24.-Compartir palabras y el presente, valorando la vida

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Quiero agradecer a quienes se dan un tiempo para leer y encima votar, son los que me animan a seguir escribiendo pese a que a veces no tenga las ganas para hacer muchas cosas, muchas gracias y espero que disfruten del siguiente capitulo. 

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El mismo día en que Naruto abrió sus regalos en Uzushiogakure fue el día en que una gran cantidad de personas en las diversas naciones elementales disfrutaban a lo grande, especialmente en las aldeas ocultas, donde se disfrutaba de la mejor economía por las distintas misiones realizadas por sus ninjas, pero pese a ello, nunca se puede dar una felicidad completa, y de entre todas ellas, la que probablemente sufría más era Konoha en cuanto a sus ninjas, tal vez no por la cantidad, sino por la calidad de quienes sufrían, porque en esta gran aldea fueron 3 de los que serían más reconocidos.

El primero, el más reconocido, era el hokage actual, que ahora meditaba sobre los años anteriores, donde siempre se dio por vencido demasiado fácil, pues siempre había creído las palabras de las cuidadoras que le aseguraban no poder ver al que consideraba su nieto por salidas, la última vez que fue después de la partida del rubio notó cómo otro niño poseía el juguete que el año anterior había traído para las fechas actuales quitando le por completo la venda de los ojos sobre el lugar, inclusive podría ser que el hijo del cuarto hokage nunca se haya enterado de la celebración de esas fechas, algo que podría apostar  (lo podría descubrir en un segundo si así lo quisiera, pero eso solo le haría más mal que bien, lo sentía en los huesos), ya que sea de una u otra forma ganaría y perdería, ya sea que ganase o perdiera dinero y ganase o perdiera la fe que tenía en su aldea y los que protegía, ya fue bastante enterarse que el olor que impregnó a Naruto el último día en la aldea estuviera mezclado con el característico del sexo, no se atrevió a preguntarle más a Tsume después de eso( si la información solo había sido recibida luego de una pequeña amenaza de desterrar a todo su clan nadie más que ellos lo sabrían), sabía que si se enteraba del o los culpables no solo mataría a quien lo haya hecho, también se enorgullecería y lo gritaría a los 4 vientos, algo no correspondiente con su puesto actual, pero eso no evitó que acunara gran ira hacia su propia aldea, lo que de haber seguido así hubiera traído 3 posibles opciones, la primera era destruir lo mismo que protegía, la segunda,haberse echo un ninja renegado y escapar a donde no tuviera que volver a pensar en ello o la tercera, haberse suicidado por su idiotez de confiar uno de sus mayores tesoros con fe ciega, la aldea solo seguía de pie porque pudo ir a ver la masacre de los seres que le hicieron tal daño a su nieto postizo, no necesito preguntar sus sospechas cuando en lugar de ver pánico o terror en los ojos de la matriarca del clan Inuzuka en la escena del crimen solo vio felicidad y alivio, eso fue lo  que hizo confiar en que aún había algo de esperanza en quienes protegía, si el echo de que todos los cuerpos fueran mujeres que encima eran madres, haciendo que analizara de mejor manera (más crítica y juiciosa) a todos los que lo rodeaban, nadie se enteraría de eso.

Otro ninja que sufría en ese momento era un peliblanco, el último de su clan, un prodigio completamente reconocido en las naciones elementales que ahora mismo no hallaba la fuerza para levantarse, por lo menos no hasta las 12 del día, hora a la que debía estar en los campos de entrenamiento como cada día en que se encontraba libre de misiones para aligerar la preocupación de un pelinegro bastante callado, aunque sabía que solía comportarse entusiasta y animado alrededor de los demás, esa actitud cambiaba completamente con él, todo porque ambos sabían una verdad, le fallaron a alguien a quien en poco tiempo pudieron reconocer como una gran luz en sus vidas, si seguían adelante fue porque sabían que regresaría y con ello tendrían una nueva oportunidad de enmendar sus errores, el alejarse y no detenerlo sin preguntar o el no estar ahí para el menor, esos fueron sus errores y la única forma de superar el día a día sin tener de frente a la persona con la que podrían enmendarlos por completo era asegurando que alguien que enserio lo pudiera apreciar por quien era (el otro) siguiera adelante hasta que el menor llegara de vuelta a la aldea, después de todo solo eran ellos, el sandaime y el trozo de carta los únicos testigos de que el rubio alguna vez perteneció a la aldea, nadie más lo había vuelto a mencionar, por lo menos no en sus presencias, lo que podría ser lo mejor porque si alguien se atreviera a decir cualquier cosa sobre el de ojos celestes recibiría un chidori directo en el corazón por su parte y no quería pensar en la opción del pelinegro, es muy bien sabido la sed de venganza de los Uchiha, una razón más para no mencionarle a las 3 perpetradoras principales del último crimen hacía Naruto en su aldea.

Naruto: Un guardian cambió su destino (yaoi)Where stories live. Discover now