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El viento es un susurro cálido en el fondo, un sonido burlón y casi insultante; el ruido de los coches pasando en lo lejos he incluso el rasgeo del canto de  un posible pájaro en la cima del árbol cerca de mi ventana suena alterando la tranquilida...

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El viento es un susurro cálido en el fondo, un sonido burlón y casi insultante; el ruido de los coches pasando en lo lejos he incluso el rasgeo del canto de  un posible pájaro en la cima del árbol cerca de mi ventana suena alterando la tranquilidad del lugar.

Alex se mueve entre sueños, tal vez alguna pesadilla o un tierno sueño adorna su mente, pero su rostro suave no hace amago de darme alguna señal de lo que puede estar imaginando.

Había estado cansado en la tarde cuando llegó, me interrumpió en media obra llamando inmediatamente mi atención; esta vez no había sido como la vez pasada, ya no habían momentos incómodos o silencios que daban miedo romper; ahora su risa resonaba en las paredes de mi cocina, su voz fuerte pero cálida volvía el ambiente en algo cercano al hogar; Alejandro había llegado para cambiar mi vida y hasta ahora notaba cuanto lo había logrado hasta el momento.

No habíamos hecho algo de lo cual avergonzarnos todavía, eso si no contábamos bailar póker face encima de mi mesa de estar; pero el simple acto de llegar a la intimidad a un punto tan temprano en nuestra relación no era necesario; no necesitabamos de ello para saber cuan entregados estabamos el uno al otro.

No es como si no quisiera, lo hacía, y se que para Alex es igual, pero odiaba la idea de echar a perder lo que teníamos por un calentón del momento y él pensaba lo mismo, lo veía; lo notaba al ver su mirada en mí cuando creía que no le veía, él anhelo pero el miedo de perder todo en el proceso.

Si esperar era lo que se necesitaba, lo haría; haría lo que fuera por él.

Moviéndose en el lugar me sacó de mis pensamientos, arrugando un poco la nariz y haciendo involuntariamente un puchero en el proceso me sacó una sonrisa.

Había pasado casi tres semanas desde la primera cita, si es cierto que aún no teníamos nada oficial en palabras, los actos valían por si sólo; no le habíamos puesto nombre a lo que teníamos, no había necesidad, sólo nos dejábamos llevar por la marea del destino esperando hacia dónde fuera que nos dirigía.

Después de cenar, habíamos comenzado a ver una película, El señor de los anillos para ser exactos, me había sorprendido cuánto se sabía los diálogos y aunque pensé detenerlo para hacerle saber que no había visto la película antes, el brillo de sus ojos no me permitió, era como ver un niño con su juguete favorito y yo no me animé a intentar quitárselo; fue justo a la mitad de la película que comenzó a cabezear, ni siquiera se resistió cuando lo agarré para llevarlo al cuarto, una vez que lo acomodé intenté salir y dormir afuera, su mano aferrada a mi brazo no me lo permitió; es por eso que estábamos aquí; ocho de la mañana un sábado 11 de Julio.

“Sabes, cuando piensas frunces el ceño” dices con la voz ronca por falta de uso, bajo la mirada y ahí estás, no importa lo temprano de la mañana o el sol que entra por la ventana, la sonrisa que tienes en tus labios es todo para mí en estos momentos

“Tú haces pucheros cuando duermes y no te digo nada” te quejas suavecito y lo único que hago es reír, habías vuelto a hacer pucheros

“No tengo el control de mi cuerpo cuando duermo” te defiendes con el ceño un poco fruncido y yo sonrió

“Eso noté ayer, casi me tiras de la cama” hago alarde señalando las sábanas que están casi todas sobre ti cubriendo casi nada de mi cuerpo

La risa que sale de tu boca es casi gloriosa en estos momentos, tienes un suave rubor en tus mejillas y los ojos un poco somnolientos “Soy un tipo muy fríolento, eso ya deberías saberlo” el recuerdo de ya dos chaquetas que he perdido a lo largo de tres semana llega a mi mente

“¿Esa es tu excusa para quitarme las sábanas y robarme mis chaquetas?” pregunto divertido y te veo reconsiderarlo

“Había funcionado hasta el momento” dices para después reír

Ya no aguantando verte de manera tan liberal en mi cama me inclino sobre ti y te beso; tus labios suaves y con sabor a limón me reciben y a pesar de que sea básicamente una hora impía para estar despierto en un día libre me permito disfrutarlo; no tienes intenciones de rehuir y en su lugar pasas tus manos por mi cuello y me acercas más, suspiro en el beso mientras hago un poco más de presión; un suave jadeo sale de tu boca y dirijo la mía por tus mejillas caminando lentamente hacia tu cuello; el blanquecino casi pálido me recibe, el incipiente rastro de un intento de barba me raspa la mejilla enrojeciendola en el proceso, el manjar entre tu cuello y clavículas me recibe y haciendo presión mientras me hundo ahí; el suave pero inconfundible gemido me hace separar, pero caminado lentamente de regreso vuelvo a colocar mis labios contra los tuyos dejando un suave beso en ellos.

Al apartarme te miro bajo mío y la sola imagen me hace querer gemir; el libertinaje en tus ojos, tus sonrojadas mejillas y el brillo inconfundible en tus ojos son una obra de arte que ni siquiera Miguel Ángel lograría retratar.

Sonriendo me miras y yo te la devuelvo, ahora mismo me pedirías mi vida y te la daría en mis manos.

“¿Qué tienes pensado para hoy?” pregunto y veo cómo parpadeas para volver a tierra

“Nada” dices un poco ronco “Tal vez quedarme contigo y ayudarte con tus dibujos” dices suave

“¿Qué hay de tus tareas?” te recuerdo

“Puedo hacerlas aquí, inesperadamente este lugar en lugar de que me distraiga lo que logra es enfocarme” el tono molesto pero burlón me saca un resoplido

“¿Qué hay de los chicos?” pregunto ahora un poco más serio

“¿Qué hay de ellos?” preguntas confundido

“No lo sé, pensé que tal vez te gustaría salir con ellos, ya sabes, con eso de que es tu día libre” digo tratando de sonar indeferente fallando en el intento

“¿Qué te hace creer que prefiriria estar con ellos que contigo?” preguntas frunciendo el ceño

“Ellos no son aburridos” digo suave y tu mirada se suaviza

“Y ellos no son con quien quiero pasar cada instante que me quede de vida” dices suavemente y yo sonrío

“Eso sonó un poco trágico” digo en respuesta y ríes

“Me gusta el drama” respondes levantando los hombros “David, ya en serio, no puedes pensar que prefiriria estar con mis amigos que contigo” el regaño envuelto sutilmente

“¿No te aburres conmigo?” te pregunto viéndote negar

“¿Por qué lo haría? Eres el chico más increíble que he conocido en mi vida” dices y la sinceridad se resbala de tu boca, sonriendo me inclino y te beso suavemente “Pero por el aquello” dices una vez no separamos “Mañana tienen planeado una fiesta, no tenía pensado ir, pero si vas conmigo estaría bien”

Nunca me ha gustado la idea de que una vez con pareja, una persona se separe de sus amigos; conmigo era distinto, no tenía a muchos con quien contar y aunque la idea de ir a otra fiesta era suficiente para enfermarme, no quería privarte de nada, aunque eso significara hacer pequeños sacrificios.

“Suena bien” respondo y te veo mirarme incrédulo

“¿seguro? Porque está bien si no quieres, no hay necesidad -” te paro a mitad de la frase colocando mi dedo en tus labios

“Estoy seguro Alex” sonrío “Será divertido, además como dijiste, te tendré ahí” el peso baja de tus hombros y sonríes en mis dedos

“Esta bien” dices colocando un beso en mis nudillos “Pero por hoy déjame disfrutarte” dices divertido

Sonriendo a cambio, niego con la cabeza y vuelvo a caer sobre tus labios, pensado para mis adentros que hacer para el desayuno para engordarte un poco.

🍋 ¡Gracias por el apoyo! 🍋

LimerenciaWhere stories live. Discover now