~®~

569 98 5
                                    

“¿Eres alérgico al ajo?” te pregunto, levantas la mirada y sonríes, el pan a un instante de tocar tu boca

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

“¿Eres alérgico al ajo?” te pregunto, levantas la mirada y sonríes, el pan a un instante de tocar tu boca

“No, bueno, no creo” respondes para después morder el trozo “Nunca me ha pasado algo por comerlo, además, si lo fuera no me habría comido los otros tres pedazos para empezar” sonríes burlón y un rubor se me permite correr por mis mejillas

“Lo siento” digo suave “Es solo que, no me gustaría llevarte al hospital en nuestra primera cita” la mirada que me das me hace preguntar si dije algo mal

“¿primera?” e inmediatamente la vergüenza llega, tal vez lo mal entendí y lo único que quieres es solo una pequeña salida, algo de una sola vez “¿Fargan?” me llamas y niego verte a la cara, si lo hubiera hecho habría notado el brillo en tus ojos

“Bueno, es sólo un decir” digo tratando de arreglarlo, el peso que se acentúa en tus hombros lo paso por alto, como muchas otras cosas.

Aclaras tu garganta y sonríes “¿y tú? ¿Ninguna alergia que anotar?”

Sonrió por la preocupación implícita “Bueno” respondo “considerando que todo lo hice yo, no creo que haya puesto algo que me involucre una noche en el hospital” digo para desaparecer la tensión, parece funcionar

“Sigo sin creer que lo cocinaste tú” suenas divertido y lo único que recibes a cambio es mi ceño fruncido

La verdad no tenía ni idea de a dónde llevarte para una cita, la idea en sí de que yo te agradara lo suficiente era ya irrealista como para pensar en algo más; en realidad Mangel fue el que ayudó, él te conoce más y a pesar de que Raúl era el más cercano a mi, si por él fuera me habría dicho que te llevara a Mac Donnal's por algo rápido y ya; Gracias a Erü Mangel había aparecido y me dio la idea de un picnic.

El que éste fuera en la cancha de la universidad a las cinco de la tarde había sido idea mía, y aunque sonara lo suficiente mal, la influencia que Frank había tenido en el pasado sobre el comité de deportes, me permitió tener el lugar para mí solo por un par de horas.

Tiempo suficiente para una cita.

El sonido de pastillas me llama la atención, el envase amarillo en tus manos resalta a lo pálido de éstas, notas mi mirada y vuelves a ver el envase

“Son sólo proteínas” explicas “mi madre es un poco paranoica en ese sentido” te doy una mirada suave y lo dejo pasar.

“¿Quieres hacer algo antes de irnos?” te pregunto y vuelves tu atención a mi “No es como si quisiera irme, es que, no quiero que te aburras sólo conmigo” trato de explicarme y ahora sonríes.

“¿Quién dijo que aburres?” dices y el recordatorio de cinco años en aislamiento llegan a mi mente; pareces notarlo por lo que hablas de nuevo “¿Por cuanto tiempo te prestaron el lugar?” la confidencialidad se hace presente en tu voz

“Cuanto quisiera, ¿porqué?” dejo de lado el tiempo, ignorando por completo la idea de que nos quedan solamente tres horas o menos antes de que nos echen

“¿Crees que puedas ganarme a una sesión de tiros?” dices provocando y sonrío con vacilación

“No deberías provocar a un viejo jugador” respondo, la risa que sale de tus labios es gloriosa

“Bueno, por ahí dicen que hay que vivir la vida como si fuera tu último día” sonríes “Me gusta ponerme a prueba” el último mordisco que le das al pan me deja descolocado mientras poniéndote de pie buscas el balón azul que habíamos visto al entrar al recinto.

Sonriendo me pongo de pie, si tus últimas palabras dejaron un mal sabor de boca en mí lo ignoro por lo que resta de la tarde.

LimerenciaWhere stories live. Discover now