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Me quede sujetado a ellos entre en medio de estos hasta que me calme, cuando lo hice me avergoncé de a verme abalanzado a ellos y quise apartarme del abrazo que aún nos unía, me zafe un poco rápido y bruco haciéndome tropezar, me sorprendí y di un chillido de susto pero ni siquiera alcance a caer por que las dos criaturas me había sujetado al mismo tiempo, atrayéndome de nuevo entre ellos, yo estaba un poco asustado y aun no salía de mi asombro, cuando el ser de alas dorada me sujeto cargándome y comenzando a caminar con la otra criatura a un costado de nosotros, yo me tranquilice y decidí almiarar el paisaje de esa manera creo que me había comenzado a acostumbrar desde la noche anteros que me cargaran y de cierta manera me sentía más protegido así, llegaron hasta un claro donde se detuvieron, el sol brillaba y reflejaba en un charco grande de agua que se parecía mucho a eso que ellos dijeron que se llamaba lago, una brisa fresca comenzó a sopar meciendo los árboles, las pequeñas planticas aún estaban mojada de la lluvia anterior, las cuales también brillaban, los animalito corrían y el medio de la yerba habían plantas de muchos colores, esas debían ser las flores de las cual mi madre tanto hablaba , todo era precioso entre mas exploraba el exterior, más me maravillaba.

Salí de mi maravilla cuando me depositaron sobre la suave piel de animal, ahí fue que me fije que el hombre de alas negras tenia pequeños animales de color blanco con grandes orejas, eran muy bonitos, pero ahora estaban manchados de sangre y a pesar de ser pequeños estos animales estaban gordos, los mire fijamente y los dos seres se percataron de eso siguiendo mi mirada


—Son conejos— hablo el que sujetaba a los animales


—Son animales muy sabrosos y fácil de comer— continuo el de alas doradas mientras conseguía extremidades de árbol para encender juego, mientras que su compañero comenzaba a desollar a las criaturas que él llamaba conejo.

Yo me quede observándolos desde la cómoda piel mientras ellos hacían el trabajo cerca del charco de agua, el hombre de alas de escama ya había encendido el juego y el de alas negras arrancaba la piel de los pequeños cuerpos, los pelajes de esas criaturas eran blancos, aunque ahora estuvieran sucio a mí me parecían bonito, y estaba seguro que serían muy suave al tocarlos, están criaturas debían de ser muy bellas con vida al imaginarlo se escapó una leve sonrisa de mi boca.


—¿Te gusta? — pregunto el hombre a alas negras levantando la piel ensangrentada de los conejos.

Lo mire creo que me había quedado viendo mucho las pieles, pero yo no podía decirle que me gustaban ya que no podía hablar y me sentía un poco avergonzado para asentir con la cabeza, el hombre me miró fijamente y la mirada del otro ser lo acompaño enfocándome a mí, no podía sostenerles las miradas y mucho menos a ambos, decide agachar la vista y mirar mis manos tratando de evitarlos, escuche un chapoteo levante un poco curioso el rostro para ver que lo causaba y descubrí que el hombre de alas negras lavaba las pieles con agua, con un cuchillo sacaba los restos de carne y suciedad en ellas, al terminar de hacerlo se levantó caminando a mí para dármelas, levante mi mano tímidamente y las tome, estas estaban húmedas aun , el me sonio y se devolvió al ligar donde estaba, junto al otro ser comenzaron a ensartar a los conejos en ramas afiladas para ponerlas al fuego.

Yo me entretuve con las pieles, aunque podía sentir su suavidad, al estar húmedas no se podía apreciar bien las organicé a un lado para que los soles las calentaran y pudieran secar mientras trataba de quitarles la mayor parte de agua posible, de cierta manera era divertido y comenzó a surgir un pequeño sentimiento de emoción al pensar cómo se verían después de estar cecas y limpia, estaba concentrado en mi tarea cuando una vos me interrumpió


—Ven aquí, es hora de comer— el hombre de alas doradas me hablo, los mire reunido alrededor del fuego y había puesto otra tela en un lugar junto a ellos.

Los mire y luego a las pieles que dejaba secando, me levante y tome la suave piel donde estaba descansando para llegar a ellos, me la devolví al hombre de alas negras, el, la tomo metiéndola en su saco y yo me senté en la otra piel depositada en el suelo, mi lugar era en medio de ellos, cada uno en un costado, el hombre de alas dorada me dio una rama afilada donde estaba un conejo ensartado ya cosido, era algo pesado y casi se me suelta cuando recién lo tome el hombre me ayudo a sostenerlo y rápidamente me acostumbre al peso, comencé a comerlo, estaba algo caliento pero era realmente delicioso , mucho más que la carne que había consumido ayer, lo comencé a devorar rápidamente y cuando lo termine de comer el hombre de alas negras me estaba dando otro, esta vez estaba acostumbrado al peso y pude sostenerlo bien, comencé a consumirlo hasta que estaba satisfecho, cuando termine de comer pude darme cuenta que ambos ya habían acabado y solo me observaban comer, desvíe rápidamente mi vista de ellos y la dirigí a mis pieles que había puesto a secar, ellas aún estaban en el mismo lugar


—¿Quieres probar? — hablo el hombre de alas doradas llamando mi atención

En sus manos había unos pequeños círculos de color morado brillante con toque azulado, eran tan brillantes como el cabello de una ninfa de frutos la primera vez que llego al cautiverio, después su brillo se fue apagando poco a poco hasta desaparecer, mire su mano y luego a el


— Es muy dulce pruébalo— hablo el ser de a las oscura

Los observe y luego tome lo que me ofrecían, un poco lento lo lleve a mi boca y probé, esto era extremadamente deliciosas, eran tan dulce con un toque agrio que hacia agua mi boca nunca había comido algo igual y mis ojos se iluminaron mientras rápidamente tome otro, y otro, y otro, hasta que sentí mi estómago reventar, me detuve al sentir la fatiga y lleve mi mano al estómago y note que estaba algo abultados, escuche risas y levante la cabeza mirándolo a ambos ¿se reían de mí?, eso parecían que hacían, ellos tenían una sonrisa en el rostro, los troles también se burlaban de sus prisioneros pero eran risas maliciosas y aterradores, esta no se parecían en nadada de cierta forma eran gentiles y me hacían sentir agradable, no pude evitar devolverles la sonrisa y ellos me miraron más profundo haciéndome desconcertar un poco.


— ¿Cómo te llamas? — pregunto el hombre de alas negras.

Lo mire y busque a mi alrededor una pequeña rama, ellos me miraban fijamente como pensando que era lo que yo buscaba hasta que la encontré, la enterré en la arena y comencé a escribir


—Aney— mama me había enseñado como escribirlo en el piso de aquella horrible caverna


—¿Aney? — repitieron ambos y yo asentí frenéticamente muy feliz de que hayan entendido mi pésimo intento por escribir, las palabras me quedaban chuecas


—¿Puedes hablar? — pregunto el hombre de alas doradas, yo negué rápidamente con mi cabeza, ambos me miraban y me sentía avergonzado por no poder comunicarme como un ser normal


—¿saber escribir alguna otra palabra aparte de tu nombre? — pregunto el ser de alas negras, yo negué de nuevo, realmente apenas podía escribir mi nombre


—Muy bien, mi nombre es zaset y él es mi hermano Golub— hablo el hombre de alas negras presentándose y apuntando al hombre de alas doradas ¿hermanos?, ya veía por qué se parecían mucho. 

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⏰ Última actualización: Dec 28, 2020 ⏰

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hijo de  la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora