Ella no tuvo fuerzas para mirarlo. No se atrevió a hacerlo, consciente de lo mucho peor que podían ponerse las cosas.

Él la miró con maldad, como siempre lo hacía antes de que el dolor fuera bienvenido. El pliegue entre sus cejas expuso su pesadilla más grave porque ella lo había visto, lo había sentido tantas veces antes.

-Adrian, por favor. -suplicó Amelie, el tono de su voz se rompió en desesperación. -No estaba haciendo nada.-

Sus ojos suplicaron los de él en la completa necesidad de misericordia, pero en vano. Su puño acurrucado chocó bruscamente con la jaula de su pecho, y el viento en sus pulmones no la alcanzó por completo.

Amelie cayó de rodillas cuando él gritó. -Levántate.-

Sus ojos brillaron con violencia, su voz escupió con malicia, más que listo para herirla de nuevo.

-Dije levántate.-

Pero Amelie no podía moverse. El golpe que le otorgó golpeó muy cerca de donde recibió uno anoche, y el dolor que le trajo fue insoportable.

Después de años de abuso, podría pensar que ya no dolería. Que sería más fácil, que el dolor y la constante inquietud de tu mente sentirían un poquito de paz, pero no fue así.

No fue más fácil. Eso no era una ilusión porque cada vez que él ponía las manos sobre ella, le dolía aún más.

Adrian estaba cerca de perder los estribos por su desobediencia. El rubor de sangre corriendo por sus venas la miraba furiosa, sin obedecerle levantándose de nuevo.

Una curva divertida y diabólica apareció en su labio superior mientras miraba fijamente su figura débil y temblorosa. -Como quieras entonces. -Él sonrió con puro despecho goteando de su lengua antes de que la parte delantera de su zapato le pateara el estómago.

El acto vil hizo que un grito huyera de sus labios, una lágrima rodó por su mejilla drenada mientras las ráfagas de dolor desolador rasgaban sus vasos sanguíneos.

-Adrian. -Ella suplicó. -Yo no lo hice. No hice nada.-

Amelie casi se ahoga con el sabor de su propia sangre. -Por favor...-

Ignoró las palabras pronunciadas como solía hacer. Él la miró de nuevo, disfrutando de la vista de ella rompiéndose con las puntas de sus dedos.

La maldad de su mente se arremolinó cuando la agarró por su garganta, entrecerrando sus pecadores ojos verdes en los de ella. -Sabes que no debes desobedecerme.-

-Y sabes que es mejor no estar tan cerca de Nott.-

Sus pestañas lucharon contra las lágrimas que sentía venir, el líquido salado se derramó por su mejilla mientras él la agarraba, en un áspero agarre de su mandíbula Adrian la empujó hacia atrás, justo contra la pared cubierta de ladrillos detrás de ella,

-No vales nada, y eres consciente de eso, ¿no es así, Amelie?.-

Su columna vertebral golpeó pesadamente con la piedra cuando un gemido salió de su garganta, y lentamente se deslizó por la pared, llevando las rodillas hasta el pecho, como siempre hacía.

En esta posición, con las rodillas pegadas al pecho y los brazos apretados alrededor de ellas, se sentía segura, pequeña. Sentía como si él no la lastimaría si se hiciera invisible, diminuta.

Ella asintió con la cabeza, aceptando cómo la había llamado, incluso si no lo entendió.

La visión de Amelie estaba mareada por las lágrimas, su mente se nubló cuando él se acercó un paso, arrodillándose a su lado. -Quiero que lo digas, Amelie. Quiero que me digas lo inútil que eres.-

Cursed; Draco Malfoy |Traducción|Where stories live. Discover now