17

68 8 0
                                    

        Me miraba al espejo sabiendo perfectamente qué cara tendría después de pasarme casi toda la noche llorando. Sí me sorprendía un poco el hecho de que no tuviese los ojos más hinchados todavía, ya que ese solía ser mi destino si expulsaba más lágrimas de las que podía recuperar. Tampoco es que me importara demasiado. Ni siquiera miraba con intenciones de mirar. Simplemente ahí estaba, en el espejo empotrado de mi armario, en frente de mi cama en la que estaba sentada. Con los hombros caídos. Intentaba no mirar de reojo a mi móvil, yaciendo en mi mesilla de noche inocentemente.

Daniel: quedamos hoy?

Tenía bastante claro que iba a tener un mal día antes siquiera de abrir los ojos, pero el mensaje que me había desvelado por completo lo afirmaba cruelmente. Sabía lo qué me había dicho Harry la tarde anterior. Sabía que tenía razón.

Casi suelto una carcajada. ¿Tenía alternativa?

En cambio, tuve que salir corriendo hacia el baño por una arcada repentina trepando por mi garganta. Lo que temía estaba sucediendo; parecía que los vómitos se estaban convirtiendo en algo rutinario.

Me cepillé los dientes y de mala gana me puse el uniforme para ir con el estómago vacío al instituto. Estuve esperando en la boca del metro desde donde salía Ellen todas las mañanas para unirse conmigo a caminar hasta nuestro instituto. Me dio un beso en la mejilla.

—Estás pálida —comentó después de ponerme el pelo detrás de la oreja.

Aparté la mirada y me encogí de hombros.

Caminamos en silencio hasta el edificio donde pasaría la mañana.

Realmente no sabía qué es lo que más me afectaba de todo aquello. Qué era eso que hacía que se me revolviera el estómago sin aviso. No quería indagar en mis propios sentimientos, pensar tan sólo en analizarme a mí misma me hacía temblar, y corría lo más lejos que podía de la situación. No quería ni saber por qué estaba tan apagada; si era porque estaba de nuevo enamorada de alguien con el que el futuro no estaba claro. Si era porque sabía que, luchara lo que luchara, jamás podría estar con él en paz. Ni siquiera sabía si eso era lo que él quería. No sabía si era porque mi ex novio me estaba chantajeando con algo de lo que me avergonzaba demasiado para contárselo a Harry. Suspiré con la mirada perdida en el escritorio vacío que ocupaba mi mejor amigo. Tal vez si Ethan hubiese estado ahí no sería todo tan duro de afrontar como era. Aunque era todo demasiado complicado para resumirlo en una llamada telefónica. No quería que se preocupara de mí estando a tantos kilómetros de distancia, probablemente pasándolo bien. Me froté la frente con los dedos con la mirada clavada en mi cuaderno en blanco. No estaba prestando atención a lo que estaba pasando en clase, siquiera. En mi asignatura favorita.

Tuve que levantarme de la silla para correr hacia el baño de nuevo.

Dios mío, ¿cuánto era capaz de vomitar? Si ni siquiera había comido nada.

Lo peor de todo aquello probablemente eran las miradas llenas de prejuicios de las chicas de mi clase y las que pululaban por los pasillos. Me miraban de arriba a abajo, hablaban entre ellas. Volver a entrar a clase fue como llamar la atención de un helicóptero. Sólo me faltaba el silbato. Pedí perdón al profesor y me volví a sentar en la silla sintiendo las lágrimas en la garganta.

Ni siquiera quería darme cuenta. No quería verlo. Era imposible no hacerlo, de todas formas. Fuera a donde fuera había algo o alguien recordándomelo, como las olas mojando constantemente la arena al subir la marea.

El chico del que estaba enamorada se estaba convirtiendo en una de las personas más conocidas de Inglaterra.

¿Cómo podía aquello, de alguna manera, no afectarme? Era imposible. Yo no había pedido aquello. Me venía demasiado grande, y se me estaba venga caer al suelo. Demasiado grande y pesado. Que al mismo tiempo se envolvía alrededor mía, asfixiando mi piel y sofocaba mis gritos.

Same Mistakes |h.s| Wattys 2019Where stories live. Discover now