9. New path?

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Para encontrar un nuevo camino hay que salirse de la huella y dejar el camino seguro por el que andamos siempre, y atreverse a lo nuevo, al peligro de lo nuevo.

Un camino nuevo tiene sobre todo dudas, miedos, preguntas. Un camino nuevo solo nos dice que nos llevará a un lugar nuevo, mejor o peor, pero eso no lo sabemos. Un camino nuevo te puede llevar hacia un tesoro o hacia un abismo, nunca se sabe. Atrae el tesoro y da miedo el abismo. ¿Qué vas a hacer? ¿Te vas a atrever?
Uno cree que llega a nuevos caminos pero la realidad es que los caminos nuevos llegan a ti.

Si quieres que pase algo distinto tienes que hacer algo distinto. Si quieres llegar a un lugar nuevo tienes que tomar un camino nuevo.

Avanzar sin saber a dónde llegaremos, eso es lo que asusta y atrae de los nuevos caminos.

 

Habían pasado las doce de la noche y yo seguía sola en el cuarto esperando a que alguna de mis compañeras apareciese. Al parecer ambas se habían puesto de acuerdo para salir con sus hombres, Allie con su héroe, Theo, y Hope, para sorpresa de todos, también había encontrado el amor en un tío al que yo llamaba el interrogante, pues nunca les había visto juntos y ella apenas había contado nada de él.

Por mi parte, tras muchas meditaciones, le había encontrado una explicación lógica al hecho de que yo estuviera sola, y es que al ser tan popular y ser un modelo a seguir en el Dreamland, los chicos temían que yo les rechazara, o al menos me gustaba pensar que era por eso.

Después de haberme leído y releído todas las noticias de moda y estética que encontré en el buscador, me puse a echar un vistazo a una de las revistas sobre los deportistas del Dreamland que encontré en la mesita de noche de Hope.

Estaba pasando las páginas sin demasiado entusiasmo cuando uno de los chicos que aparecía me llamó la atención como tantas veces me había pasado cada vez que veía fotos de chicos en revistas o folletos.

Saqué de uno de mis cajones bajo la cama un cuaderno que probablemente nunca jamás nadie vería (porque por su contenido yo lo tenía más que escondido en secreto) y un rotulador negro al que debería quedarle poca tinta.

Cualquiera que supiese que tipo de cosas coleccionaba me llamaría psicópata o me querría encerrar en un manicomio para no sacarme nunca. Pero era algo automático que hacía desde que un día, sin saber por qué, en uno de mis ataques de soledad, vi una foto de un chico que en vez de aumentar mi sensación de vacío y soledad, me calmó y me hizo tranquilizarme  a la vez que me golpeaba la cabeza, como diciéndome que debía recordar algo pero sin decirme qué. Era muy extraño, todas las fotos de chicos que tenía pegadas en ese cuaderno tenían cierto parecido entre sí, todos con ojos claros y todos con cuatro lunares pequeños en la mejilla izquierda, todos dibujados por mí y todos en la misma posición siempre.

No es que yo tuviera una obsesión con los lunares en los hombres ni nada de eso, pero hacerlo cada vez que veía una foto para incluir a mi colección era algo automático. Era como si mi subconsciente supiera que el chico que yo estaba buscando tenía los ojos azules y esos lunares en la mejilla, como si yo en otra vida, o quizás en esta, hubiera visto a un chico con ese aspecto que quedó tan grabado en mi subconsciente que aún seguía buscándole.

Mientras dibujaba los lunares a mi nueva adquisición, encendí la televisión para tener algún sonido de fondo. Estaba totalmente metida en mi trabajo cuando algo me sacó de mi ensimismamiento.

Al parecer al día siguiente se iba a celebrar la fiesta de fin del verano, a la que las mujeres debían asistir de blanco y los hombres de negro, en parejas. Habría un baile en el salón principal y algún que otro aperitivo. Sonaba bastante apetecible, siempre y cuando tuvieras los dos requisitos imprescindibles: un vestido blanco y una pareja. Lo primero podía conseguirlo con tan solo un clic pero para lo segundo hacía falta mucho más que eso.

Under Pressure (Niall Horan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora