2. Yo con yo mismo

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"Es mi última vez de risas forzadas
Restos del ayer, palabras marcadas
Miro al cielo todo llega
Ruego al tiempo solo espera

Y no
No hay personas que sientan
No hay personas que entiendan
Dabas la vuelta a mi mundo interior"

—Yo con yo mismo - Flavio

🎼🎼🎼

El parpadeo constante del flexo del escritorio, cuya bombilla está a punto de fundirse, en el pequeño despacho que tiene Lucas en casa empieza a ponerle nervioso. Agoney lleva varios días observando a su pequeño grupo de bailarines, un poco a traición puesto que en teoría las audiciones de todos deberían pillarle por sorpresa, y tiene la cabeza hecha un lío.

Por la parte de las chicas tiene bastante claro que la principal candidata a llevarse el puesto femenino en el dueto es Júlia, ha estado observando de cerca a la chica y el contemporáneo es uno de sus fuertes. Es cierto también que aún no ha visto a Miriam ensayar, por lo que la gallega podría ser toda una sorpresa el día de la audición. De todos modos, la de pelo rizado no ha mostrado gran interés en prepararse el dueto, por lo que tal vez ni siquiera se presente.

El verdadero quebradero de cabeza llega con la parte masculina de la pareja y es que Agoney tiene demasiados nombres en la cabeza.

Por una parte está Samuel que, según intuye el canario, nació bailando. Cada paso que da al andar, cada gesto que hace, cada palabra que dice al hablar parecen partes de una misma coreografía personal y continuada que  empezó cuando nació y terminará con él al morir. Si le contasen que el chico aprendió antes a bailar que a respirar, el tinerfeño se lo creería sin dudarlo.

Luego piensa en Kibo, Kibo que es todo pasión y fuerza. El chico de los tatuajes, pese a ser de los más bajitos de la clase, es uno de los que más grandes se ven en el escenario. En el poco tiempo que lleva en esa academia, Agoney ha aprendido que todo lo que el catalán calla en su día a día lo cuenta bailando. Y es por el hecho de que vive todo lo que baila y baila todo lo que vive que, pese a no tener la mejor técnica, Kibo es uno de los nombres que vacilan en la mente del coreógrafo.

Y por último está Raoul. El cabezón del rubio tiene a Agoney completamente desquiciado. El chico es puro arte, si la danza fuera una persona, el canario está completamente convencido de que luciría un pelo rubio y unos ojos pardos a juego. Pero acaba de salir de una lesión que lo ha tenido semanas en cama y meses sin bailar y eso es un grave problema.

Si escoge a Raoul como el representante masculino de la pareja, ¿será capaz de aguantar el ritmo? Sumándola a la de dancehall y a la de salsa, el chico debería aguantar tres coreografías y el canario duda mucho que eso sea justo lo que necesita un cuerpo que está desentrenado y a medio recuperar. Sería todo tan sencillo si estuviese bien...

—Amor, ¿qué haces? —Interrumpe sus pensamientos la voz de Lucas a la par que el chico pasa sus brazos alrededor del cuerpo del moreno—. Llevo esperándote en la cama unas dos horas, me voy a dormir sin ti.

—Pero qué mimosón —ríe Agoney antes de inclinar su cabeza hacia atrás en busca de un beso que su pareja no duda en otorgarle—. Estaba con unas cosas de la academia, ¿me quieres ayudar?

—Bueno... si eso implica que vas a venir antes a la cama, vale va —se encoge de hombros el de ojos verdes.

—Pues resulta que hay un chico que baila como los dioses, tiene un talento increíble —explica ilusionado el tinerfeño.

—Ah, ¿sí? —Frunce un poco el ceño el catalán.

—Sí —asiente sin perder la sonrisa el moreno—. Bueno, si lo conociste, es Raoul.

FALLING (Ragoney)Where stories live. Discover now