5. Salida

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Leon y Ellie encontrando a Ada Wong

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Leon y Ellie encontrando a Ada Wong.

Ellie contuvo su respiración, con el corazón latiendole en los oídos y la garganta cerrada. Sintió el miedo invadirla mientras veía que a unos metros de ellos estaba un doberman negro, con una apariencia espantosa. Claramente estaba muerto, tenía los ojos nebulosos, opacos, totalmente blancos, y partes de su piel parecían estar desgarradas y cayéndose a pedazos. Su sola postura, tensa y agresiva, con las orejas paradas como si estuviera a punto de atacar, hubiera logrado aterrorizar a la pareja, pero el añadido de su putrefacto estado lo volvía diez veces peor. 

El ataque de un doberman vivo ya era algo de temer, no quería ni imaginar el de uno zombie. Por instinto apretó la correa de cuero que le cruzaba el pecho, lista para darle la vuelta y tomar la escopeta, aunque no sabía si sería capaz de disparar de nuevo.

En menos de un parpadeo el perro les gruñó, mostrándoles sus afilados colmillos manchados de sangre. Cuando Leon se dio cuenta de que no tardaba en irseles encima dio una gran zancada para interponerse entre él y Ellie, al mismo tiempo que desenfundó su arma. Lo hizo justo a tiempo porque en ese preciso momento el doberman corrió hacia él. La rubia gritó y tuvo que moverse a un lado, porque el animal saltó sobre Leon y lo empujó hacia atrás, haciéndolo caer de espaldas al suelo. Tenía el antebrazo en el cuello del perro, intentando con toda su fuerza empujarlo hacia atrás para que no alcanzara a lastimarle el rostro, pero el doberman no dejaba de intentarlo; emitía un extraño ladrido, como si estuviera gruñendo al mismo tiempo, mientras se movía frenéticamente tratando de morderlo y le salpicaba de saliva mezclada con sangre.

Cuando Leon cayó al suelo soltó su arma, y había terminado bastante lejos de él, así que por más que lo intentó no logró alcanzarla. 

—¡Ayudame! ¡Ellie!

No fue hasta ese momento que la muchacha se dio cuenta de que ya tenía la escopeta entre las manos, pero, al contrario de la última vez, tuvo muchísimo miedo de disparar. Sintió sus brazos acartonados cuando levantó el arma, y un terrible pánico la invadió. El perro se movía tanto y tan rápido que no podía apuntarle, el terror punzante de darle a Leon por equivocación le arrebataba la respiración y le hacía temblar. Pero no podía quedarse ahí parada sin hacer nada, entonces cerró con fuerza los ojos y disparó. 

Todo volvió al silencio, los gemidos del perro se detuvieron, así como el ajetreo de sus movimientos. Ellie abrió los ojos con lentitud, con miedo de ver el resultado, en automático buscó a Leon y cuando lo vio tendido en el suelo no pudo evitar correr a su lado. Una oleada de tranquilidad le recorrió el cuerpo cuando, al hincarse en el piso, vio a Leon sin ninguna herida de bala, jadeando pesadamente y con los ojos cerrados fuertemente. 

—¿Estás bien? ¿Puedes levantarte?

Él asintió, aún con el ceño fruncido, y se incorporó cuidadosamente. Observó a Ellie y le dio una pequeña sonrisa, intentando transmitirle algo de tranquilidad. Seguidamente inspeccionó su brazo, buscando alguna herida, pero solo encontró restos de sangre y trozos de piel del perro. Cierto asco le revolvió el estómago, pero se sintió aliviado de que toda esa porquería no estuviera sobre su propia piel. Regresó su vista a la muchacha y la observó de arriba a abajo.

EVASIÓN » Leon S. KennedyUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum