1 Tonadas de melancolía

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Sua

Ser un estudiante de intercambio significa comenzar de cero en un lugar donde nadie sabe absolutamente nada sobre ti...

Es bastante agradable, al menos dentro de mi propia perspectiva.

Conoces gente nueva, lugares nuevos y maravillosos. Te alejas de tus padres para por fin darte un largo respiro de la misma rutina que siempre has llevado, pesada y un tanto aburrida.

La Universidad de Manhattan me dio esa increíble oportunidad. Dormitorios doble, cafetería, biblioteca; todo lo necesario a la palma de tu mano.

¡Adiós Arizona, hola Nueva York!

Cuando finalmente llegué al campus me pareció haber entrado a una mini ciudad llena de estudiantes yendo de aquí para allá con libros en mano y mochilas colgando de los hombros. La Universidad era tan linda a simple vista. Pequeños campos llenos de coloridas flores en su mejor momento, enormes arboles los cuales proporcionaban considerable sombra en grandes partes; había de todo y el ambiente se notaba perfecto para pasar una linda experiencia como estudiante. Sin embargo, el lugar podía ser acogedor, pero algunas personas... no exactamente.

La secretaria encargada de mi ingreso alzó una llave con una etiqueta colgando de esta misma y la agitó frente a mis ojos. Parpadeé con una media sonrisa en mi rostro.

-Aquí - señaló la mujer con un gesto poco agradable, sin una pizca de ánimo -. La llave de tu dormitorio.

Estiré el brazo. Tan pronto como la tomé regresó sus manos al teclado de la computadora a su lado y tecleó un par de cosas con rapidez.

-Estudiante de intercambio. ¿De dónde?

-Ah, Arizona - balbuceé torpemente.

-¿Qué parte de Arizona? - cuestionó sin mirarme.

Su tono de voz me hacía sentir despreciada. Aún así mi sonrisa siguió siendo la misma, cargada de alegría.

-Tucson - respondí.

El tecleo de sus dedos se detuvo de repente. Esta vez, me observó de reojo por un momento, frunciendo el entrecejo.

-¿Eso existe?

Su pregunta me provocó algo de inquietud.

-¿Estudió geografía?

A veces decía muchas cosas que podían ser tomadas a mal si no pensaba con detenimiento antes de hablar. Esa fue una de esas ocasiones. La mujer me lanzó una mala mirada, aparentemente ofendida.

-¿Debería poner en tu registro que eres algo insultante? - me mantuve en silencio mirando a un punto fijo del escritorio, divertida por lo que acababa de ocurrir. Hubo un suspiro frustrado de su parte -. Debes creer que vivirás una gran aventura de universitario mientras estés aquí, ¿no?

Asentí.

-Es una de mis expectativas - admití con emoción.

-Es una lástima. Tu rutina será tan devastadora que terminarás decepcionada. Los jóvenes creen que pasarán sus estudios despreocupados, asistiendo a fiestas y paseando de un lado a otro con una sonrisa en el rostro, pero ¿qué crees? - ladeó la cabeza - En realidad te la pasas encerrado en la biblioteca leyendo libros altamente aburridos a mitad de la noche con un litro de café a un lado pidiéndole a todas las estrellas que finalmente se termine tu sufrimiento.

Sus palabras me desconcertaron, y por otro lado me causaron gracia. Analicé lo pronunciado por ella y esa expresión en su rostro que denotaba tanto aburrimiento y desinterés. Lo que dijo con anterioridad se percibió tan personal al salir de su boca, lo que me llevó a creer que no estaba nada satisfecha con su ya pasada experiencia como estudiante.

M○○NLIGHTTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon