cada segundo de ese roce de sus manos al tocar esa suave y olorosa piel de seda, quería besar cada centímetro de ese cuerpo que había deseado por años, una y otra vez. Ninguna otra mujer había podido hacer que la olvidara y si alguna vez tuvo sexo con la Duquesa cara de Cerdo fue borracho, casi inconsciente y porque la regordeta mujer se le trepó encima y él  hizo el acto maquinalmente, con los ojos cerrados murmurando otro nombre:

Recuerdos y esperanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora