—No puedo creerlo —papá retrocedió cansado —Espera, claro que lo creo.

—Papá...—traté de hablar pero fui callada por él de golpe.

—No quiero oír tus escusas, dulce, primero te robas el auto de Damon, luego lo chocas contra el auto de tu primo y ahora me sales con que le pintaste el cabello a Damon de casualidad.

—No, no fue de casualidad pero...

—Bien, entonces lo admites —papá negó frustrando —Bueno, es suficiente, estás castigada por los dos meses siguientes, nada de salidas con tu primo y me darás tu coche, volverás a pasar tu vida en esta casa.

—No —grité rápidamente —No puedo estar aquí, encerrada, no de nuevo.

—Tu comportamiento no fue adecuado.

Sentí mi cuerpo quedarse sin aire, la mirada de terror que reflejaban mis ojos cayeron por un instante sobre Damon, quien se me quedó mirando confundido. Su broma había ido lejos y lo sabía.

Aunque sospechaba que todo este alboroto lo hacía porque se sentía traicionado también podía apostar que su orgullo de que alguien le haya tomado la delantera lo había molestado.

Maldito, te estás dando cuenta que no me puedes manejar.

—Arthur...—rompió el silencio —No creo que sea necesario castigarla con el encierro, en realidad estoy dispuesto a olvidar todo por una simple disculpa, puedo comprender totalmente sus cambios de humor, después de todo no deja de ser una adolescente que pasó la mayor parte de su vida encerrada, darle dos meses más de ese infierno no sería lo correcto.

Manipulador, calculador, tonto demonio, no te gusta sentirte traicionado ¿Cierto?

Papá me miró analítico, aun sintiendo miedo dejé mi sentencia en sus manos, después de todo él era el maldito adulto en este lugar.

—Aún sigo pensando que lo que hizo mi hija, estuvo muy mal y que merece un castigo por eso, sin embargo tomando en cuenta tus palabras, puedo considerarlo...—entonces pasó su vista a mí.

¿Qué se supone que debía hacer? ¿En serio mi padre se estaba dejando manipular por ese idiota? Miré con odio a Damon, quien me miró con la misma intensidad lo que me hizo molestar aún más.

—Vamos...—habló con una sonrisa confiada, parándose frente a mí —Discúlpate, dulzura.

Me acerqué a su rostro, tomándolo por sorpresa. Sabía que comenzaba a sentir mis nervios lo que me molestaba, el de verdad estaba loco si pensaba que yo caería en su red.

—Claro —le sonreí de reojo a mi padre para acercarme aún más a Damon, quedando a unos centímetros de su cara.

—Dulzura...—susurró confundido.

—Lamento tanto...—hice una pausa ganándome su atención —no haberte dado un sartenazo en el cerebro la primera vez que nos vimos y la segunda, que nos reencontramos.

Dicho eso, palmee su cabeza, como si se tratara de un cachorro en señal de burla, luego simplemente pasé por su lado. No sin antes notar su pequeña sonrisa.

— ¡Dulce!—gritó mi padre enojado.

—Puedes encerrarme toda la vida si quieres —me detuve en los pies de la escalera para declarar alto —Pero no me disculparé sino soy la verdadera culpable.

— ¡Regresa aquí! —Exigió furioso. — ¡Ahora mismo!

— ¡No puedo! —Subí las escaleras con una sonrisa —Estoy castigada.

Subí pisando fuerte hacia mi habitación seguida de mi primo quien no disimulaba nadita sus sonrisas, sabía que se burlaba de mí o al menos de mi cabello. Era comprensible.

Prohibido Enamorarse de Dulce ©जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें