Capítulo 11: Tú serás quien la destruya

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Emma.

No recuerdo dónde estoy, qué estaba haciendo ni con quién estaba, estoy en la oscura soledad, refundida nuevamente en sueños que parecen reales y que olvidaré al abrir mis ojos.

Por favor, déjame tranquila.

Una figura de humo aparece formando la silueta de una persona, sin embargo, es borroso, sin rastros, sin identidad, a veces se deforma en un punto que ni humano parece. Luego, a su lado aparece otra figura.

—Ella... ¿Qué es ella? —la voz inconfundible de mi madre resuena en mi cabeza.

—Es tu salvación —responde otra voz deforme, casi incomprensible, pero es la misma que a veces resuena en mi cabeza. Es ella.

El humo se disuelve en el aire y esta vez se dirige a mí, cubriéndome, asfixiándome.

—Ella morirá, y tú serás quién la destruya —ya conocía esa voz de antes, pero no logro identificar de dónde.

—No te metas en mis asuntos, aléjate —responde Stefan, ¿Qué hace Stefan en mi cabeza?

—No confíes en nadie, todos están contigo porque desean algo de ti —mi cabeza retumba ante las palabras que ella me dirige.

— ¡¿Por qué me haces esto?! ¡No eres real! ¡Desaparece! —le grito desesperada, sin importar lo que haga siempre vuelve a mi cabeza; su voz, sus pensamientos, sus emociones, es tanto a la vez que me sobrepasa.

—Siente, siente para que descubras mi realidad.

— ¡Nooo! —un montón de emociones y sentimientos me empiezan a aturdir, pero los que ganan la batalla son la tristeza, el miedo y por último... el rencor, odio puro.

—Todo lo que hice fue por tu bien, aunque seas mi mal siempre he intentado cumplir mi promesa, soy más real de lo que imaginas, pero solo recordaras cuando estés preparada para hacerlo, todas las verdades te serán reveladas y yo seré liberada. Los oscuros vienen por ti, el sexto te persigue mientras el séptimo te seduce, Lucifer se desespera y Dios se tranquiliza, mi maldición finaliza mientras que la tuya apenas inicia, y las personas que te aman son la que más daño te harán al final.

Abro mis ojos poco a poco mientras un dolor horrible azota mi cabeza, lo primero que veo es el rostro de Stefan mirándome de manera extraña. Estoy desubicada por unos segundos y veo un poco borroso, intento incorporarme con rapidez y en el intento caigo al piso.

Mi mente empieza a procesar todo a mi alrededor, estoy en un parque y estaba acostada en una banca hace unos segundos, he caído como una tonta. Pero eso es lo de menos, tuve una pesadilla en ese breve momento, algo que siento que es importante, pero que sin embargo se esfumó en mi cabeza.

De repente olvido los sueños y recuerdo la realidad, hace unos minutos estaba en mitad de calle y casi me atropellan; me desmayé antes del impacto, pero... lo que más me aterra es recordar el empujón y mi inmovilidad, no había nadie a mi lado.

Si hubiese muerto a mi madre le daría un yeyo.

— ¿Te quedaras ahí todo el día? —la voz fastidiada de Stefan capta mi atención; al mirarlo a los ojos cambia su expresión, puedo descifrar un poco de enojo, tristeza y... ¿Confusión? Niego con la cabeza para mí misma, debo dejar de leer a las personas, me siento mal con ello.

Me levanto lentamente y me sacudo la ropa al tiempo que me siento a su lado en la banca.

— ¿Qué pasó? Recuerdo que casi muero...

—Fui rápido y te cargué lejos de la carretera —responde, ni siquiera me mira, tiene la vista al frente y la mandíbula apretada.

—Estabas lejos.

Tentando al Ángel | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora