Capitulo 17| Impulsos

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—Estás loca... —declaró Darren mientras dejaba caer las bolsas de sus compras sobre mi cama — ¿Por qué desafiaste a tu padre de esa manera?

— ¿Y recién te enteras? —Suspire dejándome caer en la cama —No lo hice por gusto pero era lo correcto.

— ¿Correcto? —alzó una ceja interesado— En primer lugar ¿Sabes lo que es correcto?

—Si...—grité irritada. —Yo no tuve la culpa de que el cabello del demonio terminara como un maldito sol.

— ¿En serio?

— ¿No me crees?

—Te creo —respondió rápido pero luego desvió la mirada —Pero también te conozco, sueles ser muy insistente.

—Si pero esta vez no fue así, Damon aceptó pintarse el cabello conmigo porque perdimos una competencia de bicicletas y de papel y tijera.

—Eso suena tonto —lo oí reír —Pero es justo lo que ustedes dos harían.

—Lo sé —dejé salir un largo suspiro —El punto es que ese demonio de pacotilla, va a pagar muy caro su traición.

—Técnicamente tú lo traicionaste primero, él solo supo cómo responder y fue muy inteligente al hacerlo.

—Bueno ¿De qué lado estas? —le lancé una almohada, teniéndola de regreso a los segundos.

—De tu lado, loca, siempre estaré de tu lado pero admite que estamos subestimando a Damon, es muy impredecible.

Reí sin ganas, claro que lo había estado subestimando como una idiota. No podía darme ese lujo de nuevo.

—Bueno, olvidémoslo por hoy, no quiero que ese demonio esté paseándose en mi mente como si fuera su casa.

—Uhh, huele a amor y odio.

—Espero que solo sea odio.

—Bueno, bueno pero no te molestes, si quieres podemos salir hoy.

— ¿Estas con ganas de morir hoy? —Grité histérica —Estoy castigada.

—Perdóneme, mi primita querida, lo había olvidado.

—Si bueno, ya no digas nada tonto, después del paseo que di con Damon y su tonto espectáculo que dio abajo, solo quiero descansar —susurré mientras tomaba mis almohadas y la apegaba a mi cuerpo cansada — Me duele todo, maldita sea, me duelen las piernas e incluso el trasero.

— ¡Diablos señorita! —Exclamó Darren a mi costado —Creí que Damon no te interesaba.

Solté una carcajada sarcástica, mi primo tenía ideas locas.

—No es lo que piensas, puerco, después de años de no manejar bicicleta ese es el resultado.

—Bueno, quienes somos nosotros para juzgar —se encogió de hombros.

—Ya te dije lo que pasó —rodee lo ojos —Vamos a dormir ahora, no quiero pensar más en él.

A la mañana siguiente desayunamos todos en silencio.

Papá no dijo ni una sola palabra y Julie se mantenía serena. Por nuestro lado, Darren como siempre, trataba de aligerar el ambiente con bromas o simplemente trataba de preguntar cualquier cosa para encontrar una cosa de la que hablar.

Al final nadie le siguió el juego.

Orgullo 1 / Darren 0

— ¡Hola! ¡Buenos días! ¿Cómo están todos? —una voz animada llegó de repente al comedor.

Prohibido Enamorarse de Dulce ©Where stories live. Discover now