Capítulo 2: Auto - Odio

11 1 0
                                    

Eliza

Me llamo Eliza Vanessa Gómez Pantoja, tengo diecinueve años de edad y soy negra. No negra como los que aparecen en la televisión, si no negra, negra. Mi padre afroamericano, mi madre mexicana, mis hermanos una mezcla de ambos. Yo en cambio, soy negra... y soy rechazada en la sociedad hasta por respirar.

Cuando era pequeña, mis padres por miedo a que se burlaran de mí por mi color de piel, evitaron a toda costa enviarme al preescolar. Aun así no podían dejarme encerrada en una caja de cristal toda la vida. Razón por la cual entre tarde a estudiar y ahora llevo un año retrasado. Lo que explica el por qué estoy terminando mi preparatoria con diecinueve años y no con dieciocho, como la mayoría de mis compañeros.

Tengo una mejor amiga, mi única amiga en realidad, Laura, una hermosa venezolana de mi misma edad; una morena con cabello negro liso y reflejos dorados en las puntas, de hermosos ojos negros sonrisa blanca y cuerpo aceptable. Latina al fin.

Ella sería muy popular si tan solo no se juntara conmigo, pero me escogió por encima de las etiquetas. Lamento decirlo y quizás suene muy egoísta de mi parte, pero si yo fuera estado en el lugar de Laura tengan por seguro que fuera escogido la popularidad por encima de una amiga. Ella no lo sabe, heriría sus sentimientos, pero constantemente me pongo a pensar ¿y si alguna vez tengo que escoger entre ser popular y mi única mejor amiga? Y la verdad siempre llego a la misma conclusión: la popularidad. Ser aceptada por entre todos es algo con lo que constantemente sueño y aunque a Laura no le importe ser repudiada a mí me encantaría ser el centro de atención aunque fuese una vez.

Y me odio por ello, por pensar de esa manera, porque mientras Laura me ha defendido centenares de veces, se ha metido en más de una pelea y ha sido llevada a detención por cubrirme las espaldas, yo solo pienso en ser popular incluso si le tengo que dar la espalda a la persona que considero mi hermana ¿Qué tan mal estoy? ¿Qué tan egoísta puedo llegar a ser?

Definitivamente no la merezco.

Pero cuando eres negra, cuando la gente se aleja de ti como si cargaras una peste encima, te miran mal, te señalan y te dan la espalda, ser admitida en la sociedad se convierte en un deseo, no vanidoso, si no de orgullo. Va más allá de la popularidad. Es casi igual que con los homosexuales, casarse es un motivo de orgullo y respeto para demostrarle a todos en el mundo que si la ley los aprueba ¿por qué la sociedad no?
Sé que a Laura le molesta que yo luche incansablemente con ese sueño, y aunque ella me diga que si Michelle Obama, que es de color, pudo llegar a convertirse en la Primera Dama más querida de los Estados Unidos, yo también puedo. Que si ahora mismo no soy aceptada entre mis compañeros de estudios no significa que no podre ser aceptada por el mundo, porque no se trata de cuando, sino de dónde. Y que quizás mi momento no ha llegado, que solo debo tener paciencia, que quizás esta experiencia que he estado teniendo desde pequeña es solo una lección de vida para aceptarme a mí misma. Pero ser paciente nunca ha sido mi fuerte... y aceptarme tampoco lo es.

Ella nunca podrá comprenderme porque es hermosa, incluso tiene una vida aceptable, mucho más aceptable que la mía. Sus padres son profesionales, lo cual es motivo de orgullo, y ambos generan ingresos suficientes para llevar una vida económica sustentable. Incluso ella no tiene que trabajar, solo lo hace por capricho.

Posee una casa hermosa, sus padres tienen unos coches hermosos, pueden viajar a donde quieran y son aceptados por cualquiera; aunque Laura me lleve de viaje con ella, me sigo sintiendo fuera de lugar, incluso a su lado llega un momento en que me siento realmente incomoda. Ella podría fácilmente pedirles un carro a sus padres, pero no, prefiere andar en bicicleta, prefiere fingir que es de mi misma calaña, cuando no se me acerca ni un poco.

¿Quién Mató a Eliza?Место, где живут истории. Откройте их для себя