En esta noche y en esta luz una brillante letra "A"

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"Se que eres retorcido, pero, amor, yo también lo soy. "-Perfect.

Capítulo 5

Esa misma noche a las dos de la mañana fue que la vida decidió emprender camino, escapando por su ventana hacia los caminos más inesperados, separándose de la carretera que todos seguían; se dejó hundir entre la fría hierba con la loca idea de llegar al mismo destino. Cada paso en adelante sería crucial, no debía dar un solo paso en falso o corría el riesgo de perderse en la oscuridad de la noche. 

Eren se sintió profundamente agotado, los ojos le ardían y la cabeza comenzaba a dolerle como si cada trago preparado hubiese sido bebido por el mismo. Odio esa sensación de sus ojos cerrándose, de parpadear más largamente para dejarlos descansar aunque sea un pequeño momento.

Hizo un último truco frente a unos clientes (no haría más hasta sentirse mejor luego del descanso) y se concentró en atender las órdenes. Tenía las manos frías por haber sacado el hielo de la nevera para entregar unas cubetas, sus dedos temblaban cuando empuño el cuchillo rumbo a una dorada piña. El cuchillo alcanzó la punta de su dedo, cortándole. —Auch.

Jean le dirigió una mirada desde el otro lado, y se acercó, le arrebato el cuchillo luego de mirarle el dedo.
—Ve, quince minutos —y le dio un suave empujón.

Eren dudo, había mucha gente.

—¿Seguro?

—Sí.

Sus ojos debieron reflejar su agradecimiento porque Jean le miró suavemente. Entre ellos existía un compañerismo que Eren apreciaba mucho, no es que fueran los mejores amigos, pero ambos se ayudaban y apoyaban en todo lo referente al trabajo, haciéndolo menos pesado para el otro. 

Le dio las gracias y camino hacia los baños, podría haber ido al almacén, pero era consciente de que llevaba tiempo sin ser limpiado y no deseaba que una rata se le montara. En el almacén solo había botellas dentro de cajas de cartón, ósea el hogar perfecto para arañas y bichos. 

Saliendo de la barra se metió entre las mesas evitando la pista de baile, no se detuvo a hablar con ningún mesero y se dirigió directo a los sanitarios.

Antes de ser un antro el establecimiento fue un restaurante familiar de comida Italiana, por esa razón poseían unos baños más grandes a los que se acostumbra ver en clubes. Habían sido remodelados de manera en que la iluminación era tenue y de un tono morado, ya que según el dueño unos baños bien iluminados no son necesarios en un club.

Era por el hecho de haber sido un restaurante que existía un cubículo para discapacitados.

Eren evito todas las puertas y los ruidos salientes de su interior hasta que llego a “ese” último. El baño se utilizaba como un almacén para los instrumentos de limpieza y se mantenía cerrado con una pequeña cadena y candado. Eren abrió el candado y se lo guardo en el mandil junto con la cadena y la llave que solo Jean y él utilizan. Empujó suavemente y se metió dentro.

Para cerrar la puerta solo coloco malamente la cadena y empujó una caja de limpiadores para que no se abriera con facilidad. Luego se dejó caer sentado sobre el asiento de porcelana, tiro su cabeza hacia atrás dejando a su frente tocar la pared, estirando su espalda, y suavemente cerró los ojos.

Escuchaba todo los ruidos de fuera, el antro seguía ahí afuera con todo el bullicio, pero en ese momento no le tenía moliendo sus secos. Con gusto pudo sentir sus pies descansar luego de tanto tiempo estando de pie. Y entonces comenzó a pensar en su cama y en lo suave que se sentiría cuando más tarde se hundiera en ella. No en ese cubículo frío, si no en su cama donde no hubiera eco de música y risas.

Falsa confianzaWhere stories live. Discover now