dos

176 10 1
                                    

-Hola -dijo frágilmente Lucy.

-Hola cariño ¡feliz cumpleaños! -la voz de su tía llena de entusiasmo y cariño hizo que los ojos de Lucy se llenen nuevamente de lágrimas- ¿Como estás? -Lucy miró nerviosa a Abraham como si estuviera pidiéndole permiso para hablar, él le sostuvo la mirada fríamente. Ella deseaba tanto poder decirle la verdad a su tía, decirle como realmente se sientía, decirle lo mucho que detestaba a su padre por ser un alcohólico que abusaba de ella cada noche, decirle sobre el dinero que le mandaba cada mes terminaba malgastado en alcohol, apuestas y quien sabe que otras cosas más, pero no podía, el miedo la controlaba todo el tiempo.

-Bien tía, muy bien  y ¿tú? ¿como estás? -intentaba sonar lo más normal y convincente posible, pero falló, su voz sonaba apagada.

-Muy bien cariño. Lucy, ¿segura que te sientes bien? Te noto un poco... -se quedó en silencio un momento- triste -esta vez el tono de su tía era de preocupación.

-Estoy bien, de verdad. No te preocupes -hizo un gran esfuerzo para que las lágrimas no recorrieran su rostro.

-¿Es por la escuela? -Lucy frunció los labios al instante, ella no iba a la escuela, pero le encantaría poder ir a una, tener amigos, hacer los deberes, poder vivir una vida normal. Su tía carraspeó llamando la atención de Lucy, estaba tan absorta en sus pensamientos que había olvidado la llamada por completo, la verdad es que no quería hablar con nadie, sus ánimos estaban por el piso. Abraham impaciente hizo un gesto señalando su reloj barato y gastado indicándole a Lucy que cortara la llamada.

-Tía, eh bueno, tengo que irme. -dijo casi en un suspiro- muchas gracias por el dinero y por llamarme.

-Oh cariño, con mucho gusto y Lucy si te sucede algo, házmelo saber, por favor -"llegas a decir algo sobre toda esta mierda a tu tía y la mato a ella y a ti juntas, hablo en serio." los recuerdos de las palabras de Abraham resuenan en su cabeza una y otra vez con el mismo tono amenazador de como él le habló la primera noche que ella durmió en ese sótano. La culpabilidad de saber que el dinero que envía su tía termina en la basura le atormenta cada noche, se sentía como una sucia rata, una traidora, pero tampoco quiere que le suceda algo a su tía. Pues su padre la había amenazado.

Lo que no sabe es que Abraham es un hombre lleno de mentiras.

-Claro tía, gracias de nuevo, te deseo un lindo día.

-Igual y cuídate mucho Lucy. Te llamaré pronto.

-Gracias, igual adiós.

-Adiós cielo -cuelga al instante y le pasa el teléfono a Abraham. Él lo toma con brusquedad y sale del sótano dando un portazo.

Lucy no puede dejar de pensar en la conversación que tuvo con su tía hace un momento, se siente culpable por todo, por no decir la verdad, por haber hablado tan fríamente con su tía a traves del teléfono, por sentirse tan débil. Mientras estaba absorta en sus pensamientos, el frío se intencificó y los huesos de sus piernas comenzaron a doler, se levantó del rasposo suelo, un quejido se escapó de sus labios por el dolor en sus costillas y se dirigió al baño caminando débilmente.

Era lo único bueno de ese lugar según ella, tener baño y agua caliente, gracias a Marge que también pagaba los servicios; limpió unos pocos rastros de sangre de su labio inferior con la blusa y decidió quitarse la ropa para tomar una ducha, ya que, llevaba semanas sin darse una; abrió el grifo y un tibio chorro de agua abrazó su cuerpo, sus músculos se relajaron, el sonido del agua le distraía de sus pensamientos, pero abría paso a su imaginación, a ella le gustaba imaginar mil y una cosa cada vez que tomaba un baño, en especial le gustaba imaginar la sonrisa de su madre y que el tibio calor del agua era su madre abrazándola con cariño. Se quedó ahí unos cuantos minutos, después salió de este un poco limpia, usando la misma ropa y con su cabello castaño empapado.

Lucy. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora