SEPTIEMBRE - 15

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Mariana estaba en el jardín, leyendo el libro de: "La Amiga Estupenda", que como cada día que se ponía a leerlo, la intrigaba de tal manera que no podría parar de leer. Eran las diez y media de la noche, y en un rato se iría a dormir. Por lo que prometió leer un par de capítulos más, y después se iría a la cama. Sin falta.

De repente, Mariana volvió a escuchar el ruido de la noche anterior. Miró para el mismo lado, enfocando la linterna de su teléfono móvil...

Y ahí está él, Pablo, esta vez, sin compañía.

Por si fuera poco, le vio por la tarde, en el Hogar de su padre. Él la dedicó una sonrisa en ese momento, pero no tuvieron ocasión para hablar, Mariana se tuvo que ir pocos minutos después de su llegada.

Por si fuera poco, parecía que también estaba enamorado de ella. Había venido a verla a casa. Y estaba tan hermoso como siempre, con la ropa de la noche anterior, y también una preciosa sonrisa en la cara.

—Hola Mariana.

—¡Hola! Pablo... ¿Qué haces aquí otra vez?

—Pues, el Hogar de tu viejo es horrible...

—No... —Mariana se levantó de la silla de mimbre preocupada.

—Bueno, en realidad, el que es horrible, es Gael.

—¿Qué ha pasado con Gael?

—Que no sabe compartir el puesto del más mayor del Hogar. Se puso a pelear conmigo como un loco y tuve que venir. A ver si las cosas se calman un poco cuando vuelvan, ¿qué estás leyendo?

Mariana ignoró su última pregunta:

—Se van a enfadar contigo si no te ven en tu cama cuando despiertes. Y mi papá se va a enfadar aún más si se entera de que viniste a ver a su hija...

Pablo se rió y encogió los hombros:

—Solo va a ser un rato, te lo prometo, ¿qué lees?

—"La Amiga Estupenda" —Mariana le mostró el libro a Pablo.

—¿Te gusta?

—Muchísimo.

—A mí también me gusta mucho leer.

—¿Qué tipo de novelas te gustan?

—Las de misterio —respondió Pablo sentándose en la silla de mimbre que se encontraba enfrente de la de Mariana. Ella también volvió a sentarse.

—A mí también me gustan las novelas de misterio. Esta tiene un poco de todo, amor, misterio, drama...

—Ajá... ¿Y más o menos de que trata?

—De la amistad entre dos chicas: Elena y Lila. Elena es buena, tímida, la cuesta mucho expresar sus sentimientos, y en cambio, Lila es valiente, agresiva... Violenta. Violenta como el barrio en el que se crió.

—¿Cuál?

—Rione Luzzatti.

—Eso es Nápoles...

—¡Sí!

—Mi padre nació allí.

Mariana sonrió:

—¿De verdad?

—Sí, hablo italiano. Pero muy poco. Aunque lo entiendo...

—¿Tus papás murieron?

—Más o menos... Mi mamá sí que falleció... Y mi papá está en la cárcel. Desde que yo era pequeño, tuvo problemas, muchos problemas. Pero yo le quiero, y me da mucha pena que haya terminado así. Pero, ya no se puede hacer nada...

—Mi mamá también falleció, y mi hermana...

—Lo siento.

—Yo también lo siento...

Pablo suspiró:

—Bueno, dejemos de hablar de penas. ¿En qué curso estas?

—Tercero.

—Yo cuarto. ¿Tienes 14?

—Sí, tengo 14.

—Yo 15, los cumplí el 24 de junio.

—¿En serio? ¿Eres cáncer?

—Sí, ¿por qué?

—Yo también. Mi cumple es el 19 de julio.

—¡Qué bueno! —exclamó Pablo.

—Dicen que las personas con el mismo signo se entienden muy bien — dijo Mariana, lo más sonriente posible.

—Eso espero, porque muy pocas personas en este mundo me entienden.

—Ay, ¡no seas pesimista!

—Sí lo soy... Últimamente, todo me sale mal. Bueno, en realidad, a mí me pasa algo con una chica, pero hay a una chica a la que la pasan cosas conmigo, pero que a mí no me gusta. Y por desgracia mía, nos deportaron a los dos al mismo Hogar. Ahora me toca aguantar que no me mire, que me trate mal... Y por si fuera poco, la tarada de celadora que tenéis en el Hogar me maltrata, y también Gael...

—En el Hogar hay bastante desorden. Espero que mi papá haga algo para cambiarlo todo... Porque sino...

—Yo también lo espero —Pablo volvió a suspirar.

—Seguro que sí. Mañana llega una nueva celadora, es una chica joven, parece simpática. Justiniana lleva muchos años y está bastante harta.

—Pues que cambie el carácter, hay nenes chiquititos en el Hogar que no pueden estar aguantando su mal humor.

—¿Te preocupan mucho los chiquitos?

—En verdad sí, tengo hermanos pequeños, bueno... En realidad los tuve alguna vez.

—¿Qué pasó con ellos? —le tomé de la mano.

—Servicios sociales se los llevó. Y no los volví a ver.

—Pobrecitos.

—¿Te puedo decir algo?

—Claro.

—Eres preciosa. Mañana, ¿vendrás al Hogar?

—Claro... —Mariana tragó saliva, la estaba dando mucha vergüenza lo que pablo la estaba diciendo pero trataba de aguantar.

—Quedate a dormir, por la noche, debo darte una sorpresa.

—¿Cómo?

—Lo que te dije, hazme caso y ya verás —entonces, Pablo salió corriendo fuera del jardín.

Chiquititas: Los RosalesWhere stories live. Discover now