Advantage

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Cerró la taquilla con fuerza; como era de esperar, seguía con un humor de perros. Sabía que los demás no tenían la culpa de nada, así que intentaba no ser desagradable con ellos, pero era muy difícil. Aun así, nadie le había dicho gran cosa, seguramente por la atmósfera negativa que desprendía.

Estaba en los vestuarios con la mayoría del equipo, agradeciendo que Shindou todavía no hubiera llegado. Se oían voces y comentarios de fondo, de sus compañeros de equipo que hablaban animados sobre sus planes para el fin de semana o sobre lo contentos que estaban acerca de la proximidad de las vacaciones.

— Te veo desanimado, Kirino. – canturreó una voz a sus espaldas que, como se temía, pertenecía a cierto chico con una gran afición a incordiarle.

— ¿Qué quieres ahora? – no estaba para aguantar a nadie, y mucho menos a Kariya.

— Tranquilo, hombre; solo quería saber si estás bien, no tienes buen aspecto. – levantó las manos en son de paz, para que el otro supiera que iba de buenas.

— ¿Qué más te da? – definitivamente, ese día ser amable no era lo suyo.

— Está claro que ha pasado algo – comentó el peliazul, obviando las palabras del mayor –. Tengo una idea, ¿qué te parece si nos saltamos el entrenamiento y nos vamos de aquí? Seguro que te ayuda a despejarte. – sabía que había elegido un buen momento para proponerlo, estaba seguro de que Kirino querría distraerse.

— De acuerdo, vamos. – contestó tras varios segundos de silencio que dedicó a meditar su respuesta, acabó accediendo porque sabía que de este modo no tendría que ver al pianista en el entrenamiento.

— Perfecto, ven conmigo. – sonrió satisfecho y le agarró la mano para sacarle de ahí.

No encontraron a más de un par de personas por los pasillos, pues la mayoría de gente estaba ocupada con las actividades de sus respectivos clubs o en sus casas. Kariya andaba delante y con paso firme, dirigiéndose hacia la salida. Una vez fuera, el menor les condujo hasta una zona algo alejada, situada detrás del instituto. Se sentaron en el césped, de espaldas al edificio.

— ¿Quieres contarme lo que ha pasado? – Kariya estaba siendo extrañamente considerado y parecía preocuparse realmente por el bienestar del pelirrosa.

— Realmente no es importante, solo estoy de mal humor. – dijo lo primero que se le ocurrió, cosa que obviamente no le salió demasiado bien.

— Vamos, no nací ayer; te pasa algo grave y quiero ayudarte. – aunque sus palabras tenían aquel tono mordaz de siempre, la calidez que escondían fue evidente para Kirino.

— Está bien… Gracias Kariya. – sonrió levemente, por primera vez des del incidente con Shindou.

Acabó contándole todo lo sucedido, desde la confesión que había compartido con el pianista hasta lo ocurrido en casa del mismo, dando especial importancia a lo que le había dicho aquella noche sobre el tema de salir con una chica y eso.

— Shindou es imbécil. – fue la conclusión de Kariya a la historia, que en esos momentos miraba a su compañero con el ceño fruncido.

— Lo sé… – murmuró sin energía el pelirrosa, deseando que nada de eso hubiera pasado.

— Y… ¿Has pensado en dejarle? – aventuró el menor, intentando esconder sus intenciones.

Kirino no respondió, lo había pensado, pero no podía decidirse. No quería salir con alguien que se avergonzaba de su relación, pero la idea de romper con Shindou se le antojaba una pesadilla, porque, aunque lo hubiera estropeado todo, le quería, le quería mucho.

— Hay mucha gente ahí fuera, y con lo guapo que eres seguro que no te costaría encontrar a alguien que te quisiera – el mayor no notó como el peliazul se acercaba lentamente, reduciendo la distancia entre ellos –. Por no hablar de tu forma de ser, que atrae como un imán…

— Gracias, pero no creo que… – se calló de golpe cuando, al darse la vuelta, se dio cuenta de lo cerca que estaban.

— No deberías cerrarte a nuevas experiencias, Kirino. – puso la mano sobre la de su compañero, subiéndola lentamente por su brazo.

El ojiazul se quedó perplejo durante unos segundos, segundos que el menor aprovechó para tomar ventaja de la situación y pegar la espalda de su amigo al suelo, dejándole tumbado en el césped.

— Kariya, ¿qué…? – intentó preguntar el pelirrosa, que aún parecía no poder asimilar del todo la situación.

— Si tu quisieras, yo podría ayudarte a olvidarle. – el mayor sintió su aliento cerca, demasiado cerca.

— No… No hace falta… – no sabía qué debía decir para dejarle las cosas claras a Kariya sin hacerle daño.

— Puedes tomártelo como un favor, me gusta ayudar. – llevó la mano hasta la mejilla de Kirino, acariciándola con lentitud.

Antes de que se diera cuenta, el peliazul se había puesto encima de él para impedir que escapara y le estaba mirando con una muy poco tranquilizadora sonrisa que le daba escalofríos. Vio como su cara se acercaba peligrosamente, desviándose hacia su oreja.

— Solo cierra los ojos y déjame hacer… – susurró, provocando que se le erizara la piel.

Olfateó el cuello del mayor, rozándole la piel con la nariz, para acabar posando sus labios en tan delicada zona y dejar allí un pequeño beso.

— Kariya, por favor… – se encogió, con la esperanza de que su compañero se alejara.

— Puedes llamarme Shindou si lo prefieres, me da igual que te imagines que soy él. – le acarició el pelo con suavidad, sin apartarse lo más mínimo.

— Para… No tienes por qué hacer esto… – empezó a revolverse, queriendo quitárselo de encima.

— ¡Kirino! – oyeron una conocida voz gritando en la lejanía; efectivamente, Shindou le estaba buscando.

— Vaya, parece que se nos acaba el tiempo – comentó el peliazul como si nada –. Aunque, pensándolo bien, no creo que quieras que nos encuentre justo ahora, ¿no? Quiero decir, ¿qué crees que pensaría si nos viera en esta situación? – parecía que lo ocurrido le divertía, o al menos eso demostraba la sonrisa de niño bueno que acaba de pintar en sus labios – Si me preguntas a mí, creo que en ese caso ya no tendrías que ser tú el que le dejara.

El muy cabrón parecía más motivado a seguir ahora que sabía que el centrocampista estaba cerca.

— ¿Quieres que le demos un buen espectáculo? – acabó preguntando el menor, agarrando el mentón del pelirrosa.

Bittersweet LoveWhere stories live. Discover now