At Gwanghwamun.

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Estúpido. ChoKyuHyun era estúpido y masoquista. Sin embargo seguía; no iba a defraudar aaquel maravilloso público que había ido a verle cantar. “Tú vasa ser solista, yo me voy a casar. No somos dos niños Kyu-ah” palabras ajenas como esas resonaban en su cabeza a cada que una nueva nota musical era producida satisfactoriamente por el pianista que lo acompañaba esa noche. Era trece, era diciembre. Era el día.

En los doramas que su madre solía ver cuando era más joven este era el justo día en donde todo el dolor tendría que desaparecer y un dulce “felices por siempre” comenzaba. Pero no era así, y no iba a ser así. SungMin estaba al otro lado de la ciudad, junto a sus mejores amigos –sus compañeros de grupo–, probablemente ya dando el “sí, acepto”.

— ¿KyuHyun? —volteó casi en el acto al escuchar su nombre. Su manager le miraba asustado. Oh Dios, tenía la vista nublada.

Carraspeó la garganta, alzó la mirada e intento volver a ese ensamble frio y falso que lograba caracterizarlo en los últimos meses. Para ser exactos, desde mediados de septiembre. Se disculpó con el público haciendo una venia y pidió al pianista volver a comenzar la pieza. Salir corriendo como en los doramas de su madre no serviría de nada. ¿Qué iba a hacer? ¿Llegar a la boda de su supuesto mejor amigo y decir “yo me opongo”? Patético. El tiempo para remediarlo había pasado, o quizás ni siquiera había existido.

La canción comenzó una vez más y entonces lo recordó con claridad;

“Kyu-ah, me voy a casar. SaEun y yo nos casaremos en diciembre.” Dolía, claro que dolía. Pero estaba bien. SungMin había tomado una elección que ni siquiera él pudo tomar en tantos años de relación. Y es que a eso se le podía llamar relación. Quizás él era el único iluso que osaba ponerle tal nombre. Que él se hubiera enamorado de SungMin no significaba directamente que este correspondiera sus sentimientos. Aunque, si lo pensaba mucho, podía aun convencerse de que era así. Que los brazos, los besos y los “te amo” no era algo que este había dicho porque sí. Cuando KyuHyun los decía eran de verdad; él no iba cantándole a media SM que la quería ni mucho menos, ni siquiera a sus compañeros de grupo con los cuales convivía hace más de diez años. Sólo a SungMin, él era la excepción a muchas reglas. Incluso a la de enamorarse.

처음이었어 그토록 날 떨리게 한 
La única persona que me hizo ponerme nervioso por primera vez.
사람은 너뿐이잖아
Fuiste tu.
누구보다 더 사랑스럽던 네가 왜
A la que una vez amé por encima de cualquier cosa.
내게서 떠나갔는지
¿Por qué te fuiste?
오늘 바보처럼 그 자리에 서 있는 거야
Hoy me presento como un tonto aquí.
비가 내리면 흠뻑 젖으며
Como si la lluvia cayera.
오지 않는 너를 기다려
Estoy esperando a la persona que nunca volverá.
나는 행복했어
Una vez fui feliz.
그 손 잡고 걷던 기억에 또 뒤돌아 봐
Recordando cuando entrabamos de la mano.

Milagros aquellos que se hacen al cantar mientras se tienen un nudo tremendo en la garganta que amenaza explotar con cada segundo. Podía incluso jurar que sus ojos aun estaban algo rojos de la noche anterior, aunque la maquillista hubiera hecho un grandioso trabajo. Tenía la garganta lastimada, dolía con cada palabra. Tantos gritos de la noche anterior y berrinches de niño chico le estaban sacando factura; no lograba las notas altas que normalmente alcanzaba con facilidad. Las mismas notas musicales que su Hyung siempre decía que admiraba.

“Escuché que serías nuestro decimotercer integrante, ¿eh?” El tiempo pasaba demasiado rápido cuando ni siquiera se quería. En aquel entonces ni siquiera se imaginaba a si mismo soltando suspiros de quinceañera por un muchacho mayor que él pero más bajito. “Mi nombre es SungMin, nos llevémonos bien.”Quizás se habían llevado demasiado bien desde el principio. Debió haberse alejado desde el momento en que los celos se hicieron presentes. Desde que comenzó a molestarle que Min le diera abrazos a otros integrantes de la banda o pasara más tiempo con RyeoWook que con él. Debió decir alto antes de comenzar a verlo con ojos diferentes; desde el día que supo que no era una relación donsaeng-hyung, sino algo más.

“¿Te arrepientes de algo?” La respuesta más rápida era un “no” aunque si tuviera la oportunidad de ahorrarse el dolor que sentía lo haría. Finalmente, después de casi cuatro minutos la canción terminó y pudo darse el lujo de bajar la mirada con desanimo. “¡Que gran actuación!” fueron las palabras de su manager cuando bajó del escenario y paso por su lado. Actuación; sí claro, que buena actuación.

Al llegar a su camerino lo primero que hizo fue pedirle a una de las chicas allí que encendiera al televisor y lo dejara en el canal de farándula. Después de eso se tiro al sofá e intento amablemente –aunque no lo logro– pedirle a todos los presentes que se retiraran de la pequeña estancia. La puerta de sello con llave finalmente cuando la última muchacha salió. Dejaría que la televisora con la noticia de la boda del amor de su vida lo matara. Estaba bien, ahora eran él y su música; ya no más Lee SungMin.

Adiós. { KyuMin | Oneshot }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora