2. su alteza

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—Emma Jean Frasier ha vuelto a Joyful.

Cora Dillon se preguntó si los años que llevaba durmiendo al lado de Bob, su marido, que hacía más ruido al roncar que el motor de un tractor, al final habrían tenido consecuencias.

Sin lugar a dudas, le estaba fallando el oído. Miró fijamente a Jimbo Boyd, cuyo rostro redondeado reflejaba un inconfundible engreimiento para el que Cora no encontraba razón alguna, teniendo en cuenta lo sinvergüenza que había sido de niño.

Y en Joyful todo el mundo tenía bien claro que la infancia marcaba para siempre.

—Emmajean Frasier —le corrigió Cora.

Jimbo asintió y buscó algo debajo de su mesa. Sacó un puñado de llaves agrupadas en un llavero con la marca del coche del que tan orgulloso estaba.

—Necesito que ventiles la casa y la limpies. Y quiero que lo hagas bien.

Cora se enderezó y lo miró con los ojos entrecerrados.

Era increíble que aquel mocoso al que tantas veces había visto con los pantalones sucios se atreviera a decirle cómo debía limpiar una casa.

¿Acaso no llevaba más de diez años limpiándole la casa a él y a medio pueblo?

Definitivamente, ese chico tenía algún problema. A lo mejor la gomina (producto para fijar el cabello) con la que tanto le gustaba peinarse le había afectado al cerebro.

—Así que Emmajean Frasier ha vuelto al pueblo. Pues es increíble —respondió Cora con estoica calma—, teniendo en cuenta que lleva más de un año muerta.

—¿Muerta? No, no, Cora. No me refiero a Emmajean. Me refiero a Emma Jean, su nieta.

—¿Su nieta?

Jimbo afirmó con la cabeza.

—Sí. La familia de su madre tiene dinero y la chica ha estudiado en el extranjero. De todas formas, el último año de instituto lo estudió aquí. Pero creo que han pasado ya más de diez años desde entonces.

Cora pensó en ello.

—Sí, es posible. Ese año se perdió el marido de mi hija pequeña y Bob y yo lo pasamos con ella. Siempre le dijimos que se había casado con un estúpido sin pizca de cerebro.

Jimbo adoptó una expresión de falsa compasión, pero Cora no se dejaba engañar.

—No sabía que tu hija pequeña hubiera enviudado.

Cora soltó un bufido burlón.

—¿Enviudar? Pero si ese hombre no murió. Yo he dicho que se perdió. Se emborrachó y estuvo vagando en el bosque durante días. Terminó en un manicomio, en Terra Haute. Así que nosotros nos quedamos una temporada ayudando a mi hija Cora y a los niños.

Jimbo hizo un ruido repugnante y a Cora casi le dolieron los dedos de las ganas que tuvo de darle una buena bofetada.

Pero no lo hizo. Jimbo Boyd era el propietario de la única agencia inmobiliaria de Joyful y le conseguía mucho trabajo. Por no hablar de que era el maldito alcalde.

—Llegará hoy mismo, así que necesito que vayas a limpiar hoy.

Cora frunció el ceño.

—No recuerdo haber visto a la nieta de Emmajean en el entierro.

—Porque no vino. Supongo que estaría enferma, u ocupada con algo.

Cora lo miró estupefacta. ¿Demasiado ocupada para ir al entierro de su abuela?

Qué vergüenza.

Tomó las llaves que Jimbo le tendía con expresión de mal humor. Pero se detuvo de pronto, al acordarse de un antiguo escándalo.

—Espera, esa chica de los Fraser es la misma que...

Jimbo asintió con ojos resplandecientes.

Cora sonrió con un gesto de suficiencia. No le extrañaba que la nieta de Emmajean no hubiera tenido valor para volver a aparecer por el pueblo, teniendo en cuenta cómo había tenido que marcharse de allí.

—Bueno, supongo que podré dejar la casa suficientemente limpia para que Su Alteza quede satisfecha —dijo con ironía.

she got me crazy - donghaeWhere stories live. Discover now