Capítulo 32: Parte de su verdad

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Ver sus ojos provoca algo en mi cabeza, no sé qué, no sé por qué, pero empiezo a recordar todo lo que alguna vez olvidé. Es tanta información al mismo tiempo que no sé cómo tomarla. Yo ya había visto esos ojos.

—Recuerda, recuérdalo todo. Es hora Emma, es hora de devolverte lo que siempre te perteneció.

Las lágrimas paran, me quedo en estado de shock. Ella no solo me muestra lo que olvidé, sino lo que nunca viví. Stefan hipnotizando a mis amigos, Vanessa aterrorizada y confundida, Brad con una rabia que ni él mismo sabía que sentía, Susana con una envidia aumentada.

— ¿Qué estuviste haciendo este tiempo? —retrocedo varios pasos, me olvido de su confesión, esas palabras por mucho que me afecten, no me doblegaran.

—Lo siento tanto —dice, sus ojos vuelven a su color oscuro normal.

No entiendo muchas cosas y ella tampoco me las muestra, solo desaparece de mi cabeza y me deja sin aire, pierdo un poco el equilibrio y caigo al suelo. Stefan intenta ayudarme y yo respondo empujándolo, no quiero que me toque.

—Dejaré tu cabeza, a partir de ahora estarás sola; es hora a que te enfrentes a tu destino.

— ¿De qué hablas? —muevo mis ojos de un lado a otro mientras susurro.

—Emma, la próxima vez me verás como realmente soy, y prometo resolver todas tus dudas.

La voz que todos querían detener, los sueños que supuestamente eran imaginación, todo es real, lo sé, lo siento; ellos querían mantener mi verdad oculta y por eso intentaron alejarla a ella de mi cabeza. Intento pedirle mentalmente que se quede, que necesito más información, que todo es un caos en mi cabeza y duele demasiado.

—Lo siento.

Es lo último que dice y mis manos caen en el suelo, no hay dolor de ningún tipo, pero hay un vacío, ella se ha ido.

—Emma... —Stefan sigue intentando ayudarme.

— ¡No me toques!

—Tenemos que hablar, Emma —me levanto mientras él continúa hablando—. No sé cuánto te contaron, pero eres una nefilim muy poderosa, y yo soy un...

— ¿Nefilim?

—Si... un nefilim es... el resultado de la mezcla de un ángel y un mortal —susurra la última parte.

— ¡¿Estás loco?! —chillo descolocada, está diciendo incoherencias, yo conozco a mis padres y sé que ninguno es un ángel—, mis padres son humanos, los ángeles no existen...

—Si existen Emma —su voz es precavida, noto su preocupación, su tristeza, su nostalgia, su arrepentimiento, pero nada de eso importa, no ahora—. Así como existe el cielo y el infierno.

Recuerdo todas las conversaciones religiosas que para mí no tenían sentido, su forma de referirse a los humanos como si él fuera superior. Joder, que es toda esta locura.

—Mi padre falleció, lo conocí, viví con él y créeme que si fuera un maldito ángel estaría aquí, a mi lado.

—Emma, escúchame.

—No, no quiero, déjame tranquila, no puedes llegar a mi vida y hacer lo que te plazca con ella. ¡No tienes ningún derecho a destruir todo! Ahora entiendo, las conversaciones que tuvimos, tu miedo por estar a mi lado... todo.

—No entiendes nada. Solo déjame explicarte, soy el único capaz de darte respuestas.

—Ahora no quiero respuestas, solo quiero que me deje de doler el corazón. ¿No lo entiendes? Confíe en ti, creí en ti.

Tentando al Ángel | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora