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Día 2: Fantasía.

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— Soy un fantasma.

— Eres el peor fantasma que he visto en mi vida y eso que solamente te he visto a ti fuera de las películas de terror.

— ¡Tú eres el peor humano que he visto! ¡No te asustaste!

— No tiene sentido eso, en ese caso sería el mejor humano del mundo por ser inmune a tus estupideces.

—  ¡Qué malo eres! ¡Deberías ser tú el muerto!

— ¿Ahora vas deseando la muerte a personas que todavía tienen la capacidad de estar vivos? Es muy desagradable de tu parte. 

— Deberías irte de aquí, no vamos a convivir bien.

— No me voy a ir sólo porque un fantasma con pésimo gusto estético y mal humor insoportable quiere que lo haga, yo pagué por esto, vete tú.

— ¿A qué te refieres con mal gusto estético? Yo no he decorado nada en años.

— Me refiero a tu desteñido cabello, pensé que si alguien moría al menos lo haría de forma decente, no con ese color horrible que más encima parece apenas decolorado, apuesto que ni siquiera usaste otro color encima de eso.

— ¿Y qué te importa a ti si no lo hice?

— Se ve horrible, me molesta visualmente, ándate.

— ¡Esta fue mi casa primero!

— Estoy pagando por ella, asúmelo.

El fantasma soltó un bufido, se veía lo molesto que estaba, pero Sakusa no estaba en mejores condiciones.

Finalmente había juntado el dinero necesario para poder mudarse por su cuenta. Había encontrado una casa barata y algo alejada de todos como quería, le gustaba su propio espacio, y lo primero que se encuentra al ingresar al que sería su nuevo hogar era un fantasma flotando por todo el lugar como si siguiera siendo el suyo.

Le cayó horrible desde el primer momento. No lo quería a su lado y ya estaba empezando a pensar cómo deshacerse de un ente aunque nunca antes se hubiera relacionado con uno.

Lo trató de ignorar el resto del día, a pesar de que muchas veces intentó hablarle para decirle que debía irse, no le importó y siguió acomodando sus cajas en las respectivas habitaciones en las que debían ir.

Su presencia era más que irritante. Sakusa era bastante bueno ignorando a las personas que no le agradaban y también lo que tenían para decir, pero el rubio superaba todos los límites que alguna vez limitó. Realmente comenzó a pensar en si debía irse.

No.

Ya había pagado por la casa al menos en un 50% del precio total y le quedaba poco para reunir el otro porcentaje. La casa era prácticamente suya, pero, ¿qué haría con alguien tan desagradable como él?

De a poco comenzó a sacar las cosas de sus cajas para ir dejándola en sus respectivos lugares. Aprovechando de limpiarlas antes de guardarlas, no quería ver ni una sola cosa fuera de su respectivo lugar.

— ¿Decidiste quedarte aún cuando hay un fantasma en la nueva casa? Qué raro eres.—No quería darle la razón en eso último, sabía que no mucha gente se quedaría de lo más normal en un lugar así. Pero no iba a admitirlo en voz alta.— ¿No te da miedo? Yo que tú me iría ahora mismo.

Us || SakuAtsu Fluff WeekWhere stories live. Discover now