—Ni siquiera me molestaré en fingir que sé quién es la princesa Leia —murmuro.

—Y yo ni siquiera me molestaré en fingir que eso no hace que te quiera menos —me dice Audrey—. Y para que sepas, Sophie, Aiden es fanático de Star Wars y ser nerd no es un insulto. De cualquier manera mi disfraz será mucho mejor que el tuyo.

—No sabes cuál será el mío.

—No necesito saberlo.

—Me gustaría ir de alguna villana —digo para que dejen de discutir—. Pero no de cómics. ¿Se han dado cuenta que están muy sexualizados los disfraces en general? —Hago una mueca—. Me quedé con la idea de que salir de bruja en Halloween era divertido, pero ahora todo involucra usar faldas extremadamente cortas y camisetas que te aprietan los pechos como si... Bueno, no tengo muchos, pero no me gustaría que se notaran tanto.

—Bueno, yo no me quejo, a mí me gusta —confiesa Sophie, riéndose—. Pero sí, te entiendo.

—Ir de bruja era tierno cuando tenías seis —se ríe Audrey—. Después era triste porque significaba que te reutilizaban el mismo traje y no querían comprarte otro. Yo salí con el mismo como ocho noches de Halloween consecutivas.

—Yo también —le digo—. Y ni siquiera era uno decente. Mi papá compró el sombrero en una oferta de supermercado y me hacía salir con la escoba con la que barríamos la cocina. Sólo me ponía una de sus camisetas negras para que me quedara grande y listo. Era suficiente esfuerzo.

— ¿Estás segura de que no lo hacía sólo para burlarse de ti? —Me pregunta Audrey—. Convengamos en que es la actividad favorita de tu papá.

—Puede ser —concuerdo—. Me sorprende que no tenga fotografías para mostrárselas y dejarme en ridículo.

Sophie se ríe antes de quitarme el celular y buscar ella misma alguno que le guste. La verdad, siendo completamente honesta, prepararme tanto no es lo que me emociona. Hace un año cuando Audrey llegó emocionadísima a contarme sobre una fiesta que harían en la casa de Aiden, no le puse mucha atención, y esta año no habría sido diferente.

Me gusta salir con mis amigas, beber, fumar y divertirme, aunque... digamos que sólo a veces. Y mis semanas ya están lo suficientemente ocupadas como para desperdiciar mis horas de sueño durante el fin de semana, pero ¿a quién voy a engañar? Si Camila estará ahí, obviamente querré ir, lo que hace que este año no sea igual que el anterior. Sobre todo después de no verla desde que estuvo en mi casa con Kat, hace tantos días atrás que ya puedo decir oficialmente que la echo de menos.

Hemos hablado por mensajes, a pesar de insistirle en que deje de enviarme cosas tan asquerosas como el hecho de que hay quienes aseguran que tener relaciones sexuales mientras tienes la menstruación es un tipo de hechizo para atrapar a los hombres. Se suponía que sólo iba a enviarme datos científicos, pero bueno, dijo que le había llamado la atención y que podría servirme como consejo en un futuro como si acostarme con un hombre estuviera en mi lista de prioridades.

De hecho, no creo que lo esté en un largo, largo tiempo. No sólo porque bueno, me gusta Camila, sino porque todas las veces que lo hice son como un recuerdo incómodo que preferiría olvidar. No es que me arrepienta, pero... No lo sé. Incluso acordarme me hace sacudir los brazos porque es una sensación extraña.

— ¿Creen que sea buena invitar a Dylan? Como algo casual. —Nos pregunta Sophie cuando se apoya sobre su mesa—. Es que me moriré del aburrimiento ahí sola. Las dos tienen con quién esconderse en el baño para hacer cositas.

— ¿Cositas? —Me río de cómo lo llama.

—Sobre todo tú, Lauren —me dice, molestándome—. Ya sabemos que tienes una fijación con los baños públicos.

más de ti [camren]Where stories live. Discover now