Capítulo 2

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Capítulo 2: Personas desconocidas y secretos

Me quedé completamente estática. Era la primera vez que conocía a alguien así en persona. Todo a su alrededor era una advertencia. Sus ojos azules como el hielo más frío, su sonrisa tan llena de maldad que no parecía humanamente posible. Pero no era eso lo que me inquietó. Ni siquiera sé que era lo que tenía para conseguir helarme la sangre de ese modo. Se encontraba en el extremo opuesto a mí, lo que me daba una oportunidad increíble para detallar cada milímetro de él, cada uno de sus gestos, incluso podría jurar que veía sus pensamientos navegar por dentro de su cabeza, llevándome a la deriva con ellos. Él ni siquiera parecía percatarse de mi presencia, se encontraba demasiado entretenido viendo como los otros dos presos intentaban matarse entre ellos. Había algo en su forma de observar que dejaba bastante claro que, si fuese él quien estaba peleando, la pelea no hubiese durado ni la mitad de tiempo. No fue hasta que un grito agónico llenó el aire, que pude librar mis ojos de su embrujo. Al parecer, uno de los presos cuyos nombres desconocía había sido lo suficientemente inteligente para guardarse un cuchillo de la comida debajo de la manga, y había apuñalado al chico que me había acompañado.

Un grito ahogado escapó de mis labios, y apenas fui consciente de que los guardias que había visto al entrar ya habían reducido a los dos presos y estaban ayudando al chico.

¿Por qué saca el cuchillo ahora? ¿No habría sido mejor sacarlo antes?

No, si el objetivo no estaba ahí todavía.

Claro. Eso tenía más sentido. Esos presos no estaban peleando de verdad. Si fuese una pelea de verdad no nos habría dado tiempo a llegar aquí desde la otra planta antes de que uno de los dos matase al otro, y mucho menos habiendo un arma de por medio. Habían planeado esto. Seguramente ni siquiera se hicieron el más mínimo daño el uno al otro. Solamente estaban esperando a que algún guardia llegase para intentar separarlos, para entonces sacar el cuchillo.

Eso era lo más rastrero que había visto en todos los años que llevo observando el comportamiento de las personas. Bueno, igual no tanto. Aun así, ni siquiera les había importado que ese chico que aparentaba estar todavía en la flor de la vida fuese el único que se había molestado en impedir que se matasen.

Había muchos vigilantes observando la pelea. Ninguno hizo nada para pararla.

Un momento. Esto estaba más planeado de lo que yo me imaginaba. Ahora todo estaba claro. Los otros guardias no iban a molestarse en intentar apaciguarlos. Y no parecía que ningún preso de los que estaban presentes estuviera sorprendido por eso. Ellos sabían que él iba a ser el único. Lo habían hecho a propósito. No querían apuñalar a cualquier guardia. Querían apuñalarlo a él. La única incógnita que todavía no entendía es por qué querría alguien matar a la única persona que parece tener algo de compasión por ellos.

Para cuando terminé de rumiar todo eso, la mayor parte de mi horror se había esfumado, y había sido sustituido por la curiosidad. Miré de nuevo a mi alrededor, y vi que los guardias que estaban aquí desde antes de llegar nosotros se estaban llevando a cuestas a su compañero herido.

Nuestro compañero.

Yo no soy un guardia.

Pero también trabajas aquí ¿verdad?

Pero no lo conozco.

Eso no te ha imposibilitado que sintieras pena por él.

No soy un monstruo. Cualquier persona en esa situación me habría dado pena.

¿Tú crees? Te recuerdo que los monstruos no habitan solo bajo las camas de los niños.

Yo no soy un monstruo.

Detrás de su sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora