Capítulo dos.

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  Despierta de forma lenta, sin querer hacerlo. La luz blanca penetra en sus ojos fuertemente, logrando que tarde algunos segundos en abrirlos. Se siente atontado, como si se hubiera un gran golpe en la cabeza. Y aunque desea con toda su alma que eso sea lo que haya pasado, no lo fue.

  Está acostado en la camilla con sábanas blancas, notando que sus ropas con manchas de sangre fueron despojadas de él y ahora solo hay una bata de hospital celeste tapando su blanquecina piel.
  Su cuerpo entumecido duele, siseando cuando trata de moverse, pero se rinde debido a la incomodidad punzante en sus músculos. Pasa saliva con algo de dificultad, notando como su garganta está gritando por agua.

  Curioso y levemente asustado, pasa su vista por el cuarto. Blanco, tan claro que el color llega a perturbarle, queriendo tan solo irse de allí en ese instante, pues tampoco aguanta el olor a látex y medicinas del lugar.

  Un sillón.

  Margaret estaba durmiendo en el sillón a la derecha de la camilla.

  Hace amago de pararse para llegar hasta ella, su omega, pero.

  Un gemido lastimero y lleno de dolor llega en su cuello, punzante y súbito que lo hace retorcerse. Las imágenes de ayer en la noche pasando con rapidez en su cabeza, hasta que, recuerda.

  Recuerda la sensación de los colmillos del otro alfa en su cuello y el horrible sentimiento en el pecho, el lazo no deseado.

  Las lágrimas amenazan con salir, junto a su labio inferior tembloroso pero callado debido a sus dientes, que lo sostenían para no emitir sonido alguno. El rascar de su lobo en su torso no ayuda.

  Ruega que pare, en su desesperación. En su delirio y locura, arrepentimiento puro.

  Una enfermera beta pasa por la puerta.

  — Oh, despertó.— es lo que pronuncia, antes de dejar unos papeles en el escritorio a su lado. — Harry Styles, ¿Cómo se siente?— la voz fina llega a sus oídos, él tarda unos segundos en responder.

  — Me duele el cuerpo.

  — ¿Algún lugar en el que duela muy fuerte?— la saliva pasa dolorosamente por la garganta seca, traga fuerte e incómodo.

  — Mi cuello.— la ve balancear su cabeza a ambos lados, antes de comenzar a buscar cierta medicina en el escritorio.

  — ¿Siente algún malestar aparte de esto? ¿Puedo hacer o traerle algo?

  — Agua.— ella asiente, avisando que vendrá en tan solo unos momentos, ya que hay un expendedor del líquido transparente en el siguiente pasillo. Él no hace mucho por mientras, tan solo perder su mirada en el lugar, sin pensar, pues sabe que le hará peor. Está perdido.

  Murmura un gracias en cuanto el vaso descartable está en su mano, con otro asentimiento de la mujer allí presente.

  — ¿Puedo saber cómo terminé aquí?— pregunta en medio del silencio, viéndola a ella cambiar el suero.

  — Anoche, luego de la pelea, llegó la policía. No sé mucho de esto, la muchacha que está en el sillón hablaba demasiado rápido. Tampoco sé algo del otro alfa, creo que está en otro hospital para evitar problemas aquí contigo.— su lobo gruñe, él le susurra que se calle. — Te estabas desangrando, no es tan grave de igual forma, no se preocupe tanto por eso. Es solo debido a su naturaleza, ya sabrás que los alfas están hechos, por así decirlos, para marcar, no para ser marcados. Salía una cantidad de sangre preocupante de tu cuello, agregando que tienes muchos moretones gracias a los golpes. Nada roto, por suerte. Es por eso que está aquí. — termina de cambiar el suero, sonriéndole de manera tranquila.

Alfa. [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora