capitulo diez

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El tiempo se agotaba, el peso de eso cuatro días restantes se sentían en su pecho, deseaba tener más tiempo, deseaba ser la razón por la cual Hinata sea capaz de quedarse en este mundo. Pero no vivía en un cuento se hadas, vivía en la cruel y triste realidad.

El quería vivir en uno de esos cuentos clichés donde terminaba viviendo con el amor de su vida.

Pero esta era la vida real. Tenía que aprender a aceptar y enfrentar las cosas.

Observaba a Hinata divertirse con Tanaka y Nishinoya, como si su mundo estuviera completamente bien, como si no ocurriera nada en su mundo. Sonreía mínimo por verlo feliz, era bueno saber que no solo se mostraba contento solo con el. Era evidente que su sonrisa era genuina, no había ni una pizca de duda o algún signo que estuviera fingiendo. Podría preguntarse miles de veces porque, podría mil veces buscar una respuesta, y mil veces llegaría a la misma patética conclusión.

Al igual de quien lo escuche, tenían que aceptar que el no sería capaz de cambiar nada.

_. ¡hey Kageyama!¡no te quedes mirando ahí como un rarito y ven!─Gritaba Nishinoya, Hinata le miraba cómplice esperando su turno para hablar.

_. ¡Socializa un poco amargado!─Gritó.

_. Hoy prefiero no pasar vergüenza ajena─Bromeó.

¿En que momento se había vuelto tan blando? Había cambiado prácticamente toda su existencia solo y por una persona, había aprendido a querer y demostrar, había aprendido lo que era el amor. Solo por esa persona.

Haría lo que fuera por esa persona.

_. ¡lo volví a hacer, lo volví a hacer! ¿Viste mi recepción? ¡fue increíble!─Volvía a emocionarse. Si, la había visto más de diez veces, si tenía que poner un numero.

_. No.─y nunca dejaría su orgullo atrás cuando se trataba de Voley. Su competitividad seguía intacta.

_. ¡mientes de nuevo! ¡Yo se que me viste!¡mentiroso!─Hinata sacudía a Kageyama, de una manera peculiar, que parecía ser una especie de abrazo.

El grupo miraba con algo de miedo al dúo, imaginándo lo peor para el pelinaranja. Normalmente si molestaba a Kageyama de aquella forma no la sacaba barata.

El pelinegro pensó unos segundos, mirando al pelinaranja insistente. Más veces de las que podía tener la cuenta, había respondido tal cual su personalidad con el, tal cual su orgullo.

Que le importaba su orgullo si podía sacarle una sonrisa.

_. Si, lo vi. ¿Feliz? Ahora cállate.─los presentes quedaron atónitos por la situación ¿un golpe?¿Un insulto? ¿un escándalo? ¿Nada? Había tranquilidad en la cancha, ¿eso era posible con esos dos?

_. ¡esta vez gano yo!─Festejó como si hubiera ganado los nacionales. Continuaron entrenando, ignorando la excesiva felicidad que manejaba Hinata, aunque era imposible ignorarlo.

Aun se negaba a dejarlo ir, sabía que era difícil, pero era imposible, lo quería demasiado, sabía que dolería el doble su pronta partida. El tendría que aprender a sanar y vivir con eso, vivir sin el, vivir simplemente.

Tendría tiempo para aprender a comenzar de cero, tendría tiempo de superar todo.

Su miedo había desaparecido, un peso salió de su pecho, sabiendo que iba a perderle, sabiendo que ya no había forma de que el haga algo, ya no era su responsabilidad. Pero por ello su único miedo ahora era que, algún día de su vida, olvidase el sonido de su risa, olvidase el olor de su cuerpo, el cálido tacto de su mano, o la forma en que sus cachetes se inflaban cuando estaba enfadado.

the reason of your why [Kagehina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora