Capítulo 21: Ya no puedo sentir dolor

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Abro la reja oxidada con cuidado y esta emite un sonido chirriante, ha pasado demasiado tiempo desde que estuve aquí. Entro con pasos nerviosos a mi lugar favorito y siento el césped húmedo bajo mis pies, está alto pero controlado, siento que me pica en los tobillos.

Siento como se me humedecen los ojos ante los recuerdos que embargan mi mente, es imposible estar aquí y no colocarme nostálgica, pero sé que a mi padre no le gustaría que su recuerdo me entristeciera siempre que se hiciera presente. No, él merece que su recuerdo me haga feliz.

Me acerco corriendo al pequeño muelle de madera que mandó a construir mi padre, todavía tiene amarrado un bello y pequeño bote con dos remos. Volteo rápidamente al recordar otra vez que no estoy sola y retrocedo dando un salto al encontrarlo demasiado cerca.

—Este lugar es hermoso —dice sonriendo mientras pasea sus ojos por el bello lago.

—Lo sé —le devuelvo la sonrisa, estar con él hace que el lugar se vea mil veces más hermoso. Todavía recuerdo el leve sabor de sus labios, las mil sensaciones que despertó un roce inocente y preparado—. Y agradezco tu compañía.

—Si fuera por mí te acompañaría hasta el fin del mundo —alza su mano y respingo cuando me acaricia la mejilla con ternura.

Stefan retira su mano lentamente y me guiña un ojo. Una risita tonta e infantil sale de mí, me estoy divirtiendo y estoy disfrutando cada segundo a su lado. Ambos caminamos hacía el muelle de madera y mis pies se retuercen un poco al sentir la fría madera. Stefan se quita el saco que tiene y lo arroja lejos.

—¿Qué haces? —pregunto con diversión—. Si te vas a desnudar prefiero tirarme al agua helada —la verdad es que sería el mejor espectáculo para mi vista, a mí me haría un favor.

¡Joder!, se remanga la camisa blanca mostrando sus brazos de infarto, para remate se desabrocha más botones del pecho, es sexy, sabe que lo es, y está aprovechándolo para seducirme.

—Estoy seguro que por dentro gritas que me desnude —me saca la lengua de forma juguetona, parece otra persona—. Es más, dejaré que lo hagas por mí cuando quieras —abre los brazos dramáticamente—, esto puede ser tuyo cuando lo pidas.

—Ja ja ja —pongo los ojos en blanco y volteo a ver el lago, no quiero que se dé cuenta del sonrojado en mis mejillas, creo que ni el maquillaje podrá taparlo.

—Tú eras la que me comparaba con un personaje de una novela erótica...

— ¡Errores! Tengo que pensar mejor mi elección de palabras cuando estoy contigo.

—Vamos a remar —cambia abruptamente el tema y se lo agradezco.

— ¿Has remado antes? —pregunto cuando se acerca al bote y lo mira con el ceño fruncido.

—No, pero no debe ser difícil. Además, estoy seguro que tú si sabes hacerlo y me indicaras.

—Solo espero no morir ahogada, el agua se ve condenadamente fría —él salta en el bote y me tiende su mano. Lo sigo con cuidado.

Me siento y me agarro a los bordes del bote cuando se menea, Stefan se encarga de desatar los nudos que nos sostienen y sin necesidad de explicarle nada, toma los remos y empezamos a alejarnos del muelle.

Las pocas veces que estuve en bote con mi padre, sufrí una especie de pánico controlado por la inmensidad del agua, no me gusta, no sé nadar y nunca me ha interesado aprender

— ¿Estás bien? —frunce el ceño—, si quieres nos devolvemos.

—Estoy bien —no quiero arruinarle su felicidad, se nota que está feliz con el paseo en bote—. Eres todo un experto.

Tentando al Ángel | 1.0Where stories live. Discover now