horribles cosas

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En el momento en el que Margaret se dirigió a su locker, no podía creer lo que sus ojos veían. Había flores. Justo en su casillero. Estaba tan aterrada al verlas que la respiración comenzó a fallarle y su corazón iba a diez mil caballos por segundo. El sudor le bajaba por la frente como si estuviera haciendo trece horas de gimnasia

—Maggie, ¿qué te sucede? —preguntó su amiga preocupada.

—Dylan, quita esas horribles cosas de allí—habló Margaret sin hacer caso a la pregunta.

Su compañera no entendía lo que le sucedía. Lo único raro que había eran unas lindas flores para Margaret que probablemente vendrían de algún admirador secreto romántico empedernido.

—Margaret, ¿por qué dices eso? Parece ser que es un regalo de un lindo muchacho dijo Dylan mientras intentaba alcanzarlas pero Maggie no dejó que las toque.

—Cierra la boca y tíralas a la basura—expresó la joven sin vacilar tratando de mantener la calma e ignorando el pequeño papel que sobresalía.

Dylan, sin decir más, las tiró. Le había dado algo de pena ya que le resultaba un gesto tierno y dulce que, probablemente a ella no le pasaría nunca en su vida. 

Ambas caminaron hacia el patio sin mirar hacia atrás. No hablaron hasta después de unos minutos sobre un próximo examen de álgebra. A Margaret le importaba un comino. A Dylan también. 

antrofobia; {{m.c.}}Where stories live. Discover now