18. La estampo contra la pared (padre nuestro que estás en el cielo)

Start from the beginning
                                    

Las puntas de sus dedos tocaron vacilantes mis mejillas y la sentí tragar saliva bajo mi mano cuando su espalda chocó contra la pared.

—¿Es tu novia? —pregunté contra sus labios.

Noah parecía estar haciendo un esfuerzo por pensar lo que fuera a decir, pero sus pensamientos eran constantemente interrumpidos por mis besos. Balbuceo algo y luego soltó una palabrota cuando enterré mi rostro en su cuello. Tomé eso como un incentivo y le dejé un beso. No fue largo, ni corto, pero sí lo suficiente como para hacerla estremecer.

—Aguarda —me detuvo. Levanté la cabeza para verla y le alcé las cejas con curiosidad. Una de sus manos había subido hasta mi hombro, aunque no sabía si era para mantenerme lejos o cerca—. No, ella no es mi novia. Yo sólo...

—Entonces vuelve conmigo.

Resopló con frustración.

—¿Y si me dejas terminar? —me pidió. Presioné los labios para no volver a hablar, pero no me aparté de ella. Uno de mis brazos aún seguía alrededor de su cintura—. ¿Estás haciendo esto porque estás celosa?

—¡Claro que estoy celosa! —solté como si fuera obvio. Estaba segura de que lo era—. Pero eso no significa que no quiera estar contigo. —Tomé su rostro entre mis manos. Por alguna razón ese gesto pareció tomarla desprevenida, porque me miró con sorpresa—. Vuelve conmigo —repetí.

Y volví a besarla.

Sus dedos se enredaron con mi cabello tras mi nuca y presioné su cadera para mantenerla cerca.

—Deja de esconderme —me pidió entre besos—. Por favor.

Tomé su mentón para levantar su rostro con cuidado y busqué sus ojos.

—Sal conmigo. Sé mi novia —dije—. Con toda esa mierda incluida. Te presentaré a mis padres y haremos picnics en el parque. O lo que sea que hagan las lesbianas de tiktok.

Noah rio. Era lindo de ver porque sus ojos se estrechaban hasta casi cerrarse.

—Está bien —dijo y pude volver a respirar.

-.-.-.-

No nos cruzamos con la chica cuando salíamos del área del cine, pero convencí a Noah para que le escribiera una excusa y unas disculpas cortas.

Desafortunadamente con quien sí nos reencontramos fue con Jade en el patio de juegos. Estaba compitiendo contra una chica en el tejo y parecía tomárselo tan en serio que sentí un poco de pena por ella luego de que la destruyera.

Noah no quiso dejarnos ir cuando se enteró que estábamos aquí para hacer un trabajo y nos obligó a terminarlo.

Incluso corrigió las faltas ortográficas de Jade, aunque él le pidió expresamente que no lo hiciera. Y, de hecho, creo que le irritó un poco que no le hubiera hecho caso, pero a Noah no le podía importar menos Jade.

Luego de eso me quedé a dormir en su casa todo el fin de semana.

Fue mucho más difícil levantarnos para ir a clases el lunes. No sólo porque nos habíamos quedado hasta la madrugada hablando, sino porque ninguna de nosotras se quiso levantar con el frío de las siete de la mañana cuando podíamos cerrar los ojos y quedarnos bajo las mantas.

Por eso llegamos tarde esa mañana.

Las puertas se habían cerrado hace veinte minutos y la entrada estaba desierta, a excepción de la portera que nos exigió nuestros cuadernos para dejarnos entrar.

—¿Recuerdas a ese tipo que nunca faltaba? —me preguntó Noah mientras se echaba la mochila al hombro.

—¿Dante? —adiviné y crucé la puerta de entrada.

¿Escuchas Girl in Red? | PRONTO EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now