De regreso.

492 39 13
                                    

“Sueña como si fueses a vivir para siempre vive como si fueses a morir hoy”— James Dean.

Llegamos a Virginia. Venimos bajando del avión con sumo cuidado, sobretodo yo que no se por qué razón elegí usar zapatos altos y esos pantalones de vestir blancos de diosas despampanantes hermosos que le quedan bien a las celebridades para bajar de un avión. Sin duda, debo dejar de hacerle caso a Penélope y a sus consejos. Nada de esto me sienta muy bien, los escalones son bastante estrechos y, dada la situación, mis posibilidades de no caer rodando por las escaleras y ser el centro de atención y burlas de la escena, son escasas. Diría que nulas. Y ¿dónde está Spencer?

Seguí caminando y llegó el momento: pisé mi pantalón blanco de diosa despampanante. Cerré los ojos esperando que Dios o quiénquiera que esté mirando esto desde arriba se apiade de mi alma.

Mis plegarias dieron resultado: algo me levantó por los aires y me ubicó de pie en las escaleras. No fue Dios, no fue Superman y no fue Peter Pan. Fue el Dr. Spencer Reid.

Por un momento, sentí que volaba. Sentí que nada más existía en el mundo. Y que, aunque no fuéramos nada, él y yo eramos todo. En ese preciso instante todo fue sensacional. Fue eterno. No me imaginé un mundo sin nosotros. Mariposas, arañas, elefantes y gorilas recorrían mi estómago. Un verdadero zoológico sentí cuando me alzó entre sus brazos. Le miré a los ojos directamente, me miraban tan fijo que pensé que lloraría.

Lamentablemente, el momento duró lo que fueron tres o más o menos minutos, puesto que un robusto hombre de unos cincuenta y tantos nos apuraba al grito de “¡Consigan una habitación!”. Spencer me bajó ni bien el hombre empezó a chillar y se puso colorado de los nervios. Nunca dejes de sonrojarte, por favor.

Llegamos dentro del aeropuerto, ya teníamos las maletas así que solo quedaba volver cada uno a casa. Por fin, “vacaciones” como me gusta llamar a esos días en los que no hay casos y Estados Unidos (y por el momento, también Londres) se encuentra a salvo de criminales.

•••

Llegué a mi casa más que exhausta. Es la misma sensación de las veces que termino un caso y yo quedo bastante involucrada. Con esto me refiero a que llevo un desgaste físico quizás mayor al del equipo. Por esto es que ahora mismo estoy hecha una bola de quejidos y sueño y lo único que deseo en este instante es mi cómoda y adorada almohada.

•••

Logré dormir bastante, creo que más de unas cuatro horas. Hasta que sonó el teléfono y tuve que atender. Siempre, pero SIEMPRE, hay alguien que necesita de mí en mi hora de soñar. Desconsiderados.

—¿Hola?— digo con voz ronca y aliento a perro.

—¡Erin!— dice la voz del otro lado.

—Lo se, soy yo, ¿quién habla?— digo yendo al baño para buscar el cepillo de dientes.

—¡Soy Derek, tonta!— dice la otra voz. Uf, ¡Morgan!

—No me sorprende, ¿tú arruinando mi hora de siesta?— digo sarcástica.

—Qué mal humor te traes, te llamaba para saber cómo le fue a la pareja feliz en la luna de miel, digo, a ti y a Reid en su estadía solos en Londres— dijo, enfatizando las palabras DIGO y SOLOS mientras reía. Parece que había otra voz que se oía riendo igual.

—¿Morgan estás con...? ¿CON GARCÍA?— abro los ojos y me miro en el espejo. Vale, mi aspecto no es el mejor.

—¿Qué? No te oigo Erin. Se corta. Uno, dos, tres, probando— y cortó. Maldito Morgan, me las pagarás. Podría llamar a García pero si ambos sabemos que yo se que está allí.

Me lavé los dientes y me enjuagué con ese líquido que se usa en las propagandas de Colgate y me lavé la cara. Al ver mi estado decidí tomar una ducha rápida y fría, como para que mi cara de dormida no se quedé pegada a mi cara habitual. Qué horror.

•••

Pasaron varios días y yo iba a la oficina solo a hacer presencia y a acompañar a Penélope. Quise llamar a JJ para saber qué tal sus vacaciones pero mejor preguntarle cuando vuelva, lo que será este viernes. He tomado la fotografía de Gideon que le dio a Spencer para tenerla yo. Murder no volvió de Londres, según “está pasando los días más hermosos de su vida”. Joder si no fuera tan... no se. Así y todo tiene sus pretendientes.

Extraño hablar con mi amigo el desconocido, se que solo fueron unos pocos días de que lo conocí pero realmente es un tipo agradable.

Morgan ha estado molestándome en cada ocasión que tuvo, así y todo creo que es mi mejor amigo. Es en la persona que más confío de aquí, luego de Hotch. Él ha estado bastante tiempo con su esposa, casi no va a la oficina. De todos modos, se justifica, ella está esperando un bebé. Aunque Hotch me llama a veces para preguntarme si hay casos o contarme cosas del bebé. Su mujer es increíble, de verdad. Es guapísima y muy buena persona. Y además, Aaron la describe como la mujer perfecta. Siempre me dice que un día alguien va a amarme, no tanto como él la ama a ella pero muy similar, y así voy a entender lo que se siente. Actualmente pido que esa persona sea Spencer. O en algún otro caso Leonardo DiCaprio pero esas cosas no pasan. Pero en serio ojalá sea Spencer, no dejo de pensar en él...

•••

-Narra Spencer.

Estoy visitando a mamá en New York. La verdad es que la extraño mucho y este tiempo que no he podido venir me ha sacado de eje, ojalá pueda venir a verla para Navidad. Bueno, no tengo con quien... De no ser así me remito a quedarme leyendo. Nunca me aburro de leer y, pese a mi capacidad de leer 20,000 palabras por minuto, prefiero leer más lento y con cuidado. Esto es algo que se me da últimamente que ando leyendo Shakespeare. Es algo nuevo sin embargo creo que me gusta.

El tiempo ya está empeorando, hace frío cada vez un poco más. Lo prefiero si comparamos con el calor que hace en el infierno de verano. Por esa y más razones adoraría vivir en Londres, allí casi no se siente el calor.

The end has no end.Where stories live. Discover now