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Nada es lo que crees.

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Nathanael Johnson ; Narración Especial

Miraba mi rostro en aquel espejo, aquel espejo roto que mostraba diferentes facciones de mi cara en diferentes formas. Vellos faciales me estaban saliendo, incluso bigote. Era algo que odiaba, prefería tener la cara limpia como si fuese la piel de un bebé. Veía mi rostro, me pregunta muchas veces si realmente me parecía a mi mamá; a quien nunca recuerdo haber conocido, solo en pocas fotos o a mi papá, a quien sí conocí. Tenía sus actitudes, quizás su aspecto varonil pero la ansiedad de querer saber a quien me parecía me carcomía. Mi familia paterna era americana pero mi familia materna era de España, dos razas tenía mi sangre pero mis hermanas y yo, al igual que mi mamá habíamos nacido en América. Según mi tía, Aliana era quien más se parecía a nuestra madre y que Natasha al igual que yo, éramos parecidos a nuestro padre pero teníamos cosas en comunes aunque yo tenía parecido con Aliana. Al igual que yo, ella era pecosa, ojos verdosos, pelo lacio y ambos teníamos el cabello negro azabache; lo único en lo que no nos parecíamos sin duda era en la forma de pensar. Pase mi mano por mi cabello peinándolo y sonriendo al espejo cuando me reflejo la puerta abrirse, mostrándome a un ángel caído del cielo sonreírme con una estupenda sonrisa.

—Amor... —lleve mi mirada al hermoso rostro de mi ángel, como así le decía a aquella rubia de ojos azules que formaba parte de mi vida.—¿Estás bien?—me pregunto ella, acercándose a mi y llevando sus manos a mis mejillas acariciándolas, no tarde en acercarme a sus labios y darle un corto beso.

—Si, ¿por qué no lo estaría?—le pregunté encogiéndome de hombros y sintiendo, ella con un semblante de confusión alzó una ceja, dándome otro corto beso en los labios.

—Escuché a Simón decir que hoy saldrían a Alexandria.—abrace a mi chica con fuerza y asentí ante su comentario.—¿Es por la chica de hace dos noches?—pregunto ella curiosa.

—Hay un poco de razón en eso pero iremos a terminar lo que ellos empezaron, hoy vamos a pelear contra ellos si es necesario, sabes cómo es Negan.—le expliqué a ella, mientras sentía su respiración llegar hasta mi cuello.—Además, no es de educación escuchar conversaciones ajenas, amor.—le susurré, escuchando una pequeña risa de ella.

—¿Seguro que estás bien?—me pregunto ella, no tarde en asentir mientras le daba pequeños besos en su mejilla.—Nathan, creo que fuiste muy duro con tu hermana, fui a verla y ella aún está en shock; esta ida.—saque las manos de Sofía de mi cuello con delicadeza, observando su semblante de seriedad ante hacer esa acción.—Es tú hermana.—me recalco ella, recordando en cómo Aliana pasó dos noches en el laberinto de caminantes; sin armas, solo su presencia.

—Estará bien, esta traumada. Padece de nictofobia, es un miedo irracional a la noche o a los espacios oscuros que pueden ser pequeños, a menos de que este con alguien ella no lo siente. Cuando era niña se perdió en el bosque y era oscuro, cuando la encontramos estaba pálida y casi muerta. Luego cuando toda esta mierda empezó, la mujer que nos crió murió y ella en su estado de aturdida huyó al bosque en la noche, permaneció ahí una semana hasta que la encontramos; casi muerta y en una misma posición aún lado de un árbol, pronto se le pasará el trauma.—dije encogiéndome de hombros, viendo a Sofía parecer molesta ante mi actitud o falta de interés a la situación.

—Con más razón debiste cuidarla o evitar tal acto Nate, pudo haber muerto del susto.—ella se acercó a mi, mientras se cruzaba de brazos.

𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐀𝐍𝐙𝐀 ─𝐂𝐀𝐑𝐋 𝐆𝐑𝐈𝐌𝐄𝐒  ①Where stories live. Discover now