Besos de miel {final}.

625 46 11
                                    

“La felicidad es saber unir el final con el principio”— Pitágoras.

El mismo día del secuestro llevaron a Murder a la central de la Interpol donde confesó. Según lo que se entendió, su padre se involucró con la madre de Erin un tiempo y se enamoró, pero no siguieron juntos. Cuando ella murió, al señor Murder se le rompió el corazón de amor y dolor, razón suficiente para que su aflicción lo hiciera entrar en todo tipo de vicios y adicciones, claramente, ilegales que lo llevaron de camino a la cárcel. Así, Murder pensó que la culpable de todas sus "desgracias" era Erin (quien, obviamente, no tenía nada que ver). La están procesando y verán cuánto tiempo le darán en la cárcel. Espero que mucho, aún siento el golpe en la cabeza. Por decirlo de algún modo, no soy tan fornido como Morgan. Bueno, dejémoslo en que no soy fornido ni soy como Morgan.

El equipo ha brindado contención y apego, aunque creo que todos lo necesitamos en realidad. ¿Quién hubiera imaginado que Murder iba a ser así? Nadie, supongo. También supongo que Erin lo percibía o algo por el estilo porque, bueno, ella siempre chocaba con Murder... pero eso ya es pasado.

He estado pensando y creo que en estos días le diré todo. Cuando digo "todo", significa todo. Sobre que la amo y no dejo de pensar en ella. Y no es ese típico "no dejo de pensar en ti", porque es real y no lo sabes hasta que no lo sientes; y sinceramente yo siento que no puedo ni quiero dejar de pensar en ella. Porque hay algo, algo que la hace especial y aún no se qué es... y nunca me sentí tan seguro de algo. Pero, hay que ver cómo reacciona ella.

Y hablando de Erin, me pregunto dónde estará. No la he visto desde ayer en la galería, luego de lo de Murder.

-Narra Erin.

Parece que son mis últimos días en Londres y no volveré en mucho tiempo. Los de la Interpol ya nos odian, bueno ¿qué les puedo decir? A los irlandeses normalmente no nos gustan los yankees, a mi me encantan. Oh sí, soy irlandesa. No es algo que me diga a mí misma muy seguido porque, bueno, yo ya lo se. Aunque a mi me gusta esa parte de mi, mis antepasados podrían ser duendes. Bueno, sacando las supersticiones, mi bisabuelo de parte de mamá era pelirrojo como un Weasley. Yo no se a quién salí que no me parezco a casi nadie, aunque dicen que tengo los ojos de mi papá y las facciones suaves de mi abuela Martha.

Desvarío, iba a pensar en mi salida de hoy. La verdad es que decidí dar un paseo a pie hasta llegar a la galería, apenas lloviznaba y llevaba mi piloto asi que iba protegida, la verdad no me gustan mucho los paraguas. Bah, ¿a quién engaño? ¡Amo los paraguas! Tengo como once, uno para cada ocasión, por ejemplo para viajar son tres de colores y motivos hermosos... desvarío, otra vez.

Pateo piedritas con el zapato, mirando el suelo y no supe si era un deja vú, porque unos zapatos caminaban al unísono de los míos. Levanto la vista y allí estaba mi amigo británico, como aquella vez.

—Debo dejar de patear piedritas —le digo sonriendo.

—Oh, sin duda, pareces en otro mundo cuando lo haces. Te he observado hace tres cuadras —dice también con una sonrisa. Trae bufanda y el saco del día de la boda.

—Supongo no tienes nada que hacer para estar viéndome tres cuadras.

—En realidad, me dirigía a la Galería. Supongo que la puerta quedó abierta y ¿quién no siente curiosidad de lo que tienen tras una puerta de "Solo personal autorizado"?

—ahora mira el frente y le sonríe a la nada. Me limito a reir ante su duda y pienso que cómo sabe lo de la galería.

—¿Cómo lo sabes? ¿Ya lo pasaron por televisión?

—¿Me ves cara de ver televisión a menudo? Bueno, solo tengo amig... gente conocida en la policía.

Levanto una ceja y me sorprendo. Hoy me siento menos perfiladora que nunca.

—Óyete: "gente conocida en la policía". Tiemblo.

