24. Contra el tiempo

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—Oh, querida, seguramente se tornará muy turbulenta, créame. —Sonrió con malicia.

Adara percibió en ese instante el aumento de una aplastante energía negativa en la habitación, pero se mantuvo serena ante sus inesperadas invitadas, con sus manos una sobre la otra en su vestido.

—El señor Heywood era un hombre misterioso. Su pasado fue... oscuro y canino —dijo la otra mujer, riendo por lo bajo al recordarlo.

Adara las vio con confusión. Serpentina le lanzó a Cascabelea una mirada asesina.

—Entonces, Madame Jerom —retomó Serpentina—. ¿De cuánto es la suma por sus servicios?

Adara respiró profundo. Acababa de notar una sombra que bloqueaba las escaleras, otra estaba convencida de que se encontraba en la entrada a la casa.

—Basta de juegos. ¿Quiénes son ustedes y qué es lo quieren? —demandó con firmeza, retrocediendo unos cuantos pasos.

—Contratar sus servicios, por supuesto.

Con una sonrisa maliciosa, Serpentina atacó con un feroz rayo de energía verde. La potencia de la magia se reflejó en los ojos de Adara como el peor de los presagios.

Las hermanas Slytherin sonreían en una anticipada victoria, pero, para su sorpresa, Adara permaneció inamovible. Cuando el rayo estuvo cerca, lo mantuvo suspendido en el aire con tan solo extender su mano.

—Cómo es esto posible —cuestionó Cascabelea—. Se suponía que no tenías poderes.

Adara ladeó una sonrisa. Su mano temblaba, aún reteniendo el rayo de su inminente curso.

—Mi hijo es Mago Universal, siempre está un paso por delante —presumió en un gesto desafiante—. ¿De verdad creyeron que no se tomaría las medidas necesarias para mantener protegida a su madre? Aquí les enseño una lección: nunca se metan con una Jerom.

Adara bofeteó el aire con su mano libre. El rayo cambió su curso por completo, aventando a Cascabelea Slytherin contra los muebles.

Gobernada por el asombro, Serpentina intentó atacar de nuevo, pero Adara Jerom fue más rápida; extendió su mano hacia la bruja, y uno de sus candelabros salió disparado contra ella y la golpeó en la cabeza.

Adara levantó un poco su vestido y huyó tan rápido como pudo en dirección a la puerta. Para su desdicha, la sombra que había sentido avanzó en el umbral, revelándose como Cripto.

Retrocedió con terror ante las cicatrices y la piel pálida de la criatura de la noche, hasta que chocó de espaldas contra la mesa oval que obstaculizaba su paso.

—¿Qué sucede, madame? Pareciera que hubiera visto un vampiro.

Cripto mostró sus feroces colmillos antes de lanzarse contra ella.

Sarotpac satnalp —conjuró, cruzando sus brazos en equis.

Las hojas de las materas decorativas se prolongaron como tentáculos y sujetaron a Cripto antes de que la alcanzara.

En camino a la salida delantera, no les dio oportunidad a las Slytherin de levantarse, Adara las encerró en una barrera y continuó su recorrido, esa vez hacia las escaleras de la siguiente habitación.

En sentido contrario a su paso, emergió Pestilencia desde las sombras. El hombre de máscara de pájaro tronó su cuello a cada lado.

—¿Se dirige a alguna parte?

Noisrevni —exclamó mientras giraba sus manos en espiral.

Por orden de su hechizo, el suelo sobre el que se encontraba Barón Ekkovrish tembló. La pared, con todo y su suelo, dio un brusco e inesperado giro que encerró a Pestilencia en la habitación del otro lado.

Mago Universal: Encrucijada temporalWhere stories live. Discover now