Biblioteca

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Otro día más en Hogwarts, la escuela de magia y hechicería.
Eran épocas de exámenes y Remus John Lupin estaba, como todos los años, persiguiendo y persuadiendo a Sirius Orión Black para que este tomara un libro y comenzara a estudiar.
Ya lo había hecho con James y Peter, quienes fueron más dóciles frente al hecho de estudiar, pero Sirius siempre fue el más difícil de convencer. El lobo ya no sabe si no acepta por no querer tocar un libro o simplemente por el hecho que el mayor de los hermanos Black le encanta hacerle la contra.

-¡Orión! Una sola maldita tarde de estudio es la que te estoy pidiendo, ¡por Merlín!, ¿¡puedes traer tu trasero hasta aquí?!- Exclamó Remus, ya exasperado con la situación.

-Moony, Moony, Moony, ¿Cuantas veces tendré que decirte que un Black no necesita estudiar? - Preguntó el pelinegro. -Y no me llames así, sabes que odio ese nombre. - Dice con una -según Remus- adorable mueca de disgusto. -Voy a aceptar tu propuesta únicamente porque me da pena haberte rechazado estos últimos días, créeme que fue difícil decirle que no a tu hermoso rostro, Rem.

-Solo cierra la boca y vámonos. - Finalizó un sonrojado Remus.

Este último tomó al chico con nombre de estrella por la muñeca y prosiguió a arrastrarlo por los pasillos de Hogwarts hasta la biblioteca.

-Hey, con calma Moons, los libros no se irán volando. - Dijo Sirius mientras reía, dejándose arrastrar por el hombre lobo.

_______

Ya en la biblioteca, ambos jóvenes buscaron la ventana en la que todos los años, (porque si, Remus John Lupin obligaba a los merodeadores a leer -al menos- un libro todos los malditos años), se sentaban a estudiar, la cual se encontraba en la sección prohibida. Se escabullían hasta allí así nadie los distraía de su estudio.
Remus se dirigió a uno de los estantes para buscar el material de estudio, mientras que Sirius se desplomaba en el cómodo sillón que la ventana ofrecía.
Lupin volvió con cuatro libros en brazos.
Sirius, al ver tantos libros de la asignatura que más aborrecía en manos de un ser tan hermoso, quizo desear que esta tarde de estudio acabe antes de siquiera empezar. Y no lo mal entiendan, el pelinegro realmente disfrutaba pasar tiempo con el lobo, contemplar su perfil, verlo leer, su ceño fruncido por la concentración, su sonrisa genuina cuando el responde alguna de sus preguntas correctamente, en fin, realmente le encantaba estar con Remus, pero se distraía muy fácil gracias a su misma presencia -y belleza-, lo que ocasionaba la irritación del lobo.

-Comenzaremos con herbología. - Sentenció Remus

-Ya qué. - Suspiró el más bajo, sabiendo lo que le venía.

El mayor de los Black no era muy bueno en esa materia que digamos, las plantas no eran lo suyo, por algo la tradición de su familia era nombrar a sus hijos como estrellas y no como plantas.
A Sirius el estudio le consumió absolutamente toda la tarde y solo logró aprenderse los nombres de dos hongos y cuatro hierbas distintas. ¡Ni siquiera recordaba para que se utilizaban!

Ya se estaba ocultando el sol casi por completo y la biblioteca se encontraba, en su mayoría, vacía. Remus decidió que ya fue mucha botánica para el animago, y para el mismo, así qué cambiaron de asignatura.

-Daremos un descanso de las plantas e iremos a Astrono-
-¡Oh vamos Moony! - Interrumpió el más bajo. -No pretendes que yo, un Black, estudie astronomía, ¿O si? - Exclamó indignado.

-Por Merlín, Pads, te recuerdo que hoy dijiste que "un Black no necesitaba estudiar" y aquí estas, siendo un asco en Herbología - Dijo, ya cansado, el lobo.

-Vamos Rem, de pequeño mi familia se empeñó en hacerme estudiar y aprender de memoria todas las constelaciones existentes, mira - Dijo Sirius, señalando las constelaciones por la ventana y diciendo el respectivo nombre de cada una.

Luego de que Sirius haya nombrado cinco constelaciones correctamente, Remus se empezó a exasperar.
-Bueno, ya entendí.

Sirius seguía nombrando.

-¡SIRIUS! Ya entendí.

El nombrado lo ignoró y siguió hablando.

-Por Merlín, ¡ORIÓN! - Exclamó Remus, riendo. -¡Ya bastaa! -

El pelinegro, por una milésima de segundo, admiro el perfil del castaño mientras sonaba su hermosa risa, y él, feliz de ser la razón por la cual el lobo se ríe, siguió, sin tomarle importancia al pedido del más alto, señalando y nombrando constelaciones.
Así hasta que, Remus, en un intento de callarlo, se subió a horcajadas de Sirius y se acercó peligrosamente a su rostro.
-¿Terminaste? - Susurró Lupin muy, muy, cerca de el rostro del contrario.

-Uh- ehm.. - Repentinamente Sirius, el merodeador más charlatan del grupo, se quedó sin palabras, y, nervioso, bajó su mirada.

-¿Huh? Mírame. - El hombre lobo lo tomó de la barbilla suavemente para luego conectar sus ojos con el ojigris.

La atmósfera había cambiado drásticamente y ni Sirius Black ni Remus Lupin podían entender como de una tarde de estudio pasaron a estar mirándose así de cerca en el sofá de la biblioteca en pleno atardecer, pero ninguno se quejaba porque ambos ansiaban que la distancia fuera nula.
Sirius, sin poder aguantar más con la tensión, eliminó el mínimo espacio que había entre ambos.
Sus labios tocaron los del contrario.
Y se besaron. Maldita sea, se estaban besando.
Si bien ambos habían experimentado este hecho con otras personas antes, este beso fue otro mundo. Crearon otro maldito mundo a partir de un maldito roce de labios.
Crearon un compás lento, para que pronto la pasión y fuerza abra el paso hacia ellos.
Fue tanta la tensión que ambos venían acumulando hace años, todo este tiempo tentandose con roces "accidéntales" o roces "amigables", que el beso fue una ola de emociones, amor e incluso excitación.
Un beso y Remus se olvidó de sus inseguridades.
Dos besos y Sirius se olvidó de todas las conquistas -que de todas formas casi ni recuerda- que tuvo para olvidarse de aquel hombre que estaba besando en este momento.
Tres besos y fue suficiente para que ambos desarrollen una adición hacia los labios del otro.

Remus colocó sus manos en la nuca del más bajo, tirando del cabello de este, mientras que Sirius sostenía con fuerza la cintura del alto, sin querer dejarlo ir.
Hasta que la necesidad de oxígeno se hizo presente y ambos se separaron lo suficientemente poco para únicamente dejar sus labios rozando los del otro.
-Maldita sea Sirius - Susurró Lupin.
-Merlín, Moons, si hubieses dicho que me besarías de esta forma si estudiaba contigo, no te hubiera hecho esperar tanto. - Dijo un agitado Black.
-Cállate Pads. - Susurra un sonrojado Remus casi sin aliento.
-Mejor cállame como hace un rato.

Remus no lo pensó dos veces y se lanzó a besarlo, esta vez menos suave y más caliente todavía. Sirius mordió el labio del contrario y este ahogó un gemido en su boca, permitiéndole al más bajo comenzar una danza -o guerra- de lenguas con el otro. Tomó las caderas del alto y las presionó con fuerza hacia abajo, haciendo que Lupin inconscientemente mueva sus caderas, comenzando así una adictiva fricción.
La excitación y calentura estaba presente en el aire, Remus, volviendo a tomar a Sirius del cabello, tirándolo con fuerza, hizo que Black tire la cabeza hacia atrás y el beso se corte.
Aprovechando esta situación, el castaño comenzó un camino de lamidas, chupetones y mordidas desde la mandíbula del más bajo hasta su cuello y hombros, dejando marcas por doquier para que el mundo sepa que Sirius Orión Black le pertenece a su lobo, y, al mismo tiempo, continúa con su movimiento de caderas que ya tenían a Sirius flotando en placer.
-Moony, por Merlín, vas a matarme, si sigues así no voy a tener problema en tomarte aquí mismo.

Remus se acercó a su oido, mordió el lóbulo de su oreja y susurró
-Hazlo.

Studying - WolfstarWhere stories live. Discover now