Necesidad.

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“Cómo la necesito. Dios había sido mi más importante carencia. Pero a ella la necesito más que a Dios”— Mario Benedetti.

Mamá está empeorando. La enfermera dijo que ya no podría ir muy seguido porque no presenta signos de mejoría. Mis ojos se llenaron de lagrimas al segundo que me dijo eso. Sabía, sin duda, que pasaría algún día, sin embargo no podía entender cómo me dolía tanto. No quiero que empeore. Ella siempre fue mi soporte, mi apoyo y ahora la estoy perdiendo. Por otro lado, me veo reflejado en ella, cuando alcance la edad suficiente para padecer su enfermedad hereditaria. Eso no es nada de mi agrado a decir verdad.

Hoy le llevé “Alicia en el país de las maravillas” y “El mago de Oz”, son sus favoritos.

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El tiempo libre que tengo en mi casa lo dispongo para acomodar y ordenar. Encontré una pila de libros que no necesito y pensé que podría donarlos o regalarlos a una biblioteca, por lo menos le darán más uso que aquí. Además quiero hacer espacio. Bueno, mi casa no es muy grande pero hago lo que puedo. Desde que eché a la señora que limpiaba (es que fumaba en el baño y las colillas quedaban en la rendija y luego volaban a mis ojos y ya no lo aguantaba) mi casa vive patas arriba. No se si contratar a otra o limitarme a hacer el aseo yo solo.

-Narra Erin.

Los días pasan y son tan aburridos. Desde que volvimos de Londres ha pasado una semana sin casos. Sin embargo, presiento que vendrá uno y será uno grande. Como cuando se va de pesca y esperas a que pique el anzuelo y no pica y no pica hasta que, de repente ¡zas! , tan larga fue la espera que por fin pica, y pica con fuerza. Y ahí va, hemos pescado a un gran pez. Bueno, pero si queremos salvar al gran pez, hay que quitarle el anzuelo de a poco y, así con paciencia, largarlo al mar… no se si se entiende la metáfora.

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Después de una semana completamente aburrida, un caso llegó. Era de Los Ángeles, unas chicas habían sido secuestradas y torturadas, tanto física como mentalmente, y estábamos investigando eso. Ya casi teníamos al sudes pero recibimos un llamado de urgencia de Virginia: era otro caso en Londres. Esta vez era, supuestamente, más grave. Murder había sido secuestrada y no habían dejado huella alguna. Y Firth tampoco estaba. En la Interpol, varias veces, son incompetentes. Solo se fijan en el detalle, no se fijan más allá de él. Gideon está muy preocupado pero debemos terminar de resolver el caso de las chicas.

Aunque les parezca increíble, me ha tocado con Reid a Londres. Otra vez. Bueno, no es que sea tan increíble, la Interpol pone en nuestras manos este caso porque nos cree con la capacidad y competencia requerida ya que hemos resuelto el último a la perfección. Con esto no quiero decir que el equipo no esté capacitado para este caso, todo lo contrario, me parece más sensato que ellos resuelvan esto. Pero, al haber dos casos, el equipo se divide.

Con Reid volamos a Londres en cuanto salió el primer avión, no podíamos dejar sin jet a todo el equipo. En el viaje nos sentamos juntos, otra vez. Procuré descansar para poder estar cien porciento atenta a todos los detalles.

Antes de cerrar los ojos miro a Spencer y, por primera vez, me devuelve la mirada y sin apartarla. Me sonríe, y con esa imagen siento que es suficiente para dormir tranquila y placidamente.

-Narra Spencer.

Durante el viaje yo también quise dormir un poco. Erin quedó desplomada del sueño (diría que durmió todo el viaje a pata tendida, pero eso suena como si tuviera sesenta años...) en cuanto despegamos. Al llegar procuro no usar esos pantalones de la última vez. Ni los zancos, digo, zapatos. De todos modos, ya sea que se caiga una o mil veces, yo la levantaría siempre que fuera necesario.

The end has no end.Where stories live. Discover now