Ambos reímos y sigo pateando piedritas.

—Eres insistente con las piedritas.

Asiento con la cabeza y llegamos a la galería. Él se va por el lado de la puerta de servicio y yo solo me detengo a ver las pinturas.

En algunas de ellas veo colores y trazos que me llevan a otro lugar, como si me transportaran. Y luego recuerdo que ese efecto lo causan solo dos cosas en mi vida: el arte y Spencer.

Cada vez que veo a Spencer me transporto, vuelo alto, no lo se. Si tuviera que describir todo lo que me pasa cuando lo veo, me podría volver loca. O tardaría una eternidad. Nada es más importante que él. Y no hay nada que desee más en el universo que a él. Y no, no hablo de lujuria. Hablo de sus brazos, en los que me siento perfectamente acogida. Hablo de su cabello despeinado. Hablo de su forma de explicar cosas y contar teorías y hablar de estadísticas. Hablo de su inteligencia y su pureza...

Sigo caminando y dejo de torturarme con Spencer. Sigo viendo y sigo yéndome a otro lugar con las pinturas.

Oigo pasos y miro del otro lado de la galería, doy un brinco de felicidad al ver que es Spencer. Se le ve tan concentrado en las pinturas.

Me acerco a él y consigo que me mire. Creo que se sobresaltó, o no lo se, pero me miró fijo y sonrió.

—Erin...

Le sonrío igual y dejo de mirarlo para ver la pintura. Era de Van Gogh, ¡qué justo!

—Es de mis favoritos.

Digo suavemente, como si las paredes y los marcos dorados oyeran.

—Qué buen gusto tienes...

Volteo despacio y lo miro alejarse, camina hacia el siguiente cuadro y se queda observando.

—Reid... gracias —le digo aún mirando el cuadro.

—¿Gracias? —dice volteando.

—Por ayer. Tú me desataste y... bueno, te golpearon por mi culpa. Se que es nuestro trabajo, pero gracias.

Sonríe nervioso y aprieta los labios asintiendo. Me da un abrazo y siento el corazón a mil. Se lo respondo y me aferro con fuerza.

Spencer se separa un poco y me mira. Inclino la cabeza ya que es bastante alto y, bueno, yo no soy enana pero tampoco soy un kilómetro parado.

Nos quedamos mirando un rato, como quince minutos o más... hasta que le doy un beso. Y, joder, fue un besito. Un piquito, no fue nada. Pero tomé las riendas otra vez al verlo sonrojado y lo besé.

No fue un beso salvaje, no fue lujurioso, ni apasionado. Fue tierno, dulce, suave y tranquilo. No hay necesidad de apresurar  nada...

Fue "un beso de miel", no se si a esto se refieren con luna de miel, pero ese beso fue pegajoso y dulce como la miel, aunque en el buen sentido.

Nos separamos, no porque nos faltara aire sino porque ese fue el primer beso. No me refiero a que es al primer hombre que beso, sino a nuestro primer beso. Y fue perfecto. Pero quiero otro, y sin duda se lo doy.

Y esta vez hay más agarre que antes, hay algo más, pero sigue siendo tierno. Es un beso a lo Spencer.

—Yo... quería decírtelo —le digo tomándolo por el cuello y cruzando mis brazos detrás de este—. Te amo, Spence. Te juro que... te amo.

-Narra Spencer.

Y luego de esos dos besos ya no podía oir ni lo que ella decía. Hasta que dijo que me amaba.

Estaba a punto de caer en coma, caer desfallecido a sus pies o algo por el estilo. Supongo me que tiemblan las piernas o solamente no las siento.

No besé a muchas chicas en mi vida, es más yo creo que solo a dos. Pero Erin, joder que besa bien, besa como los dioses.

Vaya ¿realmente soy yo el que dice esas cosas?

—Yo... yo también. No tienes una idea de cuánto llevo esperando a decirte. Hasta pensé escribirte una carta... —. Estoy en otro mundo. De verdad no creo que esté pasando...

Ambos sonreímos y me limpio la mano sudada en el pantalón, de los nervios, para luego tomar la de ella.

Ese día caminamos por toda la galería hasta que cerró. Y aprovechamos a besarnos un par de veces más...

•••

The end has no end.Where stories live. Discover now