No lo dejo terminar.

—Estoy preocupada y tengo ganas de gritar, no sé cómo lidiar con el hecho de que Row está a punto de hacerse análisis para revisar que el cáncer no haya vuelto. ¿Qué hago, papá? Él parece tan preocupado y triste que no sé cómo ayudar, soy torpe, solo pienso en todo lo que hago mal. Cuando necesitaba consuelo me dio chocolate caliente, siempre sabe qué hacer o decir para hacerme sentir mejor. Y yo estoy aquí como una estatua, temblando, porque me aterra que le pase algo, porque no soporto verlo tan asustado. —Respiro hondo para recuperar el aliento, pues me he quedado sin aire por mi discurso tan precipitado—. Tú sabes de estas cosas, ¿qué tengo que hacer?

Hay un minuto de silencio, tengo que comprobar que siga en la llamada. Afortunadamente no tengo que repetir mis preguntas.

—Sé de esas cosas y cómo hacer contención, pero él no necesita un doctor ni un terapeuta, hija, te necesita a ti. Cuando te dio chocolate caliente, ¿qué fue lo que te hizo sentir mejor?

Me quedo callada recordando el momento, los dos en la cama, él tranquilizándome con su presencia. Mi vista se levanta para buscarlo, sigue ahí, llenando los documentos.

—Fue él, que se quedara conmigo.

—¿Lo ves? No tienes que hacer nada, solo quedarte ahí y sostener su mano.

El nudo en mi garganta no se va, ni siquiera al tragar saliva.

—Gracias, papá. —Hago una pausa—. T-tengo que ir con él.

—Me llamas si necesitas algo y para mantenerme informado, ¿de acuerdo?

Afirmo con un sonido. Guardo el móvil en el bolsillo de mi pantalón luego de colgar y vuelvo a mi lugar junto a Hortensia, quien me da una sonrisa amigable, aunque cargada de cierta angustia. Regreso justo a tiempo, pues Row vuelve dando pasos cortos, con la cabeza gacha. Se sienta junto a mí.

Lo miro un instante que me sabe eterno, pues podría perderme durante horas recorriendo las avenidas de su rostro, buscando las respuestas a todos los enigmas del universo.

Alcanzo su mano apretada en un puño que se relaja tan pronto siente mi toque. Lo sostengo llevando su mano a mi muslo, en donde entretejo nuestros dedos. Voy a inclinarme para acercarnos más, pero él lo hace primero. Se aproxima y esconde su cara en mi cuello, su respiración profunda y aliento caliente me provocan un escalofrío. Lo nota, pues deja un beso en mi piel erizada.

—Gracias por estar aquí —susurra.

Quiero mirarlo, no obstante, está escondido, así que me conformo con acariciar el dorso de su mano, sus nudillos.

—No hay otro lugar en el que quiera estar —respondo.

—Si esto es demasiado, si te sientes presionada de alguna forma...

Lo interrumpo.

—Row, en lo único que puedo pensar es en que quiero estar contigo para escuchar que estás bien y, si por alguna razón no lo estás, también me quedaré junto a ti.

Una sonrisa aparece en sus labios, lo sé porque puedo sentir el movimiento.

Él se tensa cuando la enfermera nos dice que podemos pasar. Vamos hacia otra sala en la que hay sillones, en el fondo se alcanzan a ver cubículos cerrados por cortinas de tela.

Row se saca la sudadera, su madre se apresura para tomarla. Él toma un respiro tembloroso antes de seguir a la enfermera. No le quito la mirada de encima, tampoco elijo un asiento, pues estoy demasiado ansiosa como para quedarme quieta.

En el cubículo de Row queda una rendija, pues la enfermera no cerró por completo la cortina, así que puedo verlo ofreciendo su brazo para que le pongan una liga alrededor. Me duele el alma cuando aprieta sus párpados para no ver la jeringa, su mano libre se cierra en el descansabrazos de la silla hasta que sus músculos y venas saltan por la fuerza, su rostro es invadido por la desesperación. Mira de reojo a la enfermera y, justo cuando va a picar su brazo, lo mueve y dice algo.

Maldición Willburn © ✔️ (M #1)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن