El mundo de mi enemigo es una bola de cristal

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"Yo también podría querarla, como tú." - Perfect.

Capítulo 4

Unos toques a su puerta le despertaron. —¿Quién es?

Una voz infantil le respondió del otro lado de la madera—: Dice mi mamá que si vas a comer antes de irte.

—¿Qué hora es? —su voz soñolienta.

—Son las seis y la mitad. —le respondió luego de haber revisado el reloj que colgaba en el pasillo e intentado descifrarlo.

Eren miró a la ventana, las pesadas cortinas oscuras ocultando la luz del exterior.
—Quizá me dé tiempo de comer algo rápido, muy rápido.. —murmuro para sí mismo.

—¿Qué dijiste? —le pregunto el niño al otro lado acercando su oído a la puerta.

Eren se quitó el pesado cobertor y se sentó en el filo de la cama, luego se levantó y camino hasta el closet. —¡Ahora bajo! Dile a Petra que no se preocupe, ya veré que me cocino.

El niño asintió aunque no le viera y bajo las escaleras dando de saltos.

Los ojos de Eren aún pedían descanso, no deberían pues durmió toda la mañana y gran parte de la tarde. Pero en realidad casi nunca consigue sentirse totalmente repuesto de las desveladas.

Camino a la ventana y la abrió totalmente para que el aire entrara, apartando por completo las cortinas porque no soporta el olor de su cuarto encerrado, es debido a sus ropas de la noche anterior, apestan. Es algo normal pues no se puede evitar que el penetrante olor a cigarrillo y alcohol las impregne. 

Se tomó un momento para mirar por la ventana y respirar el aire limpio, ese día el cielo era de un color naranja con unos preciosos tonos rosados entre nubes. Le pareció muy tranquilizante, le gustan las cosas que destilan paz. 

Se había apresurado a comer y lavar su ropa, luego se dio un baño rápido. Al salir se alborotó el cabello con un poco de cera pasándole el cepillo y la secadora hasta lograr el efecto rizado en las puntas que le gusta, se puso su corrector de ojeras y se rocío perfume sobre el cuello, plancho su camisa a toda prisa y se la puso cuando aún guardaba calor, por último se abrochó el cinturón sobre su pantalón negro tipo vestir de talle alto.

Unas horas más tarde Eren estaba detrás de la barra sonriendo a todo aquel que le pedía un trago, haciendo algunas bromas e inclusive riendo con los clientes.

Jean le había felicitado por llegar a tiempo. Usualmente llega tarde porque el transporte siempre es muy lento, tiene que apresurarse a juntar dinero para comprarse un automóvil.

El tiempo dentro del antro se le iba relativamente rápido porque siempre estaba en movimiento, y cuando realmente comenzaba a sentirse cansado era en la madrugada. Todo iba como de costumbre y nada apuntaba a que sería una noche diferente.

Pues bien, a las doce de la noche se le acercó Sasha, una de las meseras más jóvenes. —Oye Eren, ¿tienes una cajetilla de sobra? Es que se me acabaron las mías, en el descanso iré a comprar más a la farmacia y te la repongo.  —cualquier otro se lo hubiera puesto difícil porque es de donde ellos sacan más ganancias. Pues es bastante común que los clientes pregunten por cigarrillos y los meseros (también los Barman y Bartenders) suelen revenderlos al doble o al triple de su precio, inclusive por separado. No es exclusivo de los cigarrillos, en realidad lo hacen con casi todo, las cubetas, las botellas, los tragos, etc.

Eren admite que en su época de mesero se aprovechaba de los más borrachos para subirles los precios de manera escandalosa, ciertamente también solía sacar las billeteras a los más perdidos e inclusive robaba algunos teléfonos cuando les veía descuidados. 

Falsa confianzaWhere stories live. Discover now