"Everithing is perfect... too much perfect."

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Era un día hermoso sobre Insomnia, con los cielos despejados, un cálido sol abrazaba la tierra y una refrescante brisa se deslizaba aplacando al calor. En los jardines del palacio se podía escuchar una alegre música que provenía de una reproductora portátil, esta estaba sobre una mesa junto a varias carteras femeninas. La risa de cinco niños resonaba por el lugar dando alegría. Un pequeño de cabello rosa corría de la mano de una chica rubia y otra de cabellos plateados mientras eran perseguidos por un par de gemelos rubios y tras ellos corrían con alegría Pryna y Umbra. Los niños hiban de un lado para otro, entre las flores, alejandose a los árboles, entre las pequeñas carpas montadas, bordeando las mesas y sillas, chocando con algunos adultos o solo corrían alrededor de la fuente en el claro. Sentada en el borde de la fuete se podía ver a Gentiana con sus habituales ropajes y una sonrisa sencilla pero honesta, contemplar a los niños y alegre de la tranquilidad que se sentía, junto a ella, no tan animado pero con ligeras sonrisas se encontraba un apuesto chico vestido de traje al cual Gentiana regalaba complices miradas divertidas como si lo pillara en medio de una travesura y este rápidamente volteaba la cara, Ifrit comenzaba a sentir ese aprecio por los humanos que su hermana tanto se esforzó por enseñarle. No muy lejos de ellos estaban las dos carpas de lona que se habian puesto para el día de campo. En la primera había una larga mesa con sillas dispuesta para el almuerzo donde Luna y Cindy habían colocado el delicado mantel de encaje y ahora organizaban la vajilla. Estubo antes Iris ayudandolas pero esta al ver a los niños pasar corriendo y haciendole retos no dudo ni un segundo en unirse a ellos en la persecución. Las dos mayores reían con alegría mientras la observaban y luego recibían con esas calidas sonrisas a Talkott quien les había traido flores para terminar la decoración de la mesa. Sania y Holly por su parte ponían unas bonitas decoraciones entre globos, guirnaldas, luces y cerpentinas de colores, ayudadas por el amable Gladio, el cual cada un dos por tres recibia calidos besos en la mejilla como agradecimiento por parte de las chicas que lo hacían sonrojar. A unos pocos metros de la carpa serca de los árboles y rodeados de algunas flores, estaban la joven Aera acostada sobre una manta con la cabeza descansando sobre el regazo de Ardyn el cual estaba sentado y acariciaba los rubios cabellos de la chica mientras hablaban y se dedicaban calidas miradas de amor y cariño. Somnus contemplaba la escena con una dulce sonrisa de verdadera felicidad, estaba recostado a uno de los soportes de la segunda carpa mientras charlaba animadamente con Ravus con quien había hecho bueno migas. Y en esta segunda carpa habían varias sillas rodeando una mesita algo mas pequeña donde solo habían brochetas con carnes, quesos, algunas frutas y verduras acompañadas de algunas copas, en su mayoría a medio beber y dos botellas de vino. Con suma tranquilidad las sillas eran ocupadas por el Rey Regis, Nyx, Libertus, Cor, Jared, Cid y el rey Aldercapt que entre trago y bocadillo no hablaban como soldados y reyes ni como políticos, hablaban como padres e hijos o abuelos y nietos, como buenos amigos, el compartir como familia intercalando historias y anécdotas de la juventud de cada uno. Bajo la misma carpa estaba con la normal seriedad y desenvoltura culinaria que lo caracterizaba, Ignis frente a una parrilla preparando los platillos para el almuerzo y siendo ayudado por Aranea la cual resultó una buena asistente y compañera, además de ser muy divertida, era de las pocas que lograba que el de las gafas soltara algunas risas honestas y es que había que verla pidiendo a sus dos ayudantes que por un día se relajaran y se comportaran como miembros d ela familia y no solo soldados, aunque acostumbrados a la vida militar tras la mercenaria no era algo facil ganandose ambos los reproches de la mujer con cabellos de plata y entonces reía Ignis con ella para luego mirar con la dulzura de un hermano mayor a Noctis, este estaba sentado en un pequeño muelle que se extendía en aquel lago del jardín donde al príncipe le gustaba ir a pescar pero esta vez aconpañado por un niño de apenas unos dies años. El infante estaba emocionado de que su padre le enseñara a pescar a sabiendas de que era el pasatiempos favorito de este, a veces le tenían que reprochar al gatito del niño porque se intentaba comer sus pescaditos y Noctis difrutaba de aquel momento para dedicar a veces miradas fugaces a su amada o buscar sus ojos esperando que se encontraran y sonriera como tanto le gustaba. A toda esta, un rubio animado y extrovertido que se movía al ridmo de la música por todo el lugar, capturaba con su querida cámara todos los bellos momentos y a los protagonista de cada posible ecsena. A Promptp le encantaba ver a todos tan felices en sus fotos y que luego Cindy y sus dos lindos gemelos le dieran besos y elogios por las fotos así como sus amigos le daban las gracias por inmortalizar todos aquellos recuerdos. El chico quiso entonces un panorama mas amplio, se alejó para tener un mejor enfoque hasta que lo logró, desde donde estaba podía verlos a todos a través de la cámara, tomó una fotografía y no muy convecido alzó la cámara para tomar otra, pero lo que vio a través del lente fue tan horrible y alarmante que el chico rapidamente levanto la vista para confirmalo y en efecto. Frente a Prompto solo quedaba un páramo de aguas sucias, pasto seco y árboles marchitos. Un ambiente totalmente muerto y desolado que hizo que Prompto comenzara a llorar sin saber donde estaban su hermosa esposa y sus dos hijos, su mejor amigo y el pequeño hijo de este o la esposa de él que era su mejor amiga. La desesperación le engullia sin piedad y le mostraba una pesadilla horrible. Lo que se había mostrado como un hermoso paraíso, rapidamente ante sus ojos fácil se deshizo. Lo unico que perduraba era Gentiana, sentada en la misma fuente que ahora estaba seca con enredaderas trepando por ella y sin flores que decoren sus aguas. Pero no reía Gentiana como en la visión de Prompto, ahora estaba sola y su rostro era de dolor, tristeza y pesar, podía saberce facilmemte por las dos lágrimas que recorrían sus mejillas. Prompto no entendía nada y en medio de su confusión vio descender a Bahamuth desde los cielos, arrastraba consigo las oscuridad y una vez se detubo en medio del valle el rubio comenzó un llanto desesperado abrazando su cámara y preguntando por que era todo aquello, calló de rodillas y seguía sus lamentos, imploraba por sus seres queridos, suplicaba clemencia y piedad pero aun con toda sus desesperación encima oyó la más fria y seca respuesta de Bahamuth resumida en que así lo habían decidido los Sydereos. Prompto ante la respuesta entró en colera pero solo le sirvió para que el paisaje se destruyera por completo y lo dejara callendo en una horrible y eterna oscuridad, fría, triste, sola y vacía. Se llenó entonces el chico, los pulmones con todo el aire que pudo para luego dejar salir un grito desgarrador, el mismo que lo devolvió a la realidad. Prompto se despertó en su habitación, la luz de la luna entraba por la ventana iluminando parte de esta, el reloj en la mesa de noche marcaba las tres y media de la mañana, el rubio respiraba agitado mientras trataba de calmarce. Se sentó en el borde de la cama y bebió un poco de agua que había dejado en una jarra junto a su cama. Llevaba varios meses con sueños así, él sabía por que, aun no lo superaba, tal vez no lo superaría nunca, tal vez salir de Lucis fue un error pero no tenía mucho más que hacer. En Lucis los recuerdos lo atormentaban y no quería eso, había desistido hasta de Cindy, una mañana tomó sus pocas pertenecias y se volvió a Niflehim, su lugar de origen. Ambos reinos ya tenían nuevos monarcas y Prompto vivía en la ciudad de Tenebrae donde se había montado un estudio como fotógrafo profesional. Pero sin importar lo que hiciera se hacía muy difícil superar las muertes del Rey y de Luna, por sobre todo no conseguía sacar de su cabeza la imagen de Noctis atravesado por aquella espada en el trono solo porque los Sydereos así lo decidieron. El rubio concluyó en que no tenía sentido darle más vueltas al asunto de las que tenía, no lo llevarían a ningún lado, es por ello que volvió acostarce, miró la luna y se durmió esperando no soñar nada raro... al menos por un rato.

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